Santiago Lange: “Siempre traté de ser fiel a lo que amo”

0
204

Tiene seis Juegos Olímpicos en el lomo y va por el séptimo. Se colgó dos medallas de bronce y una de oro. Persigue obsesivamente los resultados, pero valora y disfruta más el proceso.

Fotos: Red Bull Content Pool

Acepta la entrevista inmediatamente, con mucha predisposición. Sin embargo, transcurren semanas e incluso meses, y la charla se dificulta, se posterga invariablemente: una racha de buenos vientos propicia las condiciones buscadas para entrenar fuerte de cara a los Juegos Olímpicos. A merced de la meteorología, entonces, la espera se dilata, hasta que una ventana se abre y esta nota se concreta. Santiago Lange se disculpa al inicio y al final de la conversación, pero no hace falta: quien conoce su historia sabe que siempre y ante cualquier circunstancia navegar fue y sigue siendo su prioridad absoluta.

Ese enamoramiento por la navegación, que se volvió un ménage à trois con el olimpismo, hace de él un caso excepcional. Solo uno de cada cuatro atletas olímpicos consiguió ser parte de más de una edición. Santiago ya compitió en seis, lo hará en el séptimo en unos meses y aún no cierra la puerta a un nuevo ciclo olímpico después de Tokio: “Por momentos me vienen muchísimas ganas de seguir, pero también soy consciente de que en la vida que llevo se paga un precio en algunos aspectos, sobre todo afectivos, y tengo que pensar cómo los quiero manejar”, reconoce.

  • Fuiste tachando muchas cosas en la lista: estar en un Juego Olímpico, ser medallista, ganar la de oro, compartir una edición con tus hijos… ¿Qué queda? ¿Qué te motiva?

Esto es mi vida, no sé si ponerle la palabra “motivación”. Esto soy yo, soy un deportista, me gusta hacer lo que hago y, como me gusta tanto hacerlo, ya es mi vida, así que quiero seguir haciéndolo.

Decís “Esto soy yo”, pero en algún momento dejarás de hacerlo y vos vas a seguir estando…

Exactamente. Ese es el desafío que tengo que contestar. 

  • ¿Por qué creés que los Juegos Olímpicos generan lo que generan?

Para mí son muchísimo más que deporte. En el mundo en que vivimos, que en la ceremonia de apertura estén todas las razas y religiones, países que quizás están en guerra, todos festejando juntos como una unidad de la humanidad me parece algo muy fuerte. Al final de cuentas, ese es el mensaje de los Juegos Olímpicos.

  • Si bien hay cuestiones más importantes, como el nacimiento de tus hijos o de tu nieto; o tristezas mayores, como cuando te diagnosticaron cáncer, ¿sentiste emociones más fuertes que las que sentiste en los Juegos Olímpicos?

Lo que pasa es que son emociones diferentes. Las personales son una cosa; y las deportivas, otra. Por ejemplo, yo hago una comparación: para mí, haber entrado al estadio olímpico con mis hijos Yago y Klaus [N. de la R.: atletas olímpicos, compitieron en Río 2016] fue una emoción igualable a la de ganar una medalla. Una es una alegría que me dio la vida, y la otra es algo que soñé, que quise y trabajé muchísimo para lograr.

El hombre que se pasó la vida en el agua y que dijo en esta misma revista, poco después de ganar el oro en Río, “Es el lugar que me hace feliz”, publicó ahora su autobiografía: Viento, la travesía de mi vida.

  • ¿Por qué elegiste para el título el viento y no el agua?

Están los dos en mi persona, muy ligados. Pero me fascina el viento. Es un elemento clave para nuestro deporte, igual que el agua, pero más intangible. Para nosotros es un arte puro, si sabés leer el viento, estás en otro canal.

  • ¿En algún momento se domina esa lectura?

No, siempre te gana y se aprende todos los días. Cada vez hay más información, la ciencia y los modelos meteorológicos son mejores, yo trabajo eso con Elena Cristofori, pero en nuestra regata tenés que tomar decisiones y hay que ver en qué minuto va a cambiar el viento para la derecha o para la izquierda. Eso es un trabajo constante, una ejercitación de estar todos los días en el mar y conocer muy bien el lugar donde estás navegando.

“Estoy metido en esto porque me doy cuenta de que es lo que amo y quiero hacer”.

  • Muchas veces se habla de desafiar a la naturaleza. ¿Se la desafía realmente?

No me animo a decir “desafiar”, pero sí querés aguantar lo que te tira. Creo que te desafía ella a vos, que estás buscando eso: ella es la que te pone la vara y vos querés saber que te la pudiste aguantar. Te pone en situaciones límite y en situaciones muy lindas, que es justo lo que salís a buscar.

  • ¿Cómo fue encarar el proceso de un libro?

Fue realmente difícil al principio, porque obviamente no es lo que uno hace, pero por suerte generamos una manera de trabajar con Nico Cassese y con Héctor Guyot espectacular. Nos llevamos superbién y al final terminé disfrutándolo un montón.

  • ¿Qué te llevó a querer contar tu vida?

