Etiquetas más terrenales

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Quién hubiera dicho que la composición de los suelos sería tan importante como para llegar a ser protagonista de las etiquetas. Porque si bien es cierto que el vino nace en el viñedo, hay cosas mucho más atractivas para comunicar desde las botellas.

Sin embargo, los hacedores están aprendiendo mucho en esta materia y no dejan de sorprenderse por la influencia que puede tener el terruño, más allá del clima y las cepas. Claro que el riego, el manejo de la planta y el punto de cosecha son fundamentales, pero también la composición de los suelos puede ser clave en el estilo. Así, los que nacen en suelos de texturas finas, francos, con limo, arena, arcilla o una combinación de estos, desarrollan taninos (que también son texturas y se sienten en boca) más amables (redondos) y un carácter más maduro. Mientras que los vinos de terruños más sueltos, también de origen coluvial, pero más pedregosos y en los que la planta debe calar más hondo en busca de sus nutrientes, suelen ser más frescos y con taninos más firmes. Y si en ese tipo de suelos hay mucha presencia de calcáreo recubriendo las piedras, cambia todo. Porque allí la extremidad del paisaje y del clima complica la retención de humedad en la planta. Por ello, las raíces se aferran a esas piedras blancas para sobrevivir. Y esa exigencia natural da vinos vibrantes y refrescantes, de taninos granulosos finos. Quizás con menos peso que los que nacen en suelos más compactos, pero con el mismo (o mayor) potencial de guarda.

TIPS

Nadie puede poner en discusión el consumo moderado del vino, como así tampoco sus atributos naturales como alimento. Ya lo decía el doctor Favaloro: “Hay que tomar una copa de vino tinto al día”. La verdadera medida está entre una y dos copas por comida, dependiendo de la contextura física de cada uno, de las costumbres gastronómicas y del tiempo dedicado a la mesa. Claro que en ninguno de los casos hay que manejar después. Pero el vino en su justa medida hace bien. Por eso, algunas bodegas están promoviendo el consumo cotidiano, sin salir de la moderación. Volver a poner el vino en la mesa de los mediodías, impulsando esas etiquetas que hicieron historia. Blancos y tintos más fluidos, con buen carácter frutal, pero sin ansias de protagonismo. Sin dudas, los mejores compañeros de los platos caseros. Además, muchos de ellos traen buenos recuerdos porque eran los que tomaban padres y abuelos.

MINIGUÍA DE VINOS

Trivento Private Reserve

Malbec

2017

Bodega Trivento

Mendoza

$360

88,5 puntos

Es el Malbec más exitoso de Europa. Para lograrlo, Germán Di Césare y su equipo enológico combinan uvas de Luján de Cuyo y el Valle de Uco. De aromas expresivos, con frescura, buena fluidez y un cuerpo medio, de estilo moderno y notas de frutas negras. Texturas incipientes y un final con leves dejos herbales. De trago poco profundo, pero muy bien logrado. 

El Esteco Blend de Extremos Cabernet

Cabernet

2017

Bodega El Esteco

Altos Valles Calchaquíes

$480

89 puntos

Es lo más novedoso de Alejandro Pepa (enólogo). De aromas elocuentes, pero más por su origen que por su varietalidad. Con un carácter vegetal inconfundible y dejos especiados. De paladar fluido y fresco, buen cuerpo y algo concentrado. Si bien no es un vino pensado para la guarda, unos meses en botella le van a venir muy bien para domar todos sus ímpetus. 

Colonias Las Liebres

Malbec Reserve

2018

Altos Las Hormigas

Luján de Cuyo, Mendoza

$500

89 puntos

Elaborado con uvas de un viñedo ciento por ciento orgánico, llega este flamante Malbec para abrir una nueva etapa en la línea, hasta ahora dominada por la Bonarda. De aromas amables y bien expresivos, con notas de frutas rojas. Un carácter de vino joven, mordiente, bien rojo y cálido a la vez, de trago fluido, pero con taninos algo firmes. Por su estilo, es ideal para la mesa.