Lucas Vila: El hockey como legado familiar

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Pertenece a la tercera generación de su familia en este deporte, al que ya comenzaron a jugar sus hijos. Encara sus últimos meses junto a Los Leones, la selección con la que fue oro olímpico.

Foto: Pato Pérez

En 1950, por iniciativa de uno de sus socios, Ramón José Rey Radureau, la comisión directiva del Club Atlético Banco de la Provincia de Buenos Aires aceptó sumar una nueva actividad en la institución: el hockey sobre césped. Entre los pioneros que integraron aquel primer equipo del club se encontraba José Vila, quien de este modo inauguró también una larga tradición familiar.

De los cinco hijos de José, cuatro jugaron al hockey en el club. Uno de ellos, Mario, es el padre de Lucas Vila, histórico delantero de la institución y de Los Leones, el seleccionado con el que obtuvo el mayor logro posible, el que nunca imaginó: la medalla dorada en los Juegos Olímpicos de 2016.

El hockey fue parte de la familia Vila desde mucho antes de que Lucas naciera, y su tiempo se repartió siempre entre el club y su casa. Cuando comenzó a jugar, ya lo hacían sus hermanos mayores, Matías y Rodrigo; cuando llegó a Primera División, el entrenador era su papá. “La tradición familiar es fuerte, aunque lo mío fue siempre una elección libre. Si hubiese querido evitar el hockey, habría podido hacerlo. Pero no quise: a los doce, cuando probaba también con otros deportes, me incliné definitivamente por el hockey y nunca me arrepentí. Desde que estaba afuera de la cancha, mirando los entrenamientos y partidos de mis hermanos, tuve muchas ganas de llegar a jugar”, cuenta Lucas.

  • Había una vida dentro del club…

Sí, el hockey es un deporte social y familiar. Es todo a base de amor a la camiseta, por el club y no mucho más. Si lo sentís y se te mete adentro, como me pasó a mí, después es difícil de reemplazar.

En 14 años de actividad en la selección argentina, Lucas vivió los extremos: en una de sus primeras competencias, el Champions Trophy disputado en Terrasa, España, fue último. En 2016, se colgó del pecho la medalla de oro olímpica, un objetivo que jamás había imaginado. “Cuando empecé, perdimos la clasificación a Pekín 2008, y en Londres 2012 nos fue bastante mal. Era imposible pensar en un oro olímpico. Fue un proceso de ir creciendo pasito a pasito, de conseguir cosas durante años, hasta que llegó ese momento en el que explotó todo y pudimos lograr lo máximo”, afirma.

¿Cómo fue encontrarse en instancias de definición, sin estar acostumbrados, y enfrentar a potencias?

Creo que los equipos nuevos que aparecen en instancias de semifinales de un campeonato así no tienen nada que perder, se juegan todo por la gloria. Te puede salir bien o los nervios te pueden traicionar. En definitiva, la presión y la carga la tiene el equipo candidato. En nuestro caso, nos jugó a favor.

  • Cuando la medalla los volvió candidatos, ¿significó un peso?

Puede ser, sí. Después de Río, el equipo cambió mucho, también, no es que seguimos los mismos defendiendo todo. Los demás rivales vienen a buscarte, a ganarte, a sacarte del puesto número uno. Es difícil mantenerse. Como dice la frase, eso es más difícil que llegar. Durante un tiempo lo pudimos hacer, ahora ya se nos acabó un poquito y aparecieron otros equipos para sacarnos.

En febrero de este año, Lucas, entonces con 35 años (cumplió 36 en agosto), decidió que su camino en Los Leones había finalizado. No se sentía con la energía suficiente como para afrontar las exigencias del seleccionado, y entendía que, sin estar al ciento por ciento, lo mejor era correrse a un costado. Unos meses después, la camiseta tiró más, y se animó a afrontar un último ciclo, que concluirá en enero de 2023 en el Mundial que se disputará en India. “Cuando estaba afuera y veía que jugaba la selección, me daban unas ganas tremendas de participar. Se acomodaron algunas cosas en mi vida, me di cuenta de que todavía estaba activo como para seguir un poco más. La posibilidad de volver a vestir la camiseta, de sentir esa adrenalina en cada partido, me motivó muchísimo”, confiesa.

  • ¿Cómo ves el panorama a futuro de la selección?

Hay un recambio importante, muchos jugadores jóvenes. Una camada de seleccionado sub-21 que viene de salir campeón el año pasado y chicos de edad intermedia, entre los 25 y los 28 años, que van a ser la base del equipo. Los veo bien a futuro.

  • ¿Qué creés que vas a sentir cuando veas jugar a la selección y no estés ahí?

Creo que en estos meses no estaba del todo cerrado en mi cabeza el tema de ser jugador, pero después del Mundial ya va a estar procesado. Los voy a ver desde el lugar de hincha, disfrutaré de observar cómo el seleccionado sigue creciendo y ojalá que peleando cosas grandes.

  • Y vas a ser testigo de la cuarta generación de los Vila en Banco Provincia…

Sí, mi hijo más grande, Felipe, tiene seis años y juega en la Décima. Tomás, de tres, está empezando. Están todo el día en el club, con la camiseta puesta, mirando partidos. Tengo una nena de tres meses, también, que nos acompaña. Cada uno hace su historia a su manera, pero hay cosas que se repiten, y me veo reflejado en ellos. 

FUTURO

Hace unos años, junto a Tomás McCormick, Lucas se ocupa de The Hockey Store, una cadena de locales de venta de materiales para este deporte. Esa será su principal actividad una vez que deje de jugar, aunque no la única: “Me gustaría seguir ligado al deporte de alguna manera, además de la tienda. Puede que sea entrenador o que colabore en algún área que se necesite. Si puedo aportar algo como exjugador, me encantaría. También voy a desarrollar mi vida profesional, que la fui dejando de lado por el hockey. Nosotros nos dedicamos de manera profesional a un deporte que es amateur, y quedan de lado muchas cosas que, cuando te retirás, tenés tiempo para encaminar”.