Eugenia de Armas: La que juega, ríe y gana en el agua

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Con 23 años, es campeona panamericana y del mundo, y es desde 2018 la única mujer en la historia del wakeboard en ser capaz de realizar un doble giro completo.

Foto: José Duch

En una tabla y sobre el agua, juega, se divierte, compite y casi siempre gana. Es su entorno natural, el lugar para el que está hecha y donde expresa cabalmente su ser. Eugenia de Armas se volvió rider, a la vez, de rebote e inevitablemente: la actividad familiar desde siempre fue salir a navegar en lancha por el río. Pero el wakeboard llegó por un temor: su hermana Victoria, tres años mayor, no se animaba a meterse directamente en el agua, y la tabla sirvió como mediadora. “Yo tenía cinco años. Me acuerdo de que la primera vez que esquié se me perdió un Winnie the Pooh en el río. Un trauma a esa edad. Pero por lo que me divertí y, además, por querer hacer lo mismo que mi hermana más grande, seguí yendo. Juntas hicimos muchas cosas. En 2011, yo con 11 y ella con 14, fuimos a un Mundial en Italia y me explotó la cabeza”, cuenta.

  • ¿Cambió algo a partir de ahí?

Sí, porque yo competía en una categoría que se llama mini riders, todos chiquitos, y era jugar con mis amigos. Cuando fui al Mundial, me ganaron todas. Eran chicas de mi edad haciendo cosas que yo no sabía que podía hacer. Ya no era un juego. Me agarró el bichito de “Mirá todo lo que puedo hacer en el agua”.

Siete años después, un castigo se convirtió en apuesta y luego se tornó un objetivo palpable: Eugenia se volcó a intentar un doble giro completo, algo que nunca había conseguido una mujer en la historia de este deporte. El incumplimiento del horario de vuelta luego de una salida nocturna fue el puntapié inicial. Su entrenador, a modo de reprimenda, soltó el desafío. “Jamás de los jamases se me hubiera ocurrido intentarlo, para mí era algo muy lejano. No pensé que una mujer pudiera hacerlo directamente. De las 35 que conozco del ámbito del wakeboard, solo dos lo estaban probando, una ya llevaba como un año haciéndolo. Para mí era imposible”, confiesa.

  • ¿Y qué pasó?

Que en el primer intento estuve muy cerca. Cuando nos dimos cuenta en la lancha de que era posible, dejó de ser un juego y atacamos el objetivo. Hice dos esquiadas más y me rompí una costilla probando el truco, por lo que tuve que parar un mes. En la primera esquiada después de la recuperación, me salió.

  • ¿Cómo fue ese día?

Mi hermana y yo fuimos a la lancha de un chico que estaba en una zona donde encuentro mis olas favoritas, en Clear Lake, Estados Unidos. No iba pensando en hacer ese truco, sino en disfrutar, relajar. Pero un amigo con un dron me dijo “¿Por qué no te tirás un par de dobles para filmarlos?”. Al tercer intento, lo bajé. Lloré de la alegría, supe que había hecho historia. Eran las diez y media de la mañana y nos fuimos a tomar algo para celebrar.

El inicio de 2022 fue insuperable por lo negativo: el 1 de enero se fracturó el pie y se rompió los ligamentos. Salió a hacer un entrenamiento relajado junto a su novio y su papá, y la bota se le enganchó en el manillar y le estrujó el pie hasta romperlo. Sin embargo, a partir de mayo, con las primeras competencias y la confirmación de que había alcanzado su nivel habitual, todo se acomodó. A tal punto que, en el lago del Salto, en Rieti, Italia, se consagró campeona del mundo.

  • Después de todo lo que conseguiste, ¿qué te motiva a competir?

Seguir intentando hacer historia. Mi entrenador me dice “No necesitás nada más. Sos la del doble, fuiste campeona del mundo, campeona panamericana, ¿y ahora?”. Bueno, ahora quiero ser bicampeona del mundo y bicampeona panamericana. Y seguir sumando objetivos. No es que cumplí un sueño y ya está.

  • Las sensaciones que te genera el wakeboard deben ser difíciles de reemplazar…

Sí, nunca puedo expresar bien lo que siento en el agua, es algo único. Nada más tirarme al agua para empezar a esquiar, mi cuerpo y todo lo demás se siente en paz. Es loquísimo. Estoy arriba de la lancha normal y una vez que mis pies tocan el agua, hay algo en mi pecho, en mi cabeza, que se une.

  • ¿Pensás sobre la tabla?

Yo me imagino concentrada, pero la gente me dice que voy cantando o hablando sola. Un amigo dice que tengo un amigo imaginario y le puso nombre, Fitz. Medio que mi cerebro se va. Lo incorporé, me encantó, siempre va conmigo.

  • No es algo que te desconcentre, claramente…

Todo lo contrario. Se divide en dos mi cerebro. Está concentrado en lo que se encuentra haciendo y, a la vez, cantando o solucionando problemas, hablando del río, del agua, del sol. Disfruto mucho, y me dijeron que de afuera del agua se ve, que es algo que me caracteriza. Me río en el agua. Las vacaciones más largas que tuve en mi carrera fueron tres días en Año Nuevo, y ya estaba pensando en volver a esquiar. Mis amigos, mi novio y toda mi vida giran alrededor de esto y me encanta. 

ARTISTA DEL WAKEBOARD

Además de competir, Eugenia da clases de wakeboard en Buenos Aires y en México, por placer y para conseguir ingresos que le permitan financiar entrenamientos y viajes a torneos. En 2021 la convocaron como doble de riesgo para la serie de Netflix Cielo grande, donde los deportes acuáticos son protagonistas: “Que hicieran una serie del deporte que más amo, de algo que siento completamente mío, que esté en Netflix y que los chicos puedan ver, y encima estar yo ahí, fue espectacular. Toda mi vida es el wakeboard”, dice.