Una infancia feliz

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Fomentar en los niños una autoestima fuerte y definida los ayudará a crecer con madurez y seguridad.

Por: Paola Florio

 

Ninguna etapa es tan intensa, maravillosa y vulnerable a la vez como la infancia. Esas primeras experiencias marcan no solo gran parte del rumbo de la vida, sino también la visión que se tiene de ella. El vínculo que se establece con los padres será el pilar del desarrollo para crecer con seguridad y autonomía. Pero si algo falla, la huella se quedará ahí por siempre. Sin hablar de extremos tan lamentables como un abuso o el maltrato infantil, muchos niños crecen sin arraigo familiar o con unos padres que no han sabido, o no han querido, estrechar ese vínculo imprescindible con sus hijos, provocando que se llegue a la madurez con muchas carencias y sentimientos negativos.

Una infancia saludable, feliz e íntegra hace que el niño crezca sabiendo que es querido, que cada uno de sus pasos, de sus decisiones y de sus fallos, va a contar con el apoyo incondicional de su familia. El desarrollo de su autoestima irá a la par del afecto de los suyos. Su autoconcepto será además positivo, porque es el reflejo de lo que, hasta el momento, siempre ha encontrado. Pero si solo recibe vacíos, desprecios y reproches, crecerá no solo con una marcada inseguridad, sino también con cierto rencor e incluso con desconfianza. ¿Cómo hacerlo? Si quienes debieron haberle ofrecido apoyo y cariño incondicional no se lo dieron, es complicado que alcance una relación saludable con otra persona sin desconfiar y temer.

Marvin Zukerman, estudioso de la psicobiología y los trastornos de la personalidad, habla de la “vulnerabilidad biológica”. Es decir, todas esas experiencias traumáticas o negativas del pasado que van quedando incrustadas, dejando personas más frágiles y proclives a sufrir una depresión llegada la edad adulta. ¿Quiere decir que todos los que hayan sufrido un trauma en la infancia van a padecer obligatoriamente una depresión? La respuesta es no.

”Los padres son modelos para la autoestima de sus hijos, tanto en lo que dicen como en lo que hacen”. Claudia de Soza

Cada persona lo afrontará como pueda. La resiliencia es, justamente, la capacidad para superar el dolor emocional provocado por una experiencia traumática. Para algunos, dichos eventos del pasado son un estímulo que superar y por el que luchar día tras día. Algo que asimilar, aceptar y afrontar para que la vida les dé una nueva oportunidad. En cambio, para otros, esa predisposición biológica y emocional seguirá pesando demasiado. No solo se tratará de un recuerdo persistente, sino que puede influir en su forma de relacionarse con el mundo. “Los chicos que han transitado su infancia con baja autoestima y poca motivación por parte de los padres se sienten inseguros en su vida adulta; tienen dificultades para la toma de decisiones, piden muchas opiniones y sienten que toman siempre el camino incorrecto. Y esto se traslada al trabajo, al día a día, a la vida en pareja. En cambio, los chicos con alta autoestima serán personas seguras que saben que cometer errores es parte de tomar decisiones, que no es una frustración, sino la oportunidad de mejorar”, explica la psicóloga Claudia de Soza.

Una vida muy triste, a veces, parece no tener salida. Pero no es así. “Hay un discurso familiar de que hagas lo que hagas, no tiene sentido, no vas a poder. Son mensajes frenadores, frases como: ‘No lo hagas, no sirve, nadie lo logra en nuestra situación; todos los hombres son violentos; todas quieren lo mismo; no busques pareja; nadie te va a quererʹ. Todo este círculo violento constituye una infancia triste y hace que, algunas veces, no se luche para mejorarlo”, explica la licenciada Beatriz Goldberg, psicóloga y autora del libro Cómo lograr plenitud a través de la autoestima. La especialista hace hincapié en la importancia de convertir estos mensajes frenadores en propulsores, tratando de cambiarlos por otros más positivos: “Durante la vida adulta es posible reelaborar todos esos mensajes, grabar un chip nuevo. Lleva mucho trabajo, pero hay que comprender que esa fue una dificultad de los padres y no de uno, que la realidad está también en el pensamiento. Es mejor recordar algo bueno que haya pasado y no solo quedarse con lo negativo”.

 

Crianza responsable

No existen los manuales para padres. Pero si bien se aprende sobre la marcha, hay ciertas pautas para acompañar el crecimiento de los niños con amor y respeto. “Los padres son modelos para la autoestima de sus hijos, tanto en lo que dicen como en lo que hacen, y los niños son muy observadores y detectan las expresiones que hay detrás de cada acción o palabra. Estimular la autoestima es un trabajo que implica incentivarlos a nuevas experiencias y desafíos, confiando en sus capacidades y demostrándoles que su esfuerzo es clave para el éxito”, recomienda de Soza.

Para tener una infancia feliz hay que estimular positivamente a los hijos. Goldberg aconseja: ponerles límites reales; darles mensajes positivos y no frenadores; brindarles cariño y diálogo; permitirles pasarlo bien; estimularlos a caminar, crecer y disfrutar de los logros; enseñarles con el ejemplo y dialogando que la vida es buena y merece ser vivida pese a las frustraciones. “Y sobre todo –asegura– explicarles que se les dan alas para volar porque los queremos mucho, que no están en arenas movedizas, que siempre tienen dónde recurrir, que la casa es un lugar para disfrutar y permitirse estar mal también si es necesario”. La incondicionalidad de los padres es lo más importante que alguien puede tener.

 

CAMBIAR EL CHIP

 Si se tuvo una infancia triste, estos consejos ayudan a reconstruirse:

  • Leer historias superadoras.
  • Agradecer lo que sí tenemos cada día. Centrarse en lo positivo.
  • Ayudar al otro, porque el dar también lo descentra a uno mismo de la tristeza, la depresión y la desvalidez.
  • Armarse una red de contención, ya sea de la familia o de amigos, y poder darles a todos algo también, no solo tomar de ellos.
  • Subir la autoestima. Todos los mensajes frenadores van minándola, y al mejorarla uno se siente más merecedor de elogios y cosas positivas.

Fuente: Licenciada Beatriz Goldberg.

 

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