Los secretos de las orquídeas

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Todo lo que se necesita saber para cultivar una de las flores más bellas. Cómo elegirlas, cuidarlas y mantenerlas en óptimas condiciones durante todo el año.

Las orquídeas son apreciadas universalmente por su belleza, elegancia y variedad de colores y formas. Existen casi 30.000 especies diferentes de esta flor cuyo hábitat original son los climas tropicales, pero la característica común a todas es la elegancia de sus formas, con pétalos de formas exóticas y vistosos juegos de simetría en su disposición. Además, gracias a las cruzas e hibridaciones que se practican desde hace siglos, se han perfeccionado las propiedades de las distintas clases de orquídeas para facilitar su cultivo.

El experto Elías Miguel Batica, titular de la firma Agave Orquídeas –que funciona en el Vivero de la Facultad de Agronomía de la Universidad de Buenos Aires–, asegura que la orquídea más demandada en la Argentina es la Phalaenopsis. “Además de ser la más elegante y bella, es la única específicamente de interiores y se puede cultivar en cualquier momento del año”, explica.  

En ambientes interiores, la forma de mantener las orquídeas con un crecimiento y floración óptimos es ubicarlas en un recipiente con un sustrato especial de corteza de pino y carbón vegetal, fácil de conseguir en cualquier vivero, que favorece el drenaje del agua de riego. Desde la Asociación de Productores y Cultivadores de Orquídeas de Argentina (Apcoa), en tanto, advierten que esta flor “necesita mucha luz solar, pero sin exposición directa, a lo sumo tamizada por una cortina liviana para que no se quemen sus hojas”. Para eso, lo ideal es que esté cerca de una ventana o balcón con sol por la mañana (orientación este), cuando la radiación es más suave. 

Otro factor para tener en cuenta, según las recomendaciones de Apcoa, es regarlas tomando la precaución de no saturar de agua el sustrato, que debe mantener un nivel adecuado de humedad. Para eso, lo más aconsejable es que el riego se lleve a cabo cada dos días durante el verano y semanalmente en invierno, de modo que el agua se escurra en forma correcta y no quede estancada. La forma más fácil de conseguir esto es sumergir la maceta en agua durante diez minutos y dejarla escurrir después. 

Por otra parte, como el sustrato en que se cultivan las orquídeas contiene pocos nutrientes, es necesario aportarlos mediante fertilizantes, aunque solo durante el período de crecimiento para no sobresaturarla. Una buena fórmula consiste en agregarlos en forma alternada cada dos riegos y respetando la frecuencia tanto en invierno como en verano. Son todos cuidados que se justifican plenamente para poder disfrutar de esta flor tan bella y exótica. 

EN EL EXTERIOR

Para quienes tengan un jardín, las dos especies de orquídeas más demandadas son la Oncidiinae, caracterizada por su colorido exuberante y con floración durante todo el año, y la Cymbidium, de color amarillo, verde, rosa o blanco, que florece entre mayo y octubre. Lo habitual es colgarlas o sujetarlas en árboles, especialmente en los nacimientos de las ramas, donde suelen crecer muy bien. En cualquier caso, la ubicación debe respetar las condiciones de su hábitat natural: luz, humedad y buena aireación.