Sarmiento y el vino argentino

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Felipe Pigna

Sarmiento, amante de la buena vida y por lo tanto de los buenos vinos, en especial de los franceses, tuvo mucho que ver en el mejoramiento de la calidad de los nuestros. Recordemos que don Domingo Faustino, con todas sus contradicciones, promovía la adopción en nuestro país de un “modelo” que, siguiendo al estadounidense, apuntaba a la creación de un mercado interno poderoso, basado en la pequeña y mediana propiedad rural destinada sobre todo a producciones que tuviesen capacidad de generar agroindustrias y una demanda sostenida de todo tipo de productos manufacturados. Su impulso de la educación común era parte de ese proyecto de país, que iba mucho más allá del aula.

En 1852, después de la derrota de Rosas en Caseros, Sarmiento les propuso al gobernador de Mendoza, Pedro Pascual Segura, y a su ministro de Gobierno, Vicente Gil, la creación de un establecimiento que combinara las características de lo que hoy llamaríamos una estación experimental y una escuela agrotécnica. Durante su exilio en Chile, Sarmiento había impulsado la creación de una institución de ese tipo en 1841, la Quinta Normal de Santiago, tomando el nombre y el modelo de la École Normale de París, para introducir nuevas cepas y adaptarlas a nuestros suelos.

En ese marco, llegaron a Chile especialistas como René Lefèbvre y Claude Gay, y comenzó allí un proceso de incorporación de cepas y técnicas de elaboración de vinos provenientes de Francia, que en la época era el modelo que se buscaba seguir y adaptar. Esa experiencia sarmientina en Chile resultaría provechosa para su proyecto mendocino.

“Desde el vamos, el proyecto tuvo la misma oposición que otras iniciativas del ‘loco’ Sarmiento”.

También de Chile trajo Sarmiento a quien se haría cargo del emprendimiento mendocino: el francés Michel Aimé Pouget, que pronto acriollará sus nombres de pila. Nacido en Tours en 1821, el joven liberal, recientemente diplomado en la Société d’Horticulture de París, había decidido emigrar a Chile al producirse el golpe que convirtió al hasta entonces presidente Luis Napoleón Bonaparte en el emperador Napoleón III. En 1853, Pouget fue contratado por el Gobierno de Mendoza y se le entregaron unas 36 hectáreas para crear la Quinta Normal y Escuela Teórico-práctica de Agricultura. Además de especies forestales y abejas para iniciar la producción de miel en la provincia, Pouget introdujo variedades de vides francesas, como Cabernet Sauvignon, PinotNoir y la que un siglo y medio después se convertiría en emblemática: nada más y nada menos que el Malbec.

Desde el vamos, el proyecto tuvo la misma oposición que otras iniciativas del “loco” Sarmiento. Las críticas apuntaban tanto a la idoneidad de Pouget como a los costos de la Quinta para el fisco. Los problemas presupuestarios fueron una constante, y como forma de solventar los gastos, en 1856 el Gobierno lo autorizó a vender plantas de su vivero. No fue suficiente y, dos años después, la institución fue cerrada. Pouget, alguien a quien tanto le debemos y sigue sin ser debidamente reconocido, permaneció en Mendoza y continuó en forma particular sus tareas de adaptar las cepas francesas, que al iniciarse el siglo siguiente ya serían predominantes en los viñedos mendocinos. El gran enólogo murió en la ciudad capital de la provincia en 1875.

Sarmiento promovió la creación de una institución similar en San Juan, la Quinta Normal y Escuela de Agricultura sanjuanina, dirigida por otro especialista contratado en Chile, el alemán Enrique Röveder, quien introdujo miles de ejemplares de especies frutales y forestales.