Florencia Quiñones: Una vida junto al fútbol

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Su papá era futbolista y ella lo seguía desde muy chica. Hizo su camino y fue campeona en San Lorenzo, Barcelona, Boca y la selección. Se retiró y hoy conduce a las selecciones juveniles que buscan dar el salto.

Foto: Stefanía León

Casi 46 minutos del segundo tiempo. El 4-1 a San Lorenzo le da a Boca un nuevo título, el segundo en una semana, para coronar un excelente año. Pero todo pasa a segundo plano cuando el árbitro asistente levanta el cartel que indica que la número 5 será reemplazada. Es el instante exacto en el que finaliza la carrera como futbolista de Florencia Quiñones. Es la consecuencia de una decisión meditada, asimilada y deseada. “Pero no es lo mismo analizarlo que vivirlo”, explica la ahora exjugadora, que recorrió los metros que la separaban del banco de suplentes abrazándose entre lágrimas con toda aquella que se cruzara en su camino.

Su debut en primera división fue en 2005, a los 16 años y en San Lorenzo, club en el que tuvo dos etapas, antes y después de su experiencia europea en el Barcelona. A Boca llegó en 2017. En todos lados fue figura y campeona. También en la selección: levantó la actual Copa América (por entonces, Campeonato Sudamericano) nada menos que luego de vencer a Brasil en la final y obtuvo la medalla de oro en los Juegos Odesur.

Todo comenzó a los cuatro años, cuando sintió el impulso de seguir a su papá a todos lados y se enamoró de lo que él hacía: Marcelo Quiñones, el Colorado, fue figura de Racing de Córdoba y jugó también en Chaco For Ever. En algún entrenamiento al que lo acompañó, la pelota buscó a Florencia y no se separaron jamás.

Atlético Unión, de Oncativo, su pueblo cordobés, fue el primer club que la cobijó. Luego, ya dirigida por su papá, vistió la camiseta de Flor de Ceibo. “Yo lo seguía mucho a mi papá, y por eso comencé a jugar. Pero no creo tampoco que sea futbolista por él, porque nunca me inculcó el fútbol, no me tiró una pelota ni me insistió para que jugara. Fue algo que me salió a mí desde chiquita. Me gustaba jugar y cada vez quería hacerlo más”, cuenta.

  • No te lo inculcaba, pero tampoco te frenó, como les pasó a otras chicas…

No, gracias a Dios, tanto mi mamá como mi papá me permitían hacer lo que a mí me gustaba y me hacía feliz. Siempre la decisión fue mía. Más adelante sí me ayudó que él haya sido jugador, porque me enseñó mucho. No es lo mismo jugar con amigos ni en el pueblo, que llegar a Buenos Aires y jugar torneos de AFA. Él me aconsejaba en ese sentido, me corregía. Tuve el acompañamiento de mi familia, pero fui haciendo mi camino sola.

  • Jugaste en Europa, competiste en Juegos Olímpicos y un Mundial, ¿te quedó algo por hacer?

Creo que hice más de lo que tenía pensado cuando comencé. Disfruté un montón de mi carrera. Estoy muy contenta con lo que hice y, más allá de algún obstáculo, llegué hasta acá porque los salté y no me impidieron que siguiera. Me voy satisfecha.

  • ¿Creés que podrías haber sido otra cosa que futbolista?

No sé, nunca lo pensé. Es lo que me salió de chiquita, y a medida que fui creciendo, se me abrían oportunidades. Esto no lo hice por obligación, sino porque me gusta. Cada partido que jugué, para mí fue como una final y lo disfruté. Si pudiera volver a elegir, elegiría de nuevo ser futbolista.

  • ¿Cómo es dejar de serlo? ¿Cómo lo viviste?

Bien, porque hace mucho tiempo que venía pensando en dejar de jugar. Tengo dolores por distintas lesiones, era muchísimo esfuerzo poder estar al cien para competir. Ya me estaba cansando, las ganas no eran las mismas. Cada vez se me hacía más difícil. Me salió la posibilidad de trabajar en la selección y eso me lo hizo muchísimo más fácil, porque al día siguiente del retiro ya estaba entrenando a las chicas.

En su paso por España, Florencia hizo el curso de directora técnica. A su regreso, también se capacitó para esa función en AFA. No pensaba todavía en ser entrenadora, solo saciaba su pasión por el fútbol. Quería saber más del juego, comprender sus mecanismos, conocerlos para ser mejor ella y potenciar al resto. En la media cancha, el aprendizaje de táctica y estrategia trajo resultados en el rendimiento. Ya retirada, todo ese conocimiento fue fundamental para su nueva función: hoy es la entrenadora alterna de las selecciones sub-17 y sub-20 de la Argentina. Lleva ejerciendo el cargo, de hecho, desde unos meses antes del retiro.

La pelota seguirá siendo su herramienta de trabajo y su vida. Jugar quedará para encuentros con amigos y para algún entrenamiento de la selección que requiera su destreza. Pero ahora es tiempo de desarrollar las bases de un fútbol femenino que necesita esta formación para terminar de consolidar el crecimiento de los últimos años. 

OBJETIVO MUNDIAL

El primer desafío que tendrá Florencia junto al principal entrenador de las juveniles, Christian Meloni, será conducir a la selección sub-17 femenina a su primer Mundial. En marzo se llevará a cabo el Campeonato Sudamericano, donde estarán en juego las plazas para la máxima competencia.

“Antes no se trabajaba tanto en estas edades, las jugadoras arrancaban de más grandes. Esto es nuevo, así que esperamos cambiar para que Argentina sea protagonista en juveniles. Hoy Brasil está por encima del resto, apostó mucho a sus selecciones, y los demás estamos muy parejos”, analiza.