Café con Darío Poletti:
“Todas las músicas son medicina”

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Con ícaros y el folklore de la región, Darío Poletti hace canciones para momentos de introspección. Desde Buenos Aires, “música medicina” inspirada en plantas sagradas.

Foto Laura Ortego

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eunirse con amigos alrededor de un tocadiscos era un ritual común en las casas antes de la llegada de Internet y el streaming. Darío Poletti es de aquella generación que creció entre vinilos e hizo de la escucha un momento de entrega, que implica dejarse llevar por lo que las canciones generan en el cuerpo.

Se dedica a la “música medicina”, pero asegura que toda la música puede ser así más allá de esta etiqueta. “Empecé a tocar a los ocho y escuchaba The Beatles. Después de tantísimos años, cuando los escucho, me remiten a esa época y me generan una emoción muy grande, eso es medicina”, explica sobre su oficio, al que se volcó primero como
acompañante de un terapeuta y luego como solista en la escena musical.

Desde muy joven dio el paso a lo profesional siendo músico sesionista, incluso tocó para artistas reconocidos como Silvina Garré. “Sin embargo, estaba peleado con la música, porque traicionaba mi espíritu, hacía lo que más me gustaba hacer, pero por dinero y tocando estilos que no me gustaban. Era un lugar sin salida, hasta que conocí otros panoramas a partir del trabajo con plantas sagradas”, cuenta. Los ícaros fueron la llave que abrió la puerta de su aventura: “Es un tipo de canto muy austero, a capela, no se acompaña con instrumentos, son cantos en dialectos de la selva o de los cerros”.

Para componer sus canciones no necesita de sahumerios ni de climas especiales. “La inspiración viene de una manera espontánea, trato de tomarla y darle forma”, explica. Su primer disco en este camino es Momentos sagrados, editado en 2006; le siguieron Savia de la tierra, Lucerito, Espíritu eterno y Fractal.

Además, estudió Musicoterapia en la Universidad de Buenos Aires, aunque no completó la carrera. Buscaba las respuestas a por qué sucede este vínculo entre la gente y la música, pero no las encontró en la academia. “Así que dejé de preguntármelo y empecé a agradecer que ocurriera. Es que la respuesta sería desde el lenguaje, y son cosas que no
ocurren a través de la palabra”.

  • ¿Qué es la música medicina?

El concepto nace de la musicoterapia, donde se utiliza la música para acompañar un proceso terapéutico. Un nuevo estilo de estos últimos años está atravesado por las plantas medicinales o maestras: ayahuasca y wachuna. No obstante, no deja de ser un rótulo. Cuando hago mis canciones, no pienso que estoy haciendo determinado estilo. Todas las
músicas son medicina, porque son lenguajes no verbales, una característica que les permite llegar a donde no llega la palabra.

  • ¿Qué indagaciones musicales atravesaste?

No solo me reconcilié con algunas sonoridades, sino que me hizo descubrir otras que desconocía por completo, por estar más preocupado en lo complejo, en hacer combinaciones imposibles. Descubrí el folklore de la Argentina y
Latinoamérica, también empecé a estudiar música africana. Reconocí que lo importante de la música no era hacer unmontón de acordes para que suene algo lindo y difícil, sino que pocos acordes pueden decir muchas cosas. Dejar de lado el adorno para decir algo.

  • ¿Por qué el folklore es el indicado para la música medicina?

La austeridad del folklore lo hace muy auténtico. Esa autenticidad está vinculada al trabajo espiritual.

  • ¿Todos pueden escuchar esta música?


Todo aquel con capacidad de escucha, con predisposición de lograr determinada situación para dejar que la música haga. Generalmente uno escucha desde lo estético, una buena canción, una buena letra. Todo se racionaliza, pero cuando se deja la razón de lado, se generan emociones de las más variadas en el cuerpo, un movimiento interno. La música acompañando procesos terapéuticos les abre a los pacientes situaciones de bienestar y de paz. Mientras que en el trabajo con plantas, el sonido toma forma, se ve lo que se escucha.

“Los instrumentos son herramientas para decir ciertas cosas”.

  • ¿De qué necesita curarse el humano?

Necesitamos comprender que somos cuerpos, somos materia que alojamos energía. Los curanderos en la selva, cuando trabajan con las plantas, te cuentan que sufrir una enfermedad física tiene que ver con una enfermedad espiritual previa. El objetivo de la cura es comprender el nudo de la cuestión, no tomar un remedio, sino indagar por qué empezó
y dónde está.

  • Tocás varios instrumentos, desde guitarra hasta didgeridoo. ¿Con alguno te sentís más identificado?

Los instrumentos son herramientas para decir ciertas cosas, con una batería no puedo transmitir lo mismo que con un charango. Trato de percibir la sonoridad que me está llegando y con qué considero que se puede llevar a buen término.
La guitarra es muy solidaria, muy compañera. No me identifico con uno en particular. De hecho, eso me genera un problema, porque al tocar tantos no tengo tiempo para estar con todos, y para que suenen hay que practicar permanentemente.

CAFÉ CON CERROS

Más que el café, le gusta el mate. Es nacido y criado en Buenos Aires. “Siempre viví acá y siempre estuvo el anhelo de irme. De todas maneras, tengo muy presentes aquellos lugares que me inspiraron, no necesito estar en ese lugar que añoro para tenerlo conmigo. En algunos años me gustaría, de viejito, mirar los cerros. Ahora es el momento de estar acá”. Su paisaje preferido es el noroeste argentino.