Sara

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Sara Chamberlain nació en Lewisburg, un pueblo de Pensilvania (EE.UU.), allá por el año 1840. Su familia pudo brindarle una buena educación. Al estallar la guerra civil, se postuló como voluntaria para atender a los heridos del bando antiesclavista en Nashville y Tennessee. Uno de sus pacientes fue el capitán Charles Friederick Eccleston. Allí nació el amor y se casaron el 24 de octubre de 1866. Con el tiempo, vendrían los hijos, John y Emily Eccleston. Enviudó en 1875, continuó con la crianza de sus niños e ingresó en la Escuela Normal en Filadelfia. En ese lugar encontró su primera vocación en la formación de los más pequeños en los jardines de infantes. 

Sus amigas Elizabet y Mary Peabody le presentaron a un argentino muy interesado en la educación, con quien intercambiaron ideas sobre la importancia de la educación popular para el desarrollo de una nación. Sara siguió ejerciendo la docencia mientras crecía su reconocimiento, lo que llevó al estado de Minnesota a encargarle la creación de la primera escuela para formación de maestras de kindergarten.

Sarmiento no se olvidaba de su experiencia en los Estados Unidos y le recomendó a Eduardo Wilde, ministro de Instrucción Pública del presidente Julio A. Roca, que convocara a maestras norteamericanas para impulsar los primeros ciclos de la enseñanza. Entre ellas, llegó Sara junto a su hija Emily en agosto de 1883. 

Destinada a la Escuela Normal de Paraná, dirigida por entonces por José María Torres, pronto se enfocó en la creación y dirección de lo que llamó el “departamento infantil”. La tarea de Sara fue enorme. Le dio un gran impulso a la formación especializada de docentes de jardín de infantes con modernos planes de estudio, haciendo foco en las actividades prácticas. Fundó el jardín de infantes de Concepción del Uruguay y presidió la delegación argentina en la Conferencia Mundial de Docentes de Kindergarten en Chicago, en 1893. Pocos años después asumiría la dirección del Profesorado de Maestras Jardineras de Buenos Aires. Pero Sara no se limitó a impulsar la enseñanza inicial en la capital, recorrió todo el país difundiendo sus saberes y las innovaciones pedagógicas. En 1899 fundó la Sociedad Internacional de Kindergarten con sede en Buenos Aires, que en 1900 se incorporaría al Consejo Internacional de la Mujer. La militancia feminista de Sara quedó clara al ser una de las promotoras del Consejo de Mujeres de la República Argentina. Fueron estas mujeres las que impulsaron el concepto de “infancia”, proclamando que los niños y las niñas no eran una “propiedad” de sus padres, sino sujetos de derechos. 

Se jubiló en 1903 y se dedicó a la actividad privada, fundó su propio jardín y una escuela primaria destinada a los hijos de las comunidades de habla inglesa. Continuó recorriendo el país, dictando capacitaciones, dando charlas y conferencias, y promoviendo la educación musical a través de publicaciones que ella misma financiaba. 

En 1910 volvió a la función pública en Mendoza, donde el gobierno local le encargó la organización del nivel inicial. Moriría seis años después en su casa del barrio de Belgrano, en Buenos Aires. Sus restos descansan en el Cementerio Británico de Buenos Aires.