Un verso sin esfuerzo

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Agustina Boldrini

Lic. en Comunicación Social. Correctora de textos.

 

No hice un verso sin esfuerzo, sino que así nomás converso”, decimos cuando lanzamos al azar una rima. ¿Será que estamos programados para detectar rápidamente la musicalidad en el habla?

Podríamos pensar que esto es una herencia de los más gratos recuerdos que traemos de la infancia, cuando todo lo aprendíamos con cantos y rimas. En mi cabeza todavía resuena el coro de niños y el batido de palmas mientras decíamos: “Sal, solcito, / caliéntame un poquito por hoy, por mañana, / por toda la semana”.

Desde pequeños, rimamos para aprender: “Treinta días trae septiembre, / con abril, julio y noviembre. / De 28 solo hay uno. / Y los demás, de 31”. De grandes, repetimos el versito para recordar si estamos en un mes de 30 o de 31 días.

También usamos las rimas para divertirnos: “Erre con erre: guitarra; / erre con erre: carril. / Rápido ruedan los carros, / rápido el ferrocarril”. O la emplean los locutores para destrabar la lengua: “Yo poco coco como, / poco coco como yo. / Si poco coco yo como, / poco coco compro yo”. (¡No vale hacer trampa, hay que decirlas rapidito!).

Por su parte, el lingüista José Antonio Millán sostiene: “El sentido del ritmo es algo que está muy profundamente grabado en el cerebro humano”. Además, afirma que a las rimas se les confiere el poder de los encantamientos (“Abracadabra, pata de cabra, / si no sana hoy, / sanará mañana) y que son válidas en los refranes (“Agua que no has de beber, / déjala correr”).

¿QUÉ ES UNA RIMA?

Una rima es un conjunto de fonemas (sonidos) que se repiten en dos o más versos a partir de la última vocal acentuada dentro de un poema o una canción. Las  rimas se relacionan con una composición en verso (palabra o conjunto de palabras sujetas a medida y cadencia, o solo a cadencia) del género lírico.

Para hallar sus orígenes, nos tenemos que remontar a los tiempos en los que no existía la imprenta y los juglares eran los encargados de divertir con música o con literatura. Su repertorio estaba formado por cantares de la gesta, que eran largas narraciones que retrataban las historias de los héroes nacionales. En estas actuaciones, la rima y el verso eran sus fieles compañeros para recordar textos larguísimos. ¿Acaso no tienen aún hoy en la memoria alguna poesía estudiada en verso?

 

“Sal, solcito, / caliéntame un poquito por hoy, por mañana, / por toda la semana”.

EN LA PROSA

Ahora bien, cuando escribimos en prosa (forma de expresión habitual, oral o escrita, no sujeta a las reglas del verso), debemos evitar las rimas, porque empobrecen el texto.

Por ejemplo, en nuestra lengua, existe una gran cantidad de palabras terminadas en -on (Borges decía: “Me persiguen los sustantivos terminados en -ion”). Nuestra tarea, al momento de redactar un texto, será buscar sinónimos para que no se produzcan las rimas. Así, en vez de: “la función de la institución”, se preferirá: “el rol de la institución”.

El porqué de esta norma de estilo tiene que ver con la necesidad de conseguir una redacción que llegue al lector de la manera más transparente posible. El objetivo de un texto es que el lector se zambulla en el contenido y que la escritura funcione como un simple canal. Si, en cambio, el relato está plagado de rimas, la atención de quien lee se dirigirá a ese cantito que tenemos tan arraigado desde niños, y se perderá de lo realmente importante: lo que se dice.

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