Silvina Ocampos: El gran salto

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Luego de años de entrenamiento autodidacta, Silvina Ocampos, enfermera y atleta, está lista para dar un paso importante en su carrera y apuntar a grandes objetivos.

Foto Estefanía Burgos (SPORTRAITS).

En julio de 1993, Verónica Ávila saltó 13 metros y 91 centímetros. Desde ese momento y hasta marzo de este año pasaron casi 28 años sin que ninguna atleta argentina fuera capaz de superar los 13 metros en salto triple. La que llegó para amenazar aquella marca histórica y, al mismo tiempo, poner en marcha su sueño olímpico es Silvina Ocampos.

La puntaltense radicada en Bahía Blanca saltó 13 metros y 30 centímetros en Mar del Plata (aunque, por el viento a favor, la marca no fue incorporada al ranking oficial). “Me sentí con la capacidad de saltar mucho más, así que ahí comenzó mi ciclo olímpico. Quiero estar en el Mundial del año que viene y en los Juegos de París, en 2024”, se anima.

La atleta de 24 años divide su tiempo entre los entrenamientos, la práctica del básquet como hobby y su trabajo de enfermera en el Hospital Interzonal General de Agudos Dr. José Penna. En épocas de pandemia, su tarea como personal de salud es ardua y desgastante física y psicológicamente, y el atletismo –más que nunca– fue su cable a tierra, lo que la conectó con sueños y un futuro mejor.

Llegó hace diez años a la actividad, junto a su hermano, siguiendo a un grupo de amigos que querían correr. Ella frecuentaba el polideportivo de su barrio, mirando de reojo la pista (“Me parecía que los atletas estaban locos, no le veía el sentido a correr en círculos”, reconoce) mientras jugaba básquet, fútbol y hockey, entre otros deportes. Finalmente, sus amigos y su hermano dejaron la actividad y ella permaneció. “Por algún motivo, me fui quedando. No sé bien por qué, porque no tenía buenos resultados: hasta los 18, 19 años, iba a un campeonato provincial y quedaba fuera de la final porque mis marcas no eran buenas. Tal vez eso, el no tener resultados, fue lo que hizo que me quedara. Las ganas de dar vuelta esa situación. Y agradezco eso, porque hoy estoy viviendo una realidad superlinda”.

  • ¿Sentís que tenías esa tenacidad desde antes? ¿O se despertó con el atletismo?

Pienso que se despertó con el atletismo. Tal vez si no hubiese hecho este deporte, tendría otra personalidad, sería otra clase de persona. El atletismo forjó mi carácter, mi forma de ver las cosas, de encarar distintas situaciones. Esto de autosuperarme y autovalorarme me lo dio el atletismo. Me brindó esa capacidad de querer seguir intentando cada vez más.

Desde que comenzó a saltar, Silvina demostró una conducta particular para su edad: la práctica del deporte no era solo un gesto intuitivo, un entretenimiento. Ella quería mejorar y buscaba cómo hacerlo permanentemente. Buceaba en Internet y en bibliotecas para conseguir material: videos, planes de entrenamiento, consejos de grandes atletas. Devoró todo e incorporó lo que creyó necesario. Autodidacta, se filma a sí misma desde chica para corregir movimientos, comparándolos con los de las referentes en la disciplina. Así creció durante un tiempo, descubrió que puede ser competitiva. Pero encontró un techo y supo entender que era el punto exacto para armar un equipo de trabajo que la impulsara a más: hoy la entrena a distancia el cordobés Nacho Carballo y tiene un plan alimentario, además de asesoramiento de Natalia Coronel para prepararse mentalmente. “Es un laburo que arranca en lo espiritual. Me viene ayudando un montonazo. Consiste en pensar que nosotros somos energía, que la corredera donde voy a saltar también es energía, que el cajón de arena es energía, y tengo que tratar de complementarme con todo eso. Es un trabajo bastante difícil, pero una vez que lográs pensarlo y concentrarte es superlindo y te ayuda. A Natalia llegué el año pasado, en un momento en el que estuve medio complicada con el atletismo. No sabía si seguir o dejarlo”, cuenta.

  • ¿Qué te hizo volcarte a seguir compitiendo?

Me ayudó esto, me hizo ver todo de una forma distinta. También me ayudó jugar al básquet, hacer un deporte de grupo. Me había cansado de entrenar tanto tiempo sola, tener que planificar todo yo. Después, en diciembre del año pasado, salté 12 metros 80 centímetros en el Campeonato Argentino que se hizo en Rosario y mi cabeza hizo un clic. Ahí decidí armar un equipo de trabajo y me enamoré de vuelta del atletismo.

En pleno enamoramiento, Silvina persigue objetivos de los grandes. El triple salto que tiene por delante es quebrar el récord nacional, conseguir la marca mínima para el Mundial de Atletismo y llegar a París 2024.

GRUPO AFIANZADO

La previa al último Campeonato Sudamericano, en Guayaquil, fue caótica: hubo internas en el Enard entre el Comité Olímpico Argentino y la Secretaría de Deportes de la Nación, y varios atletas clasificados vieron peligrar sus posibilidades de viajar por falta de presupuesto. Sobre la hora, apareció el influencer Santi Maratea para conseguir el dinero necesario. En el camino, hubo muestras de afecto en redes y una sensación de equipo diferente a torneos anteriores: “Nosotros entrenamos cada cual en su ciudad, en su provincia, y nos vemos muy poco en el año. Todo esto hizo que el equipo se uniera mucho más. La experiencia fue increíble”.