Facundo Imhoff: “El vóley me dio todo”

0
19

Lo echaron del equipo de fútbol y cayó de rebote en el de vóley de su pueblo. Hoy juega en la selección nacional y ve al deporte como una herramienta para ser mejor.

Foto Patricio Pérez

Sos muy malo, no vengas más”, escuchó Facundo Imhoff a sus nueve años. Se lo dijo el entrenador del club Atlético de fútbol de Franck, el pueblo de cinco mil habitantes donde se crio. Volvió llorando a su casa, que quedaba a una cuadra, se cambió las zapatillas y volvió al club para anotarse en el otro deporte que ofrecía. Así comenzó su historia junto al vóley. “Yo sabía de chiquito que era malo, pero me encantaba jugar. Me mató que me echaran, al punto que hoy ni siquiera me gusta el fútbol. En mi casa me decían ‘Vos tenés que hacer algún deporte’, porque era muy pesado, era hiperactivo. Por eso fui a vóley, que no sé si me encantaba. No lo vi como una posible profesión ni proyectaba nada, porque era relativamente petiso”.

  • Hoy medís más de dos metros…

Sí, pegué un estirón grande a los diecisiete: crecí veinte centímetros en un año. Fue muy difícil, me dolía todo el cuerpo. Por momentos, sentía que crecía desparejo, caminaba arrastrando una pierna, como si se me hubiera estirado más que la otra. Entre los dolores y el tener que acostumbrarme a mi nuevo cuerpo, fue complicado.

  • Sin embargo, te sirvió.

Sí, no habría podido tener una carrera en el vóley sin ese estirón. En esa época me llamaron para una selección provincial santafesina, me vio un técnico de las inferiores del seleccionado nacional, y me convocó. Supuestamente, venía a Buenos Aires quince días, para probarme, pero no volví más. Solo regresé a Franck para buscar más ropa.
A pesar de su participación en selecciones juveniles y de su llegada a equipos de la Liga Nacional, Facundo sentía que algo no andaba bien. Una amiga le sugirió que el problema era que no aceptaba su sexualidad, algo que él nunca hubiese imaginado. Ser homosexual no era siquiera una posibilidad en su casa, en su pueblo, y él nunca se lo planteó hasta ese momento. “Llegaba a entrenar y mi cabeza estaba en cualquiera. Sentía que no estaba ahí. Es muy difícil poder lograr un buen rendimiento cuando no estás al cien por ciento. A mí me pasaba eso. Cuando logré sacarme todo lo que me afectaba para mal, empecé a disfrutar más el momento. Ahí fue cuando el rendimiento empezó a aumentar.
Después de aceptarme, sentí que se potenció mi rendimiento y ahí es cuando me llaman por primera vez de la selección mayor”.

  • ¿El cambio fue de un día para el otro?

Fue increíble. De una liga a otra, podría decir. Comencé a sentirme bien conmigo mismo. No podía jugar bien si estaba mal conmigo, y eso se aplica a lo que sea, a cualquier trabajo o a tus relaciones. Cuando estás mal, te afecta en todo ámbito.

“Después de aceptarme, sentí que se potenció mi rendimiento y ahí es cuando me llaman por primera vez de la selección mayor”.

Hoy en Boca y en la selección argentina (integró el equipo que obtuvo el subcampeonato en la Copa Panamericana a fines de junio), Facundo pasó por diferentes ciudades a lo largo de su carrera, y jugó también en el exterior: Arago de Sete, en Francia; y SCM Universitatea Cracovia, en Rumania.

  • ¿Dejaste cosas de lado por el vóley?

Sí, muchísimas. Tuve problemas, por las distancias, por irme, por el egoísmo de elegir mi carrera por sobre cualquier relación.

  • ¿Por qué está el vóley primero?

Me dio todo: la posibilidad de venirme a Buenos Aires, de conocer un montón de gente y países. Más allá de que es mi trabajo, fue el medio que utilicé para salir de mi pueblo y conocer el mundo. Es una herramienta y la sigo usando.

  • Aquello que fue un golpe, que te hayan echado del fútbol, finalmente te ayudó…

Tal cual. Todo lo que en su momento viví como una frustración fue lo que me preparó para llegar a ser lo que soy. Hoy, mirándolo en perspectiva, veo que todo fue perfecto para dar como resultado la persona y el deportista que soy hoy. Es gratificante. No pienso “Uy, tendría que haber sido diferente, tomé malas decisiones”. Si en su momento lo sufrí y lo lloré, hoy siento que esa escena me trajo a este presente.

  • ¿Y cómo es este presente? ¿En qué momento estás?

Hace un par de años que me siento en mi mejor momento. No solo deportivo, porque ahí siempre hay altibajos, y depende también de factores externos que uno no puede controlar. Me siento auténtico, sincero conmigo mismo. Llegué a ser mi mejor versión. Fue una bola de efectos positivos que se sumaron a raíz de aceptarme y quererme tal cual soy.

  • ¿Qué objetivos tenés a futuro?

No tengo muchos más. A lo que quería llegar, llegué, y estoy agradecido por el presente que tengo.
Me gustaría seguir viajando y conocer más países. No pido más, lo que venga lo agradezco. Es increíble sentirse así, uno se vuelve más positivo porque deja de esperar tanto y disfruta más.

EL REFERENTE

Los ejemplos de deportistas de elite que asumen públicamente su homosexualidad no abundan. Los viejos tabúes y estigmas sociales fueron cayendo, pero el deporte mantiene ciertas estructuras difíciles de sacudir. Se necesitan referentes, y Facundo es uno de ellos. “Hay personas que se contactaron conmigo para pedirme consejos y saber cómo actuar ante algunas situaciones. Ahí me di cuenta de que quizás sí soy un referente, porque pasé por esa etapa. Muchos necesitan que alguien les diga ‘Va a estar todo bien’. Es por eso que decido abrirme y contarlo. A mí me costó porque no había un precedente, así que bueno, sentemos un precedente, para que al que venga no le cueste”, asegura.