Arturo Puig: “El mundo del teatro me maravilló”

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Tiene más de 50 años de carrera entre cine, teatro y televisión. Lidió con la fama absoluta y también con la frustración de no conseguir trabajo. La actuación es su vida, pero pudo descubrir la pasión por dirigir. Arturo Puig, el actor que supo reinventarse para seguir triunfando.

Por: Leonardo González

Fotos: Nicolás Pérez

 

Nadie es capaz de salir indemne de esa gran sonrisa. Se podría decir que Arturo Puig fue el papá que todo argentino quería tener en los años 90. Con picos de 62 puntos de rating, ¡Grande, pa! es el programa más visto de la historia de la televisión de nuestro país. Pero en la vida de este actor nacido en Buenos Aires, hay muchos más condimentos. Su bisabuelo trajo a estas tierras la primera utilería, oficio que continuaron su abuelo, su padre y su tío. La utilería Puig participó en muchas películas filmadas durante la época de oro del cine nacional. Hizo una gira por el Bronx, Brooklyn, Nueva Jersey y Manhattan (por la telenovela Nino), supervisada por un empresario con una pistola calibre 45 en su cintura. La primera vez que fue invitado a un almuerzo con Mirtha Legrand, la anfitriona no estaba y fue suplantada por Orlando Marconi. Perdió un premio Martín Fierro en el rubro “Revelación” frente al Topo Gigio. Tiene dos discos editados como cantante. Juega al tenis, es lector compulsivo, adicto a la televisión y muy fanático de Steve McQueen (tiene la réplica de los anteojos y el reloj que usaba el actor norteamericano). Durante la entrevista, repasamos sus comienzos, su fructífera carrera y más de una anécdota increíble.

¿Qué fue lo que te impulsó a ser actor: la empresa familiar o que tu mamá te llevara tanto al cine?

Las dos cosas. Mi bisabuelo, que no conocí, por supuesto, fue el que trajo la primera utilería a la Argentina. Él vino desde España con la compañía de María Guerrero y su esposo, Fernando Díaz de Mendoza, que fueron quienes construyeron el Teatro Cervantes. El mundo del teatro me maravilló. Y en cuanto a mi mamá, con ella íbamos al cine dos veces por semana en la época en que se daban tres películas. Me vi todos los films habidos y por haber.

¿Cómo fue tu aproximación al teatro?

Lo acompañaba mucho a mi papá, un día estaban haciendo la obra Panorama desde el puente, con el actor Pedro López Lagar. Él no sabía que yo era el hijo del empresario y me dijo que subiera al escenario porque tenía que marcar el final cuando terminaba la obra. Así que subía, señalaba y me iba. Ese era todo mi papel.

¿Y en la televisión?

Me costó mucho entrar a la televisión. Hacía papeles muy pequeños, hasta que pude protagonizar Carmiña. Fue un gran éxito que desembocó después en muchas temporadas fabulosas trabajando con Alberto Migré.

“Un día un productor amigo me dijo que estaba en una lista negra”.

¿Es cierto que te prohibieron durante la dictadura?

Sí, es cierto. En ese momento era muy amigo de Piero y nos veíamos muy seguido, porque vivíamos a cuatro cuadras. Nos juntábamos mucho. Un día su hermana le avisó que lo estaban buscando para “chuparlo”. Él me llamó, me lo contó y le dije que se viniera para casa. Vino y se quedó viviendo una semana mientras trataba de conseguir contactos para irse a México o España, donde finalmente decidió vivir. Con Selva [Alemán] lo llevamos a Ezeiza, en donde yo conocía a alguien que nos permitió que lo acompañáramos hasta la escalera del avión, por las dudas. Fuimos y volvimos con mucho miedo de que nos pasara algo. Con el tiempo, no nos llamaron para trabajar a ninguno de los dos, hasta que un día un productor amigo me dijo que estaba en una lista negra. Como en la televisión no podíamos trabajar, nos dedicamos entonces a hacer giras teatrales. Después averiguamos y fue por haber ayudado a Piero a salir del país.

Su padre no quería que fuera actor, pero no pudo evitar el sueño que tenía su hijo y dejó que se anotara en el Instituto Vocacional de Arte “Manuel José de Labardén”, donde estudió cuatro años. Después se perfeccionó tomando clases con Augusto Fernandes y con Agustín Alezzo.

Arthur Miller fue el que te devolvió al trabajo después de ese período de inactividad que tuviste tras ¡Grande, pa! El mismo autor con el que te subiste a un escenario. ¡Claro! Cuando tuve esa etapa de tres años sin ser llamado porque los productores decían que estaba muy identificado con ese personaje, ahí me dije que iba a comenzar a hacer teatro, el que yo quería. Creo que debo ser uno de los pocos actores que hizo tantas obras de Miller seguidas. Lo admiro mucho como autor y me parece que sus obras son maravillosas.

No solo te reinventaste como actor en ese ámbito, sino que también después probaste dirigir.

Hacía mucho tiempo que quería dirigir, había absorbido mucho de todos los directores que me habían tocado en mi carrera. Trataba de ver qué era lo mejor que hacían, y esas cosas se habían quedado muy fuertes en mí. Justamente en El precio, con Antonio Grimau y Selva, teníamos una escena con Antonio en la que no se sentía conforme. Entonces le dije que, si me permitía, le sugería un par de cambios. La escena salió bárbara y Grimau me dijo que tenía que dedicarme a dirigir.

¿Cómo llega la primera oportunidad para hacerlo?

