Las carreras del futuro

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Ciencias de datos, ingeniería de la innovación, bioinformática, ingeniería en inteligencia artificial son solo algunas de las carreras del futuro que ya forman parte del presente. Universidades públicas y privadas adaptan su oferta a las nuevas demandas.

Fotos: Istock

El vertiginoso avance de la tecnología, que provoca desde cambios en el comportamiento y en el modo de relacionarse hasta en el mercado laboral, viene impulsando en los últimos años transformaciones en las ofertas educativas de nivel superior y universitario.

Todo está cambiando de manera acelerada, y la creciente industria de la información ha desnudado el déficit de recursos humanos en esta área en el país. 

La Cámara de la Industria Argentina del Software (CESSI) estima que cada año quedan sin cubrir alrededor de 5000 puestos de trabajo. La proyección para el 2030 indica, además, que se requerirán unos 500 mil puestos vinculados a la industria del conocimiento.

Ciencias de datos, ingeniería de la innovación, biotecnología, bioinformática, biomedicina, negocios digitales, ingeniería en inteligencia artificial (se dictará en la Universidad de San Andrés en 2022) y matemática aplicada son hoy algunas de las disciplinas a la vanguardia de la tecnología que pretenden formar personas capaces de sacarles el jugo a los datos en la era de la información.

En los últimos tiempos, las universidades públicas y privadas de distintas provincias vienen adaptando sus ofertas a las nuevas demandas. Cada vez son elegidas por más estudiantes, aunque el número de interesados está aún muy lejos de las más tradicionales. 

En otras palabras, las “carreras del futuro”, que ya son las carreras del presente y están en reconversión permanente, comienzan a tener un lugar visible. 

Nicolás Wolovick, licenciado en Ciencias de la Computación y profesor de la Facultad de Matemática, Física, Astronomía y Computación de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC), explica que las carreras del futuro con mayor impacto son aquellas que combinan dos o más disciplinas relacionadas con la tecnología. Computación Cuántica (física y computación) o Bioinformática (computación aplicada a la biología), por citar solo algunos ejemplos. 

“Computación pura no es una carrera del futuro, atrae poca gente. Pero sí tienen mucho sentido las carreras que tienen gran aporte de computación, como Ciencias de Datos o aprendizaje automático. Son aplicaciones de las ciencias básicas hacia otros campos y ahí hay grandes vacíos”, apunta Wolovick.

CIENCIAS DE DATOS

La Universidad de Buenos Aires (UBA) abrió este año la Licenciatura en Ciencias de Datos, dentro de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales. 

Ana María Bianco, directora adjunta de la carrera, asegura que la oferta que combina computación y matemáticas ha generado gran interés entre los ingresantes. 

“Las posibilidades de inserción laboral son altas y diversas. Hoy cualquier decisión que se tome en una industria, en finanzas, en el Estado o en ciencias es basándose en análisis de datos. La inserción es múltiple. También en el ámbito académico y científico. Son alumnos que ni bien egresan tienen trabajo, con salarios muy interesantes”, subraya Bianco.

La Licenciatura en Ciencias de Datos también se cursa, entre otras, en la Universidad Nacional de Guillermo Brown, en la ciudad de Burzaco, provincia de Buenos Aires, y en universidades privadas como la Torcuato Di Tella, en la ciudad de Buenos Aires.

BIOINFORMÁTICA

En la Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional de Entre Ríos (UNER) se dicta la carrera de Bioinformática, creada en 2004 y con su primera cohorte de egresados en 2010. La propuesta acopla biología, física y química con computación y matemáticas.

“Con el advenimiento del programa de genoma humano, la idea fue trabajar con herramientas que combinasen las ciencias exactas con las ciencias biológicas. Ese es el origen y la motivación de la carrera”, explica Víctor Casco, vicedecano de Ingeniería y director del Instituto de Investigación y Desarrollo en Bioingeniería y Bioinformática, del CONICET y la UNER.

“Hay una alta demanda de nuestros graduados en el mercado. Los primeros estudios que hicimos antes de abrir la carrera estuvieron basados en el pedido de empleo en revistas científicas de prestigio a nivel internacional. En el país no estaba tan desarrollada esa temática. Nuestros graduados están todos empleados, fundamentalmente en el sector científico. Aunque en la actualidad también están relacionados con el desarrollo de fármacos, de vacunas”, explica Casco. 

“La bioinformática ha servido para desarrollar nuevas vacunas y fármacos, pero también para analizar problemas ambientales”.
Víctor Casco

La matrícula crece año tras año. “Todos los graduados han conseguido posiciones para hacer sus doctorados e insertarse en la academia, en actividades científicas. Algunos están trabajando a nivel privado, sobre todo, en institutos de diagnósticos que cuentan con herramientas de alta tecnología, bioquímicos o de biología molecular. Y tienen grandes perspectivas en cuanto al trabajo con vegetales”, aclara el vicedecano.

La Universidad de Quilmes, por su parte, dicta la carrera de Biotecnología, y la Universidad Argentina de la Empresa (UADE), de gestión privada, también ofrece Bioinformática. 

“En el exterior, salvo en Israel y en los Estados Unidos, no existe prácticamente como carrera de grado”, agrega Casco, y explica que es una oferta educativa sincrética muy novedosa para el mundo. 

“Son carreras del presente, pero tienen mucho futuro. En estos últimos dos años ha quedado demostrado que la bioinformática ha servido para el desarrollo de nuevas vacunas y fármacos, pero también, un aspecto no demasiado conocido, para modelos epidemiológicos y para analizar problemas ambientales”, sostiene Casco.

En la actualidad, graduados en Bioinformática de la UNER trabajan en la modelización de la pandemia del virus SARS-CoV-2 y en la proyección de la patología con poblaciones vacunadas o no inoculadas en relación con todas las variables dentro del cuadro de la pandemia. 

COMPRENDER EL MUNDO DIGITAL 

¿De qué manera “despertar” en el secundario el placer por el estudio de estas ciencias que se van posicionando como neurálgicas para las sociedades del presente?

Marcos Gómez, doctor en Ciencias de la Computación, especializado en didáctica de esta ciencia, considera que, en primer lugar, la enseñanza de ciencias de la computación en la escuela debe promover la ciudadanía; es decir, permitir vivir en el mundo digital y comprenderlo. 

“Nuestra vida ha cambiado. El modo de resolver los problemas diarios se vincula con el uso de computadoras. Entender cómo funcionan nos da otras herramientas para poder tomar decisiones”, plantea Gómez.

En la misma línea, Cecilia Martínez, doctora en Educación, profesional adjunta de CONICET y docente de la UNC, considera que urge que las escuelas secundarias aborden la comprensión del mundo digital. 

“Es necesario no solo para entender el mundo atravesado por lo digital, sino, y más importante, para participar de él, para no ser meros espectadores, para poder hacernos preguntas y pensar en cómo la tecnología digital puede (o no) contribuir al bien común”, plantea. 

Y agrega: “Los ‘programas’ computacionales median todas las áreas del desarrollo social y productivo, y este proceso se seguirá intensificando. Comprender cómo funcionan los programas es necesario para no ser nosotros programados por ellos”.

Nicolás Wolovick, en tanto, considera que en el secundario aún se enseña tecnología desde la ciencia básica, con un gran nivel de abstracción. 

“¿A quién le interesa la física porque sí? Tiene que haber una conversión de la escuela para que toda enseñanza tenga una mirada más social, de más aplicación, de derechos. La gente no elige estas carreras vinculadas a la tecnología porque no entran dentro del radar, porque no las conoce”, concluye.