Nuevas paternidades: Con un papá y un sueño, alcanza

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Son hombres, viven solos y anhelan ser padres pese a no haber conformado una pareja o una familia tradicional. Además de otros requisitos legales, basta con estar preparados y que ese deseo sea realmente genuino. Hombres que adoptan: una tendencia que no deja de crecer.

Por: Adolfo Ruiz

Ilustraciones: Pini Arpino

 

 

Tenía el sueño de ser padre, pero no pudo concretarlo cuando estuvo casado. Y tampoco contaba con el consenso de su entonces esposa para adoptar. Pero el divorcio le abrió otro panorama y aquel viejo sueño volvió a surgir, esta vez para ser cumplido.

Fue ese el inicio de la historia con feliz desenlace que viene protagonizando desde marzo de 2016 José Luis Caiezza, un kinesiólogo de la localidad de Juan Bautista Alberdi, provincia de Buenos Aires, al borde del límite con Santa Fe, quien asegura que superó todos los miedos y se decidió a traer a su vida a Joaquín, su hijo adoptivo de 13 años, con quien hoy conforma una familia.

El proceso no fue tan inmediato. Debió inscribirse en el Registro Único de Aspirantes a Guardas con Fines de Adopción y recién dos años más tarde recibió la llamada que le cambiaría la vida. Mientras tanto, tuvo el tino de prepararse participando del grupo Encuentro Adopción de Junín, para de ese modo ir generando el cambio que pronto atravesaría su vida para siempre.

La historia de José Luis y de su hijo Joaquín puede inscribirse en la lista de casos paradigmáticos de una nueva forma de adopción que a fuerza de vencer prejuicios va ganando más y más espacio en la sociedad argentina: la adopción monoparental masculina; o dicho en términos más mundanos: padres varones, solteros o divorciados que deciden adoptar y conformar una familia.

“Es cierto. Cada vez hay más consultas de hombres solos”, cuenta la psicóloga Graciela Lipsky, directora de la Fundación Adoptare. Con 22 años de trayectoria asesorando e informando a personas interesadas en adoptar niños, desde la ONG aseguran que recién en el inicio del siglo XXI comenzaron a llegar las primeras consultas de hombres solos interesados en adoptar. Al describir a los postulantes, Lipsky asegura que “saben que todo les va a costar mucho, pero quieren. Tienen temor a ser discriminados, pero de a poco lo logran vencer”.

 

QUÉ DICE LA LEY

Aunque el formato pareciera novedoso, no ha sido la última reforma del Código Civil (2015) la que ha permitido que hombres solos conformen una familia adoptando a chicos. La realidad marca que ya se podía con el anterior y que la nueva normativa lo que incluyó fue la posibilidad de que convivientes (es decir, parejas sin casarse) pudieran ahora también adoptar sin necesidad de estar casados.

Sin embargo, la apertura cultural que trajo aparejada la legalización del matrimonio igualitario y la posibilidad de que estas parejas (casadas o no) pudieran adoptar generó también un incremento en el interés de parte de los hombres que viven solos y que sienten el deseo de ser padres.

“Está creciendo la percepción de que esta es una posibilidad concreta y que no habrá ningún tipo de diferenciaciones”, señala Patricia García de Arce, psicóloga y psicopedagoga, encargada de los equipos técnicos del Poder Judicial de Córdoba y directora del Registro Único de Adopción de esa provincia. La especialista se esmera en señalar que ni la ley ni los procedimientos establecen ningún tipo de diferencia entre los tipos de postulantes, por lo cual tanto las tramitaciones como los estudios interdisciplinarios (y también las prioridades a la hora de otorgar niños en guarda) serán igualitarios. “El proceso es exactamente igual que el que se le hace a cualquier persona, pareja conviviente, matrimonio heterosexual u homosexual; es lo mismo”, enfatiza al describir el estudio psicosocial que se practica sobre los postulantes. “Lo fundamental es que exista realmente el deseo de ser padre”, señala.

 

MÁS GRANDECITOS 

A la hora de caracterizar los casos más frecuentes, no obstante, García de Arce asegura que es común que “los monoparentales busquen o estén dispuestos a recibir niños un poquito más grandes y no bebés. O sea, chicos a partir de los seis años, lo cual es muy importante para las entidades públicas, ya que no siempre se cuenta con suficientes familias dispuestas a recibirlos”, explica.

Según datos oficiales del Ministerio de Justicia de la Nación correspondientes al primer trimestre de 2017, en el Registro Único de Aspirantes a Guarda con Fines Adoptivos había 5352 legajos vigentes, de los cuales el 90 por ciento (4817 casos) manifestaba la voluntad de adoptar niñas o niños de hasta un año. Mucho menor es la cantidad de postulantes para chicos de hasta seis años, con 1820 legajos (34 por ciento), y la cifra se achica aún más para los que están dispuestos a recibir niños de hasta ocho años, con 696 postulantes (13 por ciento). La tendencia se sigue estrechando a medida que se “sube” en la edad, al punto que hay solo 43 personas dispuestas a adoptar a partir de los doce.

Pero quienes han vivido la experiencia de adoptar chicos más grandes no parecen estar arrepentidos de la decisión. Es lo que dice José Caiezza, el papá de Joaquín: “Solo se toma real dimensión de la adopción de niños mayores cuando se experimenta”. En ese sentido, plantea que cuando los postulantes se inscriben con preferencias de adopción muy acotadas, los tiempos y las esperas se prolongan. Por eso considera “muy interesante poder ampliar ese perfil, y no solo porque se acortan los tiempos de la adopción, sino porque es una experiencia hermosa”. En tal sentido, sugiere especialmente participar de grupos que aborden la temática.

