Belgrano y la educación

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Manuel Belgrano pensaba que la primera tarea que se debía emprender para construir un país más justo consistía en modificar radicalmente el sistema educativo colonial: “Los niños miran con fastidio las escuelas, es verdad, pero es porque en ellas no se varía jamás su ocupación; no se trata de otra cosa que de enseñarles a leer y escribir, pero con un tesón de seis o siete horas al día, que hace a los niños detestable la memoria de la escuela, que a no ser alimentados por la esperanza del domingo, se les haría mucho más aborrecible este funesto teatro de la opresión de su espíritu inquieto y siempre amigo de la verdad. ¡Triste y lamentable estado el de nuestra pasada y presente educación! Al niño se lo abate y castiga en las aulas, se le desprecia en las calles y se le engaña en el seno mismo de su casa paternal. Si deseoso de satisfacer su curiosidad natural pregunta alguna cosa, se le desprecia o se le engaña haciéndole concebir dos mil absurdos que convivirán con él hasta su última vejez”. Don Manuel propuso la absoluta igualdad de oportunidades para el hombre y la mujer. Entendía que “la mujer es la que forma en sus hijos el espíritu del futuro ciudadano”; de manera que una mujer ignorante es una mala generadora de ciudadanos, porque lo será de ciudadanos retardados, poco productivos e incompetentes para una nación democrática.

Escribió: “El sexo femenino, sexo en este país desgraciado, expuesto a la miseria y desnudez, a los horrores del hambre y estragos de las enfermedades que de ella se originan, expuestos a la prostitución, de donde resultan tantos males a la sociedad, tanto por servir de impedimento al matrimonio, como por los funestos efectos con que castiga la naturaleza este vicio, expuesto a tener que andar mendigando de puerta en puerta un pedazo de pan para su sustento”.1

“Don Manuel propuso la absoluta igualdad de oportunidades para el hombre y la mujer”.

Pero no se hacía ilusiones con las simples proclamas o los cambios formales: “Tenemos muchos libros que contienen descubrimientos y experiencias que se han hecho en agricultura, pero estos libros no han llegado jamás al labrador y a otras gentes del campo”. En 1798, redactó el primer proyecto de enseñanza estatal, gratuita y obligatoria: “Pónganse escuelas de primeras letras costeadas de los propios y arbitrios de las ciudades y villas, en todas las parroquias de sus respectivas jurisdicciones, y muy particularmente en la campaña, donde, a la verdad, residen los principales contribuyentes a aquellos ramos y a quienes de justicia se les debe una retribución tan necesaria. Obliguen los jueces a los padres, a que manden sus hijos a la escuela, por todos los medios que la prudencia es capaz de dictar”. Promovió entusiastamente el estudio de la historia, porque, según sostenía: “Se ha dicho muy bien que el estudio del pasado enseña cómo debe manejarse el hombre en lo presente y porvenir. […] Nada importa saber o no la vida de cierta clase de hombres, que todos sus trabajos y afanes los han contraído a sí mismos y ni un solo instante han concedido a los demás”. 

1 Luzuriaga, Aníbal Jorge. Manuel Belgrano. Estadista y prócer de la independencia Argentina. Universidad de Morón, Bs. As., 2004.

Ilustración Pini Arpino.