Palabras “registradas”

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Agustina Boldrini
Lic. en Comunicación Social. Correctora de textos.

Nuestro día a día está lleno de productos que son vendidos por infinidad de firmas comerciales. Y muchos de ellos son nombrados por su marca: el Off (el repelente), el Casancrem (el queso crema), el Chuker (el edulcorante).
Ahora bien, ¿sabían que muchos términos que pensamos que son palabras comunes en realidad derivan directamente de marcas registradas? Lean y sorpréndanse: “teflón”, “granola”, “diésel”, “curita”, “rímel”, “ping-pong”…
Hay firmas que lanzaron al mercado productos cuyos nombres adquirieron tal popularidad que el uso transformó estos sustantivos propios (escritos con mayúscula inicial) en palabras comunes (escritas con minúscula) que designan al conjunto de objetos que comparten estas características.

Aceptadas por la RAE
En la edición actual del Diccionario de la lengua española, de la Real Academia Española (RAE), pueden contarse 80 términos que proceden de marcas registradas. Entre ellos se encuentran “jacuzzi”, “maicena”, “cuáquer” (además de los ya nombrados).
Las bañeras para hidromasajes se conocen como “jacuzzis” (con itálica, porque según el diccionario es una voz inglesa). Más de una vez se puede oír que muchos dudan sobre la diferencia que existe entre ambos términos («bañeras con hidromasajes» y «jacuzzis»). Lo gracioso es escuchar las respuestas que se ensayan para definir los puntos que los distinguen, porque en realidad son sinónimos.
La palabra “jacuzzi” tiene su origen en 1956, en el invento de uno de los hermanos Jacuzzi, de la firma Jacuzzi Bros., dedicada a la producción de hélices y de tecnología para el campo. Por aquellos años, el hijo de este señor manifestaba síntomas de una grave artritis reumatoide. Los médicos le sugerían hacer tratamientos de hidroterapia en centros especializados, pero Jacuzzi decidió adaptar una bomba de inmersión destinada a la agricultura para convertirla en un dispositivo portátil que se colocaba en las bañeras y generaba burbujas. Así nacían las bañeras con hidromasajes.
Por otro lado, el término “maicena” (harina de maíz) tiene una curiosidad ortográfica. La marca registrada que le da origen es Maizena, sin embargo, cuando se populariza y pasa a formar parte del diccionario, cambia la “z” por “c”, para respetar la regla ortográfica que dice que delante de “e” y de “i” no se escribe con “z”.
Asimismo, la palabra “cuáquer” también adapta su forma al castellano, a partir de la firma Quaker. Este término es tan popular que hasta tiene un dicho: “Es más bueno que el cuáquer”. Nadie diría “Es más bueno que la avena en copos”.

“¿Sabían que muchos términos que pensamos que son palabras comunes derivan de marcas registradas?”.

De boca en boca
Además, se pueden detectar muchas más voces en el habla cotidiana que no están reconocidas por la RAE, pero que, por su popularidad, son de uso frecuente. Los ejemplos abundan, entre ellos: “cintex” (cinta adhesiva), “rolisec” (rollos de cocina), “tupper” (recipientes plásticos), “savora” (mostaza).
Un caso interesante es el de la palabra “geniol” (de la firma Geniol). Mucha gente llama de esta manera a la aspirina, término que también tiene sus orígenes en una marca: Aspirin. La diferencia es que la primera no está aceptada por la RAE y la segunda sí.
Lo cierto es que nadie recomendaría tomar una píldora de ácido acetilsalicílico para detener un dolor de cabeza. Por lo tanto, démosles la bienvenida a estos nuevos sustantivos comunes.