Jordan es un dibujo animado

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Osvaldo Wehbe.

Osvaldo Wehbe
Periodista y relator deportivo.
Ilustración: Pini Arpino

Alguna vez pensé en lo extraordinario que debe ser vivir dentro del mundo NBA.
Como jugador, técnico y hasta espectador consuetudinario, con un abono pago para todo el año, en alguna ciudad de los EE.UU.
Ni hablar como periodista de cada evento. Y en ese marco, con la imagen inalcanzable de Michael Jordan, para rivales y demás, discurrí de qué tema lo interrogaría en una rueda de prensa al gran Air Jordan. Inmediatamente me di cuenta de que mi inquietud era la de un niño que admira a un gigante irrepetible. Y para tratar de sentarme cerca de su figura, mi turno de reportero sería para curiosear: “Hola, señor Jordan, ¿qué tal fue jugar con Bugs Bunny y el Pato Lucas?”. Tal vez esa pregunta fuera de lugar, teniendo en cuenta al dios del básquetbol que estaba enfrente contestando sobre los Chicago Bulls, Scottie Pippen, Magic Johnson y Larry Bird, lo sacase del momento habitual. Y además lo haría darse cuenta de mi amor por la ficción. Y es así. Me gustan mucho los dibujos y sostengo que gente como Jordan forma parte de ellos, aunque no nos demos cuenta.
Me ha pasado con jugadores de fútbol, mucho más cercanos a mi trabajo cotidiano.
Maradona era para mí un ser de ficción. Pero como logramos saber en el final de la historia de Pinocho, terminó siendo un niño de verdad. Y Michael Jordan no desentonaba en la película Space Jam junto a los Looney Tunes.

Se es, al menos, casi de fantasía si se ganan seis anillos con Chicago Bulls, promediando 30,1 puntos por partido en toda su carrera, el mayor promedio en la historia de la liga. También si se obtienen diez títulos de máximo anotador, cinco MVP de la temporada, seis MVP de las finales; si se es nombrado en el mejor quinteto de la NBA en diez ocasiones, en el defensivo nueve veces, líder en robos de balón durante tres años y un premio al mejor defensor de la temporada. Y si desde 1983 apareció en la portada de la prestigiosa revista deportiva Sports Illustrated en 50 ocasiones, todo un récord, además de ser designado deportista del año en 1991 y mejor atleta del siglo XX por ESPN. Eso no puede ser verdad. Pero lo es.
Michael Jeffrey Jordan nació en Brooklyn, Nueva York, el 23 de febrero de 1963.
Anda por los 56 años. Desde chico alternó básquetbol, béisbol y fútbol americano, siendo apartado en un momento para el deporte del cual luego sería el más grande de la historia por medir apenas 1,80.
Cuando en la Universidad comenzó a mostrar sus capacidades, fue llegando en crecimiento natural y de entrenamiento a 1,98 y a 98 kilos en el pináculo de su vida deportiva.
Definido como ofensivamente imparable, pero además uno de los mejores defensores de la historia, las calificaciones en uno u otro sector de la cancha hablan de un jugador completo como jamás se vio.
Por todo ello es que hago la formal promesa, si la vida me permite estar cara a cara con él, de preguntarle cosas de su juego, de los equipos de club en donde jugó y del Dream Team. No haré mención de Elmer Gruñón o Porky, Bugs Bunny o Lucas.
Aunque ganas no me faltarían. Jordan es un dibujo que fue un hombre de verdad.