Nora Bär: “Cada día me levanto entusiasmada por mi trabajo”

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Es una de las referentes del periodismo científico argentino, espacio que prácticamente fundó. Hace 40 años que cuenta historias vinculadas con las ciencias, la tecnología y la salud, siempre con la misma pasión.

Foto: Pato Pérez

Hace menos de un año y medio, la información relativa a la ciencia y la salud se volvió masiva. Es tapa de diarios y revistas, portada de sitios web y llena horas y horas de aire radial y televisivo. En plena convivencia con una pandemia, no hay quien no tenga una opinión para ofrecer al respecto. Nora Bär lleva 40 años en el periodismo científico, casi todos habituada a que los flashes apuntaran hacia otras áreas, salvo honrosas excepciones. Es periodista científica desde antes de que en el país existiera la categoría, y lo es porque antes fue apasionada lectora de revistas especializadas y un día decidió que ella también quería contar esas historias y entrevistar a los investigadores detrás de ellas. Por eso es una de las comunicadoras que más se destacó en todo este tiempo.

  • ¿Qué tan arduos fueron estos meses?

Y… muy arduos: 24 horas por día pendiente de la información. Nunca, en todos los años en los que llevo trabajando en periodismo, ha sido tan vertiginosa la información: llegan novedades inesperadas a cualquier hora del día. Prácticamente no me puedo despegar de la computadora, estoy continuamente viendo lo nuevo y, además, confirmando que lo que transmito es correcto, porque hay tantas idas y vueltas… 

  • Se sumó mucho público a este tipo de notas, y en redes interactúa mucha más gente con vos.

Sí, y por un lado, es lindo que sigan los mensajes que uno tiene para dar, porque uno se siente útil. A mí me gusta la interacción. Como uno cuenta con acceso a esa información, puede ayudar a mucha gente que tiene dudas y no encuentra a quién preguntarle. Pero hay un costado oscuro de las redes sociales. Yo, generalmente, solo informo datos y digo de dónde surgen, por qué me parecen válidos, sobre qué se fundamentan. Pero, lamentablemente, hay muchas personas que están desbordadas por el odio que ni siquiera leen los mensajes ni escuchan. Solamente agreden. A veces ni siquiera te contestan lo que estás poniendo, solo lanzan una agresión gratuita y eso es bastante agotador, bastante feo.

  • ¿Conseguiste acostumbrarte a eso?

No, porque es impresionante el poder que tiene la palabra, y por más que sepas que lanzan una frase agraviante para dañarte, es algo que te desmoraliza o te entristece. Para mí es difícil aislarme de ese mensaje. Hubo momentos en los que parecían pirañas. Por ejemplo, yo decía “Este estudio muestra tal cosa”, y tras eso venía una catarata de agresiones inexplicables. Puedo estar equivocada, pero lo estoy haciendo con la mejor intención y siempre consultando con el sistema científico argentino las informaciones que distribuyo.

  • Está muy extendida la falacia de evidencia incompleta, el cherry picking: ver qué información coincide con lo que uno ya pensaba antes y difundirla; y denostar lo que contradice esa postura previa…

Sí, lamentablemente hay muchas técnicas para las ya célebres fake news. Una es esa, las medias verdades: elegir las evidencias que respaldan lo que yo digo y pasar por alto otras. Nosotros, los periodistas científicos, para validar una evidencia, tenemos que analizarla primero: que sea un estudio bien hecho, que no haya conflictos de interés, que tenga un universo suficiente de sujetos participantes para fundamentarlo, entre otras cosas. Consultamos siempre con un grupo de investigadores que esté en el tema. Ellos pueden analizar con ojo crítico si esos estudios valen o no. 

  • ¿Y cómo se resuelve cuando no hay tampoco entre los expertos un consenso claro?

Eso es algo que pasa, porque no hay que pensar que todo el sistema científico está de acuerdo en todo. En esta pandemia, por ejemplo, grandes epidemiólogos sostuvieron visiones distintas de lo que había que hacer. Uno lo que hace es tomar, primero, la postura mejor argumentada, mejor justificada y, en lo que no se sabe y hay dudas, avisar que se está planteando una visión preliminar, que no es todavía sólida, que hay que esperar un poco más.

“El mundo es maravilloso y quienes se dedican a estudiarlo pueden transmitir todo eso”.

Hace poco más de 40 años, Nora buscaba un trabajo part-time para no desligarse del cuidado de sus cuatro hijos. Analizando opciones junto a su marido, se le ocurrió comenzar a escribir notas sobre cultura y ofrecerlas en revistas. Esa fue su puerta de ingreso al periodismo. Entre sus hits de aquella época entrevistó a Jorge Luis Borges (no guarda un gran recuerdo de su labor, siente que pudo haber preguntado mejor). Su curiosidad la llevó a las ciencias, el terreno donde se desempeña desde que en 1980 publicaron en la tapa de la revista de La Nación la primera nota que presentó con esta temática. Fue presidenta de la Red Argentina de Periodismo Científico (actualmente es vocal) y recibió numerosos premios por su labor de difusión de la ciencia, tarea que lleva adelante en gráfica, radio y libros.

  • ¿Qué entrevistados tuyos serían equivalentes a Borges en la ciencia?

Uy, son muchos, porque en tantos años tuve mucha suerte. Conocí a Emanuelle Charpentier y Jennifer Doudna, las dos científicas que desarrollaron la técnica CRISPR, de edición genética, cuando les dieron el premio L’Oreal-Unesco por las Mujeres en la Ciencia. Luego de eso, ganaron el Nobel. Tuve la suerte de conocer a Stephen Hawking. Por teléfono pude hablar con Carl Sagan, Neil deGrasse Tyson o Simon Singh, que es para mí una figura de referencia: un físico inglés que se dedicó a la difusión de las ciencias. Entrevisté a Françoise Barré-Sinoussi, una de las codescubridoras del VIH; a Cédric Villani, un matemático, ganador de la medalla Fields, que el año pasado era candidato a ser alcalde de París. Y de los argentinos tengo una amistad y un agradecimiento especial para Adrián Paenza; también entrevisté a Javier Rabinovich y Alberto Kornblihtt, entre tantos científicos espectaculares que hay en nuestro país. También pude estar en lugares a los que si no hubiera sido periodista, jamás hubiera llegado, como el lugar donde se está construyendo en Francia el primer reactor comercial de fusión nuclear.

  • Solés decir que tenés la misma pasión que en los inicios…

Totalmente. Cada día me levanto entusiasmada porque voy a hacer una nota a tal persona o porque el tema me parece espectacular. A los seres humanos nos gusta saber, poder descubrir, entender qué es lo que pasa. El mundo es maravilloso y quienes se dedican a estudiarlo pueden transmitir todo eso a quienes los escuchan. Yo, por suerte, tengo un asiento en primera fila.