¡Oh, la risa!

Hace bien, lo sabemos porque lo hemos experimentado. En todas sus dimensiones, la risa hace bien. Chiquita, tímida, cómplice, desmesurada, loca. Apenas sonrisa o toda carcajada. Nos libera y nos provoca, a veces nos deja pensando y siempre nos hace más fácil el camino.

La risa también es un arte. Lo ejercitaban los antiguos griegos con Aristófanes a la cabeza, llenando de público sus teatros. La comedia y los comediantes nos acercan desde tiempos remotos la maravillosa posibilidad de descifrar la vida bajo otras reglas.

Justamente por eso, porque sabemos de su poder y su valía, quisimos reivindicar la risa.

¿De qué otra manera nos imaginaríamos, por ejemplo, a Soledad Silveyra si no fuera luciendo una enorme sonrisa? ¿Cómo haríamos para impedir la carcajada explosiva de Malena Guinzburg? ¿Qué sería de las historias si no existiera el modo de contar de humoristas como Cacho Buenaventura?

“Para esta nota traté de ser más conservadora, más adulta. Pero me sale jugar, reír. No perdí la capacidad de jugar, y creo que eso está muy bueno”, nos dijo Solita durante la entrevista y la producción de fotos que le hicimos para la tapa. ¡Ya lo creo que eso está muy bueno! Son capacidades que queremos seguir disfrutando de esta actriz llena de proyectos.

Hacer reír es lo que más le gusta a Malena Guinzburg. La joven actriz, hija del inolvidable Jorge Guinzburg, brilla en el teatro, la tele, la radio, en un stand up o donde se lo proponga. Para ella, el humor es un modo de vida y también un ejercicio que salva y sana. En tiempos difíciles, la gente se lo agradece.

¿Y qué decir de Cacho? Mejor, escucharlo. Para eso, a partir de esta edición, ustedes podrán disfrutarlo en el espacio al que denominamos “Pará un Cacho que te cuento”. Solo tienen que ir a la página 9, después me cuentan.

Que la disfruten.

¡Buena vida!