Pasó el tiempo, y un día Gustavo Yankelevich, del cual soy amigo hace más de 40 años, me citó para tomar un café y me comentó que había estado en París y que había visto una obra con un gran éxito llamada Le Prenóm. Me pidió que la leyera y le dijera qué me parecía. Lo hice, me pareció muy buena e interesante, pero algo larga. Me junté con Gustavo de nuevo, se lo comenté y después le pregunté qué papel quería que yo representara, porque me parecía que los personajes tenían que ser un poco más jóvenes. Y me dijo que quería que la dirigiera, si me animaba. Me vino el recuerdo de Antonio y le conté que me iba a hacer cumplir un sueño. Y así comenzamos a trabajar, y por suerte me fue muy bien. Después llegó Lluvia de plata, Piel de Judas –con Susana [Giménez]– y ahora Sugar.

Título del spoiler

Una vez que la obra está puesta, voy a verla al menos dos veces por semana, porque siempre hay algo para cambiar. Ahora que estoy protagonizando El vestidor se me juntan los horarios. Tengo la información que me pasa el asistente, que me va diciendo cómo están saliendo las funciones, pero cuando puedo, voy a verlas.

Arturo se casó muy joven y tuvo a sus dos hijos: Ximena y Juan. Pero es en la década del 70 en donde conoce al amor de su vida, la actriz Selva Alemán. Coincidieron para trabajar en la novela Fernanda, Martín y nadie más (1974), y apenas se estrecharon la mano el flechazo fue inmediato.

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La conocía porque la había visto varias veces en teatro, y me parecía una actriz fantástica. Después de que terminé Carmiña, el canal me propuso hacer otra tira con otra pareja, porque María de los Ángeles Medrano estaba haciendo otra novela. Me proponen a Selva, que estaba medio retirada de la actuación, y dije que sí porque me encantaba. Cuando comenzamos a grabar, surgió un amor que no podíamos ocultar y tuvimos que separarnos cada uno de su pareja.

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Estuvimos como un año en que no nos decidíamos, hasta que nos dimos cuenta de que lo que nos pasaba era demasiado fuerte. Obviamente, ninguno de los dos estaba demasiado bien con su respectiva pareja. Nos separamos y nos fuimos a vivir juntos.

Una historia maravillosa es la de tu hija y los chicos que adoptó en Rusia. ¿Cómo vivís el ser abuelo? Es maravilloso. Mirá, justamente mi hijo Juan me informó hace unos diez días que su mujer quedó embarazada después de un par de tratamientos, así que por su lado también voy a ser abuelo. Nicolai y Elizabeta, los hijos de Ximena, son divinos. Pasan mucho tiempo en casa. Estoy fascinado con mis nietos. Te cambian la vida, es un amor fabuloso el que te dan, de mucho mimo, que siempre hace falta.

En el teatro y en la televisión logró sus actuaciones más recordadas (y destacadas), aunque también hizo algo de cine. Entre sus trabajos más notables arriba de las tablas, se encuentran Hello, Dolly!, La mujer del año, Sugar, Cristales rotos, ¿Quién le teme a Virginia Woolf?, Nuestras mujeres. En la pantalla chica resaltan Los Campanelli, Alta comedia, Nino, Carmiña, Atreverse, ¡Grande, pa!, El Rafa, Solamente vos y podríamos seguir.

“Me dije que iba a comenzar a hacer teatro, el que yo quería”.

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La verdad es que con Jorge [Marrale] tenemos mucha energía arriba del escenario y nos llevamos muy bien. Con él nos conocíamos de haber hecho en televisión un par de capítulos de Atreverse, con Alejandro Doria, y habíamos tenido muy buena onda. Después trabajamos en Nuestras mujeres junto a Guillermo Francella, y cuando me propusieron hacer esta obra con él ni lo dudé.

La obra tiene mucho diálogo, mucha letra. Es cierto, por suerte nunca nos la hemos olvidado. Para nosotros, fluye muy bien y salen todas las funciones con mucha energía. Es muy interesante lo que cuenta y lo que transmite.

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Fundamentalmente, lo primero que pido es leer la obra en su totalidad. Después empieza a influir en qué teatro la vamos a hacer, con quién, ese tipo de cosas. En este caso, a mí me habían llamado primero para interpretar el papel que hace Jorge, el del actor. Íbamos a ir al Centro Cultural 25 de Mayo, y todavía no sabían quién iba a hacer del vestidor. Estaban buscando un actor más joven, y cuando hablé con Corina Fiorillo, la directora, le dije que no me parecía que los personajes no fueran de la misma edad. Y quedó ahí. Como no me decían quién iba a ser el otro intérprete, medio que dije que no. A los diez días me volvieron a llamar y me informaron que Jorge quería participar, pero en el papel del actor. Acepté enseguida porque, entre nosotros, yo siempre había querido hacer del vestidor. Me gustaba más ese personaje. Me parece que tiene muchos más estados de emoción, una gama de sentimientos más amplia que mostrar.

Ahora también se viene una película que protagonizás junto a Juana Viale: Camino sinuoso. Me llamó Juan Pablo Kolodziej, que es el director, y me dijo que le gustaría que encarnara a David Reynoso. Es un personaje muy sombrío, muy oscuro, muy malo. Adoro hacer de villano y me encantó la propuesta. La verdad es que fue una filmación fantástica, rodada en Villa La Angostura. Hace poco vi un corte de la película y me encantó. Me parece que está muy bien hecha y que le va a ir muy bien.

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Por el momento estoy a full con el teatro, pero me están hablando para hacer otra película. Todavía no pude leer el libro, pero por lo que me contaron me parece muy interesante. Y también estoy en conversaciones para hacer otro largometraje, una comedia: propuse una idea y estamos trabajando en el libro. Esperemos que salga.

Agradecemos a Kevingston y al teatro Paseo la Plaza.