Iñaki Basiloff: El chico récord

0
804

A sus veinte años, tiene siete medallas panamericanas, cuatro diplomas paralímpicos, una medalla en mundiales y un doble récord del mundo. Este mes competirá nuevamente en el mundial de su categoría, en Portugal.

Un día como cualquier otro, Iñaki jugaba en la plaza. Pero ese día fue diferente: de un momento a otro, el chico de dos años se detuvo. No tenía aún conciencia y manejo sobre todo su cuerpo, pero notaba que una conexión clave se estaba perdiendo. Las piernas no respondían, era incapaz de avanzar sobre ellas. Se asustó y comenzó a llorar, quieto en el lugar. Le tomó un tiempo hacerse entender, explicar que algo que hacía con normalidad, caminar, ahora le era imposible. Se desencadenó entonces una seguidilla de idas al hospital, estudios y operaciones como consecuencia de la mielitis transversa que le diagnosticaron.

Dieciocho años más tarde, en Berlín, Iñaki nada los 200 metros estilo libre en la categoría S7 más rápido que nadie en la historia. Dos veces vio en la pantalla la sigla WR (world record): primero, en su serie clasificatoria completó la distancia en 2 minutos, 14 segundos y 95 centésimas; luego, en la final en la que se colgó la medalla de oro, bajó esa marca aún más: 2 minutos, 12 segundos y 95 centésimas. “Es genial poder llegar y ver esas dos letras que te dicen que hiciste un tiempazo. Ser el mejor en esa prueba es una locura”, afirma. 

  • ¿Lo buscabas?

Sí, había hablado con mi entrenador en Cipolletti y más o menos teníamos esta idea de lo que podíamos llegar a hacer. Estaba dentro de los planes poder romper el récord.

  • ¿Esto te posiciona de una forma diferente de cara al mundial?

Sí, porque me da más confianza a la hora de competir. También demuestra que sigo mejorando y que puedo seguir peleando por el top de mi categoría.

El neuquino, que este mes disputará el Mundial de Paranatación en Madeira, Portugal, comenzó a nadar precisamente como un modo de terapia de estimulación para sus piernas y nunca más paró.

A los cuatro años se metió a la pileta por primera vez para rehabilitarse. Los recuerdos de aquella época son prestados: relatos de sus padres y familiares. Él tiene registro recién del momento en el que la terapia dio paso a la competencia, más o menos a sus ocho años, cuando se hizo evidente que su nivel en el agua era superior a la media. “Desde que tengo uso de razón, desde que me acuerdo cosas, estoy en el agua”, dice.

  • ¿Y qué relación tenés con entrar al agua?

Ahora estoy como en una relación amor-odio con la natación. Es un deporte que me gusta, disfruto verlo, disfruto competirlo y viajar, pero tiene sus momentos feos también. El día a día, ir a entrenar todos los días, dejar todo cada vez, el sacrificio… Es un deporte complicado, difícil de llevar.

  • ¿Qué cosas sentís que dejás de lado por la natación?

A veces se dejan de lado salidas con amigos o algún cumpleaños. Cosas así. Te invitan a salir y no podés porque tenés que entrenar.

  • ¿Te pesa?

En el momento, no sé si tanto, pero después pienso en que hubiera estado bueno poder salir a hacer algo o compartir con alguien una merienda, un desayuno, una cena, cualquier cosa.

  • ¿Qué te da a cambio la natación para que sigas eligiéndola?

Lo que más disfruto son los viajes. Recorrer el mundo, conocer lugares, gente nueva, amistades. Esa es la satisfacción más grande.

  • Por fuera del agua, ¿cómo te movilizás?

Con muletas. Me manejo rebién, creo que no voy a cambiar ese método.

  • ¿Sentís que las ciudades son accesibles?

No son tan accesibles como parece, pero bueno, desde chico siempre me arreglé para poder caminar y disfrutar de todo. Con mis viejos he caminado por montañas, por ciudades enteras, he subido millones de escaleras. Desde chico me acostumbré y para mí no es un desafío.

  • Siempre buscaste hacerlo por tu cuenta.

Sí, y mis viejos siempre me apoyaron en todo para que lo mío no sea un obstáculo y me pueda manejar solo.

  • ¿Considerás que en algunos ámbitos se te trata diferente que a un deportista convencional?

Sí, siempre está eso, hay algunas personas que nos miran y dicen “Pobrecito, es un ejemplo a seguir”, por nuestra discapacidad. Tienen esa mirada de pena, pero nosotros hacemos lo que nos gusta, nos dedicamos a esto y somos deportistas como cualquier otro. Entrenamos y competimos igual que los demás, tenemos el mismo espíritu competitivo y las mismas ganas que un deportista convencional.

  • ¿Alguna vez deseaste que no te hubiera pasado lo que te pasó?

En su momento, sí, lo pensé. Cuando era más chico. Pero ahora me di cuenta de que no hubiera logrado todo lo que logré sin eso. Fue un sufrimiento que ahora me da satisfacción y alegría, porque gracias a todo ese proceso estoy hoy acá. 

ENTRE LA ELITE

El récord mundial en los 200 metros libres podría hablar por sí solo, pero es uno más entre varios logros internacionales de Iñaki:

– En los Parapanamericanos de Lima, en 2019, obtuvo siete medallas (una de oro, en los 400 metros libres, y seis de plata). Ese mismo año, fue medalla de bronce en el mundial disputado en Londres.

– En los Juegos Paralímpicos de Tokio, el año pasado, compitió en cinco disciplinas y obtuvo diploma olímpico (se le otorgan a quienes finalizan entre el cuarto y el octavo puesto) en cuatro de ellas.