Federico Pizarro: “Casi todo lo que pasa en mi vida, pasa por el handball”

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Es el máximo goleador histórico y uno de los cuatro jugadores con más presencias en la historia de la selección argentina. Un emblema que vive para este deporte. 

CRÉDITOS

Foto: Federico Soler

En el colegio, cuando le tocaba elegir un deporte, Federico Pizarro se inclinaba por el vóley. Fuera de clases, lo suyo fue siempre el fútbol, hasta que promediando la adolescencia decidió no jugar más. “Algo tenés que hacer”, le dijo su padre, y como varios de sus amigos jugaban al handball, se metió en una disciplina que nunca le había llamado la atención. “Fui a probar, empecé a entrenar, me gustó y me quedé ahí. Me enamoré, nunca más lo dejé”, cuenta.

  • ¿Ese enamoramiento fue instantáneo?

No, llegó con el tiempo. De tanto entrenar y mejorar, cada vez querés hacer más cosas y seguir subiendo escalones. Fue lo que me gustó. Cuando te empieza a ir bien y llegás a la selección argentina, listo, eso es más que suficiente para seguir jugando, a pesar de que acá este deporte no es profesional y es todo a pulmón.

Su primera convocatoria a la selección llegó rápido, a los 18 años. Se puso contento, aunque no sabía muy bien de qué se trataba todo eso. Recién llevaba un par de años jugando a este deporte. Solo tenía claro que debía presentarse en el Cenard, así que hacia allí se dirigió con su bolso. Durante los siguientes 16 años, sería una fija en Los Gladiadores: hoy es el máximo goleador histórico de la selección, con 665 goles, y el cuarto que más veces vistió la camiseta, con 203 partidos. “De entrada, que me llamaran fue una alegría y un orgullo. Por eso después hice todo lo que estuvo a mi alcance para poder seguir estando ahí”, confiesa.

En estos años, disputó seis mundiales, incluyendo los dos de mejor actuación en la historia de Los Gladiadores (decimosegundos en Suecia 2011 y Qatar 2015); ganó tres medallas de oro en los Juegos Panamericanos; clasificó por primera vez en la historia de la selección a los Juegos Olímpicos (algo que se convirtió en una costumbre, porque disputaron los últimos dos, Londres 2012 y Río 2016, y están clasificados para los de Tokio).

  • Cuando comenzaste el camino en la selección, los Juegos Olímpicos no eran un objetivo que solía tener el equipo…

No, nada que ver. En realidad, sí se buscaba, pero siempre se quedaba medio en la puerta, porque la final de los Juegos Panamericanos la perdíamos con Brasil. Una vez que el equipo de 2008 se empezó a formar, la idea era en 2011 poder cambiar eso, y lo pudimos hacer.

  • ¿Se siente el peso de los equipos que los precedieron y no pudieron clasificar?

No. Creo que se fue dando todo bastante natural y no era un peso, sino una responsabilidad. Teníamos tantas ganas de clasificar que haberlo conseguido, después de cuatro años duros de trabajo, fue algo increíble. Trabajábamos para eso, pero no sentíamos la presión de tener que hacerlo sí o sí. Lo logramos y fue una alegría para todos.

  • ¿Qué recordás con más alegría de todo lo que viviste con la selección?

Creo que el primer Juego Panamericano fue algo sensacional y va a ser difícil de igualar. Los Juegos Olímpicos terminan siendo un premio a cuatro años de esfuerzo, pero creo que los Panamericanos para nosotros son muchísimo más importantes.

“Cuando te empieza a ir bien y llegás a la selección argentina, listo, eso es más que suficiente para seguir jugando”.

El año pasado, Federico pudo ganar el oro en los Panamericanos de Lima. Fue un oasis en medio de dos lesiones que lo tuvieron fuera de las canchas por muchos meses. En ese tiempo, para mantenerse activo y vinculado al deporte, llevó adelante el FP3 Camp, una serie de clínicas deportivas que brindó en distintas localidades del país. “Ya lo venía haciendo hace años, acompañando a Dady [N. de la R.: Eduardo Gallardo, exentrenador de Los Gladiadores y actual entrenador del combinado nacional femenino] en las clínicas que hacía él, y es algo que te da muchas retribuciones: poder llevar el deporte a diferentes provincias del país y estar con chicos y chicas que disfrutan de eso”, relata.

  • ¿Con qué realidades y calidad deportiva te encontraste?

La calidad deportiva, a medida que te vas alejando de Capital, que es donde está la zona de más competencia, disminuye, pero sin duda me encontré con un montón de gente que siente al deporte y que le pone muchísimo amor a lo que hace. No me imaginaba que en puntos del país que yo no conocía, se vivía el handball tanto como lo vivíamos nosotros acá. Eso fue realmente increíble.

Empleado en la ANMAT, dueño de un gimnasio en Lanús, gamer aficionado y streamer en Twitch (su usuario es fedepiza), Federico Pizarro es muchas cosas, pero ninguna de todas sus actividades tiene tanto peso como el handball: “Creo que después de tantos años, se transformó en un estilo de vida para mí. Es lo que hago y es en lo que pienso todo el tiempo. Hoy es mi trabajo también. Casi todo lo que pasa en mi vida, pasa por el handball”. 

ESPERANZA OLÍMPICA

El año 2020 comenzó con muchas promesas, aunque algunas debieron finalmente postergarse. Después de casi dos décadas de carrera, por primera vez lo sedujo una oferta del exterior: desde el mes pasado es jugador del Ciudad Encantada, de España.

El otro gran objetivo del año, que eran los Juegos Olímpicos, se postergó para 2021, aunque su realización todavía es una incógnita. Anhela disputar esa competencia, pero se toma la situación con tranquilidad: “Si fueran cosas que nosotros como equipo pudiéramos manejar, estaríamos dispuestos a afrontarlas y solucionarlo. Es lo que estamos acostumbrados a hacer. Pero con esto no podemos hacer nada para cambiarlo, así que solamente queda esperar”.