Agua que has de beber

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Cuáles son las distintas tecnologías existentes para filtrar el agua de red en la cocina y conseguir que sea potable. Opciones para distintos presupuestos.

Cada vez son más requeridos los dispositivos hogareños que sirven para sanear el agua, muy fáciles de instalar en la cocina. Pero no todos son iguales ni utilizan la misma tecnología, de modo que es importante informarse bien antes de elegir uno. Por lo pronto, existen dos métodos para sanear el agua: el filtrado, que consiste justamente en filtrar los sedimentos sólidos; y la purificación, que con reacciones químicas elimina partículas tóxicas.

En el primer grupo, los más populares son los que usan un filtro de carbón activo y compactado, material poroso que absorbe las impurezas. Por lo general se encuentra en la base de un dispensador de agua ubicado junto a la pileta de la cocina, pero una buena opción para ahorrar espacio en la mesada es instalar el depósito de agua debajo de ella. Para eso, es necesario conectar dos tubos flexibles: uno recibe el agua de la red por filtrar y otro sube hasta un grifo para servirla. El nivel de efectividad de este sistema es muy alto, siempre y cuando se tenga el cuidado de cambiar el filtro cada cinco meses. 

En cuanto al otro método, el de purificación, uno de los productos más recomendables, aunque no el más barato, es el purificador eléctrico por ozono. Se trata de un pequeño accesorio que inyecta este gas en el agua mediante una válvula sujetada a la canilla como una abrazadera, y su acción consiste en descomponer las bacterias, los virus y otros microorganismos vivos sin dejar restos patógenos. Al mismo tiempo, neutraliza el sabor y el olor no deseables del agua. Eso sí: además de su precio, también consume energía eléctrica. 

Pero, sin duda, el proceso más completo es el de “ósmosis inversa”, que combina los dos sistemas: purificación y filtrado. Consiste básicamente en someter el agua a una presión centrífuga (ósmosis inversa) dentro de un recipiente recubierto en su interior por una membrana especial de carbón, de modo que todas las toxinas e impurezas se adhieren a sus paredes interiores. Antes y después de eso, el agua es conducida a través de tubos flexibles por varios receptáculos donde se le aplican distintos filtros –de sedimentos, de cloro y de micropartículas tóxicas–, y en el último es purificada con luz ultravioleta. Recién entonces sube a un dispensador de hasta 12 litros con grifo sobre la mesada, lista para ser tomada o para el uso que se le quiera dar. 

Por lo tanto, al conocer las opciones ya no hay excusas para no empezar a purificar el agua que se toma en casa. 

FILTRO CASERO Y POPULAR

Para quienes no pueden acceder a comprar un filtro de agua, una opción es fabricar uno casero. Solo se necesita un bidón de agua mineral de 20 litros, vacío, al que se le debe practicar un orificio en la base por donde poder llenarlo de agua desde arriba, colocándolo boca abajo. Dentro del bidón se deben introducir capas sucesivas de algodón, carbón activado, arena fina, arena gruesa y grava, en ese orden y de unos 5 centímetros de grosor. Y encima, tres capas iguales de piedras grandes, medianas y pequeñas. Todas irán absorbiendo las impurezas, de modo que cualquier chorro de agua que se vierta desde arriba saldrá filtrado por el pico.