MERIENDAS SALUDABLES

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Estudiantes secundarios de la localidad cordobesa de Unquillo producen una merienda saludable para niños que asisten a salas cuna. 

Foto: Gentileza IPEMyT N23

Los estudiantes de la escuela técnica IPEMyT 23 Lino Enea Spilimbergo de Unquillo, con orientación en Industrias de los Alimentos, encontraron una manera de contribuir con su comunidad: todas las semanas producen meriendas de alto valor nutricional para 80 niños.

La propuesta surgió en la materia Formación en Ambiente de Trabajo, a cargo de la docente Marina Elizabeth Bracamonte. “La escuela tiene una sala de producción similar a una panificadora que recibimos a través de una donación, pero con la pandemia no se pudo usar. Este año, como estaba complicado que los chicos pudieran hacer las pasantías, le propuse a la directora ponerla en marcha”, cuenta a Convivimos

Los jueves por la tarde, los estudiantes realizan la producción de alimentos y los viernes los distribuyen. Un estudiante asume el rol de jefe de producción, para controlar la materia prima, las condiciones del proceso de elaboración, el envasado y el producto final. El resto del curso realiza otras tareas, y todas las semanas rotan. “Ellos saben que esto es un trabajo, que estamos tratando con niños y que lo que hagamos puede impactar en la salud”, explica la docente. 

Además, destaca que los alumnos están muy comprometidos y que “el proyecto aspira a que puedan verse como emprendedores y conozcan el potencial de lo que pueden hacer”.

Alfajores, budines, muffins o galletas son algunas de las viandas que llegan a las casas cuna de la mano de dos estudiantes del IPEMyT, envueltas en paquetes individuales con una ilustración realizada por los chicos de primer año y una etiqueta con información nutricional. “A los niños les gusta recibir un alimento envasado exclusivamente para ellos. Lo sienten como un regalo y los incentiva a comer”, asegura la responsable del proyecto. 

En tanto a los estudiantes los motiva colaborar desde la escuela con la comunidad. Micael Hernández, de 18, dice: “Somos responsables de un conjunto de seres humanos, y su integridad depende de nosotros”. Su compañera Agustina Sánchez opina: “Me gusta brindarles a los niños un alimento saludable y libre de aditivos, para fortalecer su crecimiento”. Además, asegura que en la sala de producción se organizan “de manera profesional” y “distribuyen las tareas para realizar correctamente el alimento y que sea inocuo”. Por último, María Laura Argañaraz, de 18, cuenta que disfruta de ver la “felicidad de los niños” tanto como la posibilidad de “aplicar los conocimientos que aprenden en el aula”. 

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