Inconsciencia. En su momento, Red Bull me ofreció hacer un libro, y por la relación que tengo con ellos pensé que podía ser una buena idea. Ahí comencé con la iniciativa y después vino la mala: ¿qué hago yo metido en esto? No me había hecho la pregunta que vos me estás haciendo, si tenía ganas de contar tanto, pero bueno, una vez embarcado en el proyecto soy de no aflojar, y al final el proceso fue bonito y la experiencia valió la pena. 

  • Hablando de procesos, el de este último ciclo olímpico se extendió un año, ¿cómo lo estás viviendo?

Al principio me costó muchísimo. Dije “Uh, un año más”, me parecía que iba a ser eterno. No era lo que estaba planeado. Ahora estamos en la etapa más linda de los Juegos Olímpicos, los últimos meses, en donde ajustás el trabajo de cuatro años y donde cada día cuenta, te vas poniendo a punto y vas viendo los frutos de tanto trabajo y tanto esfuerzo. Es el momento que más disfruto de los ciclos olímpicos.

  • ¿Se disfruta más que el resultado? Más de una vez dijiste que no irías a un Juego Olímpico si no es a pelear medallas…

Decir que no nos interesa ganar no es cierto: todos queremos ganar y nos preparamos para eso. Pero lo que yo realmente voy creyendo a lo largo de mi carrera deportiva es que el proceso es lo que quiero disfrutar y donde encuentro el ganar y perder. La verdad que si hoy salimos a entrenar y hacemos algo mejor que ayer, si mejoramos algún aspecto del juego, que es lo que estamos buscando, lo siento como una victoria, como que estoy compitiendo en ese momento y tratando de mejorar. Esas son las pequeñas victorias del día a día que, después, a la hora de competir, te dejan más tranquilo, porque tenés tus victorias y tus derrotas a lo largo del proceso.

“Esto soy soy, soy un deportista, me gusta hacer lo que hago y, como me gusta tanto, ya es mi vida”.

  • Vos ya te habías retirado, no fuiste a los Juegos de 2012, y volviste un poco de sorpresa, porque tu hoy compañera, Cecilia Carranza, fue a pedirte un consejo. ¿Este disfrute tiene que ver con que esta etapa es un extra?

Te diría que sí, que es porque soy muy consciente de que es una elección. Estoy metido en esto porque me doy cuenta de que es lo que amo y quiero hacer. Quizás, de chico, estás más obnubilado con ganar y con la energía que tenía. Lo siento como una elección y creo que eso me da esta manera de verlo.

Santiago es padre de cuatro varones: Yago y Klaus son regatistas y atletas olímpicos, como él; Borja y Theo, en cambio, tienen un perfil más artístico y menos competitivo, aunque también aman el agua. Santiago los menciona más de una vez en su libro, como alumnos y también como maestros. Hay una enseñanza que va en dos direcciones, un ida y vuelta de aprendizajes: “Mis hijos me han enseñado muchísimo, siempre fueron mi ancla en la dirección del equilibrio de la vida. Los hijos enseñan, no hay lugar a dudas, a aprender nuestro lado que más nos cuesta. Uno desea ser un buen padre y sueña con eso, y todos los hijos son diferentes, te exigen en el sentido de ser inteligente, de pensar cómo educarlos y qué decir en cada momento. Eso es un aprendizaje constante, porque cada uno necesita lo suyo y vas aprendiendo a lo largo del camino. Y cometés muchos errores”. 

  • En un momento creíste que el cáncer de pulmón que sufriste en 2015 tuvo que ver con tus viajes constantes y el dolor de las separaciones, ¿no?

Sí, una vez leyendo medicina china vi que el pulmón es como tristeza, y no encontraba de dónde podía venir eso, porque siempre consideré que tuve una vida maravillosa, que soy un privilegiado, que hago lo que amo. Para no ser necio, seguí buscando, y la verdad que los momentos más tristes fueron esos, cuando debí viajar mucho y dejar a mis hijos por tanto tiempo. Fue durísimo.

  • En algún momento intentaste renunciar al agua para hacer una vida más convencional y no pudiste…

Sí, es verdad, no pude. Siempre traté de ser fiel a lo que amo y a lo que me gusta hacer. Obviamente, tiene un punto egoísta y un punto de sano, de hacer realmente las cosas que tenés ganas. Y hacerlas con responsabilidad, con esfuerzo, tratando de superarte. Esa fue mi elección: volver, porque me di cuenta de que es lo que amo y lo que tengo ganas de hacer.

  • ¿El alto rendimiento exige ese punto egoísta?

Y sí, porque al final en ciertos aspectos te volvés un poco obsesivo, ¿no? Terminás no aceptando cosas, porque si hay una vara puesta en altura, vos no creés que eso es lo máximo y pensás que la podés saltar. Eso exige una atención hacia ese aspecto, que es el alto rendimiento, que hace que dejes de lado otras cosas. Sin lugar a dudas, el alto rendimiento o cualquier actividad en la que quieras ser el mejor te va a llevar a dejar cosas de lado.