Caras cremosas

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Florencia Servera

Lic. en Enseñanzas de las Ciencias, profesora de Química. Autora de libros de la colección Ciencia que ladra, Siglo XXI Editores.

 

A la hora de elegir una crema para el rostro, las opciones abundan. Podemos optar por las económicas, las de marcas conocidas, las que recomienda el dermatólogo de confianza, las mascarillas caseras, etc. Más allá de las preferencias personales, tener conocimientos en ciencias puede ayudar a hacer una compra responsable y a lograr mejores resultados.

Para comenzar, hay que tener en cuenta que la mayor parte de los componentes de una crema se quedan en la superficie de la piel y no penetran. Eso se debe a que actúa como una barrera selectiva que solo permite el paso de las sustancias con ciertas características. Las que más posibilidades tienen de penetrar son las que están formadas por moléculas pequeñas y solubles en grasas. Como tienen afinidad por el sebo que se acumula en la superficie, pueden mezclarse con ellas y emprender el viaje hacia las profundidades de la piel. Las solubles en agua tienen posibilidades remotas de atravesarla, a no ser que sean muy pequeñitas. Dado que el colágeno, la elastina y el ácido hialurónico son moléculas grandes, no pueden atravesarla. Sí, tal como lo leyeron: se acumulan en la superficie y no llegan a la capa intermedia de la piel para aumentar su rigidez y disminuir el aspecto de las arrugas. Ahora bien, ¿por qué luego de la aplicación de cremas que contienen esos activos la piel se siente más tensa? El motivo es que cuando se evapora parte del agua que contiene la crema, cambia la disposición espacial de las moléculas que la componen. Esto no significa que los activos mencionados sean imposibles de aprovechar. Para que cumplan su objetivo, hay que facilitar su penetración con tratamientos como la mesoterapia o encerrándolos en burbujitas afines a las grasas que se denominan “liposomas”. Si tenemos en cuenta que la fabricación de liposomas es costosa, se entiende por qué las cremas de buena calidad suelen ser caras.

Si consideramos las cuestiones de tamaño anteriores, resulta poco creíble que las células madre o el ADN, que por cierto son enormes, puedan atravesar la superficie de la piel. Así que la próxima vez que vean un pote con ingredientes de ese tipo, duden de sus efectos milagrosos. Es preferible elegir otra.

“La mayor parte de los componentes de una crema se quedan en la superficie de la piel y no penetran”.

Por otra parte, debemos considerar que la penetración y absorción de los principios activos de las cremas se favorece en ciertas condiciones, que incluyen el grado de limpieza de la piel, su temperatura y la acidez de la crema. Como a mayor temperatura aumenta la permeabilidad de la piel, un lavado con agua caliente antes de la aplicación de la crema puede favorecer el ingreso de las sustancias. Del mismo modo, cuanto más limpia está su superficie, más posibilidades hay de que los activos penetren. Entonces, si alguien olvidó quitarse el maquillaje antes de ir a dormir y a la mañana siguiente se aplica una crema, no obtendrá los resultados deseados.

En fin, el mundo de las cremas es sumamente amplio y cada piel tiene sus particularidades. Por lo tanto, a la hora de elegir un pote, es recomendable acudir al dermatólogo de confianza para que sugiera la más adecuada.