Las experiencias de familias monoparentales en general, y de modo específico, formadas por padres adoptantes, han demostrado ser alternativas absolutamente válidas. Sobre ello escribía Lois Melina, directora de la prestigiosa revista norteamericana AdoptedChild, al afirmar que, en ese país, las personas que adoptan solas están obteniendo tan buenos resultados como los matrimonios convencionales. De hecho, en su trabajo la especialista reivindica estos formatos al señalar que “las capacidades de los monoparentales para la educación de un menor pueden llegar a ser incluso superiores a las de una pareja”. Añade también que estas familias con un solo padre (o madre) “normalmente tienen menos factores de riesgo en conflictos de integración familiar al ser una interacción directa entre padre e hijo, lo que ahorra conflictos de criterios entre ambos padres sobre la crianza”. Añade como otra ventaja el “inexistente riesgo de crisis de pareja, con su consecuente traumática separación para el menor”.

Claro que las desventajas más lógicas están por el lado de no contar con un relevo para desarrollar las tareas inherentes a la crianza. Y no mucho más que eso. Ni siquiera por el lado de los prejuicios.

“Siempre digo lo mismo –cuenta Caiezza–. No es fácil, pero es muy lindo. Y en general, te aseguro que no vas a tener ningún inconveniente que no tenga cualquier persona con sus hijos biológicos”.

Su afirmación coincide con el criterio que marca Patricia García de Arce, la funcionaria judicial de Córdoba, cuando se le pregunta por los procesos o las dificultades más típicos que deben sobrellevar los adoptantes varones. “En general, suelen ser algunas problemáticas por el rendimiento escolar de los chicos o por cuestiones de la maduración sexual. Pero, en definitiva, son temas que surgen en cualquier familia”, explica.

“El proceso es exactamente igual que el que se le hace a cualquier persona o pareja conviviente”.
Patricia García de Arce

 

INCORPORAR LA TERNURA

La especialista cordobesa destaca que en el equipo de la Justicia “no se hace ningún tipo de distinción en los procesos de crianzas. Porque aparte la función del hombre también ha ido modificándose con el tiempo”. Habla concretamente de un “enternecimiento” del varón. “A nivel general, uno tendía a esperar del hombre una actitud más recia, más pragmática, pero hoy vemos una mirada mucho más amorosa”. Incluso, añade, “cuando vienen parejas adoptantes, es muy común ver a la mujer ocupándose del tramiterío, mientras el hombre es el que está teniendo al bebé en brazos”.

Probablemente aquí también se encuentre la razón que explica el crecimiento de la postulación de hombres que viven solos y que, venciendo cualquier tipo de prejuicio, se inscriben finalmente para cumplir el sueño de ser padres. “Sí, obviamente que es una decisión muy elaborada. Y muy poca gente de mi entorno lo sabía cuando me inscribí en el registro”, cuenta José Luis. “Pero fue una decisión personal que no tuve que consultar con nadie: no la pude tomar cuando estuve casado, entonces me sentí totalmente libre de decidir lo que yo quería para mi vida”, recuerda, asegurando que siempre contó con todo el apoyo de sus círculos más cercanos.

Lo que más disfrutan padre e hijo son los desayunos domingueros con mate en la galería de la casa. “O los viajes, que siempre intentamos hacer juntos. Son momentos en que no hay tanta interferencia y podemos compartir tiempo que nos une mucho”, cuenta emocionado el hombre que a los 50 años decidió abrir su vida a la paternidad. “Si esto que te estoy contando sirve para que otros se animen a hacer la misma experiencia, me sentiré pleno”, confiesa.

Seguramente con sus palabras, algún lector, en algún punto de la Argentina, estará viendo más cercano el sueño de ser padre.

ESTAR PREPARADOS

Los equipos técnicos de los Registros de Adopción que funcionan bajo la órbita de la Justicia son los encargados de cerciorarse de que la pareja o la persona que desea adoptar esté realmente preparada y que su deseo de paternidad sea realmente genuino. “Nos ha pasado más de una vez que postulantes para adoptar, en términos generales, no solo varones, no han estado preparados para hacerlo –cuenta Patricia García de Arce, funcionaria de la Justicia de Córdoba–. Es justamente eso lo que deben detectar los profesionales”. A veces, hay dudas sobre la motivación, la revelación del origen, los temores. “Son distintas situaciones que las familias que adoptan deberán transitar, y para eso es justamente el estudio que se hace, el cual ve si realmente es el momento justo o no para adoptar”. En muchos casos, los profesionales realizan un acompañamiento previo hasta tanto la familia o la persona esté efectivamente apta para avanzar en el proceso.

 

El PUNTO INICIAL

 Para adoptar, se pueden inscribir matrimonios, integrantes de una unión convivencial o una única persona, siempre que cumplan los requisitos de tener al menos 25 años y cinco de residencia en el país (salvo argentinos y naturalizados).

Las personas interesadas deben acercarse exclusivamente al Registro Único de Aspirantes a Guarda con Fines Adoptivos que les corresponda según su domicilio real. Pese a ello, la inscripción es única y válida para todo el país. Y además es gratuita, personal, se puede iniciar desde la web y no requiere intermediarios ni abogados.

Según la información provista por el Ministerio de Justicia de la Nación, es importante tener en cuenta que la inscripción actúa como condición necesaria para la postulación, pero no implica que todos los inscriptos resulten seleccionados.