Sapukay, donde vive el cine

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“Sapukay. La Casa de Fernando Birri” es un centro cultural y mucho más. En San José del Rincón (Santa Fe) funciona una escuela de alfabetización audiovisual y de títeres que sigue las huellas del reconocido cineasta argentino.

Foto: Gentileza Sapukay

Qué mejor lugar para aprender a hacer cine que la casa de Fernando Birri, el “padre” del nuevo cine latinoamericano? El cineasta, poeta y actor santafesino falleció en 2017 y “el rancho” (como le gustaba decir) que construyó a mediados de los 90 junto con un amigo y colega que además era maestro mayor de obra funciona hoy como un espacio artístico de gestión pública, destinado a introducir a niños, jóvenes y adultos en el mundo cinematográfico y del teatro de títeres.

Luego de su muerte, la vivienda –que está ubicada en la localidad de San José del Rincón, en las márgenes del arroyo Ubajay y el río Colastiné, muy cercana a la ciudad de Santa Fe– comenzó a ser cogestionada por el Ministerio de Innovación y Cultura de la provincia y el municipio. Allí funciona una escuela de cine para niños de cuatro a diez años que acuden a talleres semanales de duración trimestral. “Se trabaja en la construcción del relato audiovisual, con técnicas de stop motion, con el acompañamiento de una docente de artes visuales y una de cine. Les enseñan a pensar personajes y a darles vida a través de una cámara multiplano, construida de manera casera, que permite ver capas de una imagen y que está conectada a una computadora con un programa de edición para trabajar esta idea de animación”, explica Amiel Rodríguez, coordinadora de “Sapukay. La Casa de Fernando Birri”.

El verano pasado, los participantes del taller realizaron un registro de eventos artísticos con el objetivo de profundizar en el manejo de las cámaras. “Fuimos a cubrir música en vivo, con artistas que se presentaban en la costa. Allí aprendieron a hacer manejo de sonido y luces, la utilización de las cámaras, como un taller exprés de cine”, cuenta Rodríguez. Una de las propuestas que quedó en el tintero y con la que piensan avanzar en los próximos meses es la introducción al mundo cinematográfico con grupos de otras edades.  

En Sapukay también se realizan talleres de títeres, dirigidos a un público amplio, de todas las edades. “Incorporamos a artistas reconocidas que viven en esta zona porque nos parece una forma más simple de relacionarnos con el ambiente y con la gente que nos rodea”, dice Rodríguez. Los talleres de construcción y manipulación de títeres y objetos se realizan una vez por semana con jóvenes de seis a doce años, y también existe un espacio para trabajar con adultos. “Hay un proyecto más grande detrás, con la idea de acompañar a los adultos en el tránsito por instituciones educativas, vecinales, escuelas, con temáticas de interés popular. Queremos que el espacio sea un semillero y que los participantes puedan desprenderse y continuar con sus propias presentaciones”, añade.

Para favorecer el vínculo entre la institución y la comunidad, la coordinadora explica que las producciones que realizan salen a rodar por distintos ámbitos. Lo hacen ya sea acompañando actividades que se realizan a lo largo de la costa los fines de semana, en bibliotecas o en centros vecinales a través de funciones de cine rodante, con películas propias o hechas por realizadores santafesinos, así como también con funciones de títeres, que son esencialmente “trotamundi”. 

Si bien las actividades presenciales se vieron “replegadas” debido a la pandemia, la virtualidad también les permitió llegar a su público. En los meses de mayores restricciones, la escuela de cine mudó sus actividades a una plataforma virtual de acceso gratuito, y, a la vez, las docentes continuaron armando materiales para que las familias pasaran a buscarlos por el centro cultural. “Construimos estos desafíos para mantener el vínculo con los padres y los chicos”, explica la coordinadora. En el caso del taller de títeres, también se distribuyeron clases grabadas y había contacto virtual una vez por semana entre profesores y alumnos.

“Nosotros trabajamos a lo ‘birriano’”, afirma la fiel seguidora del cineasta. Y agrega: “Él tenía un proyecto ambicioso de cine documental, de aprender haciendo, con cámara en mano. Fernando decía que la cámara va a la altura de los ojos del hombre y que la gente te va a dar material para contar”.

OBRA Y LEGADO

Además de los talleres que se realizan en Sapukay, se creó un espacio de investigación colaborativo de la vida y obra de Fernando, con residentes jóvenes, estudiantes del Instituto Superior de Cine y Artes Audiovisuales de Santa Fe, que realizan trabajo de archivo y documentación de lo que sucedió en la casa de Birri, de qué historias y proyectos ha sido testimonio este lugar y de las producciones que realizó el cineasta. “Seguimos sosteniendo la idea de Fernando de documentar la realidad. Lo vemos como un espacio de formación, que permite que residentes puedan realizar un programa de pasantías de la provincia, que indaguen sobre teatro, arte popular y organización social”, explica Amiel Rodríguez.

Al mismo tiempo, están trabajando en un proyecto para “mundializar la casa”, lo que implica poder generar un recorrido virtual 360 por una de las tres casas centrales que habitó el cineasta: el “rancho” en San José del Rincón, la casa de Cuba y la de Italia, donde finalmente falleció. “Con cada una de sus producciones, Fernando generó redes humanas, relaciones, y nosotros intentamos agarrarnos de eso y no construir la historia solos. Para eso, estuvimos haciendo entrevistas y localizando gente que nos pueda hablar de esos espacios”, afirma entusiasmada quien desde hace años viene trabajando en la vida y la obra de Fernando Birri. 

CÓMO COMUNICARSE:

Sapukay. La Casa de Fernando Birri

En Instagram y Facebook: @Sapukay.sf

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