Un mundo eléctrico

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La industria automotriz va hacia el mayor cambio de paradigma de los últimos 130 años. Le está diciendo adiós a la combustión interna mientras avanza con fuerza hacia los vehículos propulsados a energía eléctrica. 

Fotos IStock

No contaminan. No hacen ruido. Casi no necesitan mantenimiento. No tienen marchas. Y, por ahora, no pagan impuestos. ¿Será que los autos eléctricos son sencillamente perfectos? Bueno, tal vez se esté yendo demasiado rápido. Pero si el mundo avanza en dirección recta hacia la electromovilidad, ya se debería ir pensando en que les quedan pocos años de vida a los autos tal como se han concebido hasta ahora. 

En todo el planeta hay unos 8,4 millones de autos eléctricos circulando. La gran mayoría, unos 3,5 millones, lo hace por las calles de China, el país con mayor inserción de esta tecnología, y que además exporta componentes y baterías a terminales automotrices en varios países. 

Para entender mejor el panorama, debemos saber que existen dos tipos de vehículos de este tipo. Los que son ciento por ciento eléctricos y los híbridos, que funcionan alternativamente con la tradicional combustión y también con un sistema eléctrico que autogenera su propia energía a través de la fricción del frenado. Para ser claros: no se enchufan.

¿Por qué esta distinción, que parece bastante técnica? Porque cuando se habla de autos eléctricos, al menos en la Argentina y en buena parte de Europa y los Estados Unidos, hay que saber que se está incluyendo también a estos modelos híbridos que han dado excelentes resultados por el momento, aunque en realidad no se los deja de considerar algo así como una transición. Es decir, no son exactamente el destino hacia donde se va.

Distinto es el caso de los que funcionan plenamente con esta energía. “Son vehículos cuyo movimiento se genera gracias a motores eléctricos de corriente continua, basados en imanes permanentes compuestos por las llamadas ëtierras raras’”. La descripción pertenece al doctor en Ingeniería Juan José Lopensino, investigador de la Universidad Tecnológica Nacional (UTN). 

Al dialogar con Convivimos, Lopensino se encarga primero de recorrer todo el camino de las urgencias ecológicas, que son las que verdaderamente hacen que hoy debamos caminar hacia este tipo de tecnología. “Debemos pensar en la contaminación que generan los vehículos a combustión interna, y a eso sumarle el hecho de que se están agotando los combustibles fósiles, y lo poco que queda es cada vez más caro de extraer”, ensaya, a modo de explicación simple, para entender por qué este desenfrenado avance hacia este cambio de paradigma en la movilidad de los seres que habitamos este planeta. 

ONDA VERDE

Precisamente es en el terreno de la conciencia ecológica donde hoy por hoy estos nuevos vehículos están encontrando sus mayores adeptos. Porque aunque la utilización de autos eléctricos implica una reducción importante en los costes de uso y de mantenimiento, todavía los precios de compra son altos. Y la ecuación, por más mística verde que se le ponga, aún no cierra.

¿Y por qué tan caros? “Sencillamente porque es un proceso en el que se tiene que reformular toda una industria que lleva ya más de 130 años fabricando vehículos de una manera, para cambiar a otra. Entonces tenés que tirar a la basura un montón de procesos que ya estaban investigados y probados para traer otros. Y eso sale mucho dinero”. 

Quien da la explicación es Gastón Rebrard, ingeniero mecánico, consultor de empresas, con experiencia en proyectos de electromovilidad en el Viejo Continente. Ante la consulta de Convivimos, Rebrard cuenta los procesos que tuvo que encaminar en Francia la casa matriz de Renault cuando se lanzó al proyecto de ofrecer una gama completa de vehículos con esta tecnología, incluyendo su clásica Kangoo, el Twizy, el Fluence, la Master y el Zoe. “Llegaron a probar, por ejemplo, qué sucede si un auto eléctrico se cae en una pileta de natación. ¿Electrocuta a todo el mundo?”, ejemplifica. “Otra prueba fue llevarlo al medio del desierto, para someterlo a altas temperaturas y verificar cómo reaccionan los componentes. O estacionarlo en una calle de Europa del Norte y ver si podían arrancar y movilizarse con bajísimas temperaturas”, completa.

Son pruebas que estaban sobradamente superadas con los vehículos tradicionales, pero que se deben hacer cuando se está migrando hacia otro paradigma. Y naturalmente, tienen su precio. Y sus tiempos. El resultado es que los costos de fabricación –y por ende el precio de venta al público– queden bastante por encima de los vehículos tradicionales. 

“Debemos pensar en la contaminación que generan los vehículos a combustión interna”.
Juan José Lopensino

Por esa razón, por el momento la posibilidad de comprar autos eléctricos está más bien dirigida a las personas que cultivan una fuerte conciencia ecológica, “y no a los que van con una calculadora en la mano”, según sostiene Adrián Peragallo, responsable de Movilidad Eléctrica de Enel X Argentina, empresa que ha desarrollado una alianza con Axion para instalar puestos de carga rápida en las estaciones de servicio. 

PUNTO DE QUIEBRE

Sin embargo, los números en rojo pronto comenzarán a bajar de temperatura para volverse más accesibles. De hecho, un estudio realizado por Bloomberg New Energy Finance (BNEF) fija el punto de quiebre a partir de 2025. “La construcción de autos y utilitarios eléctricos costará menos que la de vehículos a combustión a partir de 2025 y 2027, según la categoría, y podrían constituir el cien por ciento de las ventas de vehículos nuevos en la UE en 2035”, anunciaron en mayo último. 

Si bien en algunos países los precios de venta se habían logrado equiparar, eso sucedía gracias al fuerte aporte de los estados nacionales que subvencionaban la diferencia. Pero el informe de BNEF trae otro escenario: “Los sedanes y SUV eléctricos serán tan económicos como los vehículos a gasolina a partir de 2026, y los pequeños los seguirán en 2027”. También para los utilitarios el calendario ya está marcado: 2025 para los modelos livianos y 2026 para los pesados. 

El precio de un sedán eléctrico se emparejará así hacia 2026 con el de uno con motor de combustión, en alrededor de 20.000 euros (24.000 dólares), ante los casi 40.000 euros de la actualidad. De este modo, ya no será necesario consolarse solo con los ahorros “a largo plazo”, sencillamente porque no habrá diferencia que amortizar.

AUTOS CRIOLLOS

En la actualidad circulan por las calles argentinas 6373 vehículos eléctricos. Comparados con los más de 3,5 millones que lo hacen en China, la cifra parece bastante exigua. Y lo es mucho más cuando el desglose nos indica que, de ese total, solo 111 son completamente eléctricos. El resto, híbridos. 

Por el momento, en nuestro país se comercializan dos vehículos completamente eléctricos. El Renault Kangoo ZE y el Nissan Leaf 12. Y se importan otros 21 híbridos. Además, ninguna de las automotrices grandes tiene producción local de eléctricos en serie, aunque sí hay al menos tres proyectos que están entregando algunas unidades, casi con un criterio a pedido. 

Quizás uno de los más avanzados es el proyecto Volt Motors, impulsado por un grupo inversor en Córdoba, que en el último mes entregó sus primeros cinco vehículos cero emisión. Se trata del Volt E1, un biplaza que asegura una autonomía de 300 kilómetros, 105 km/h de máxima, 600 kilos de peso y un ahorro total del 90 por ciento. “Es producto de más de cuatro años de desarrollo y trabajo conjunto, y la idea es llegar a producir 3000 unidades al año”, asegura Matías Ochoa, responsable de Comunicaciones del proyecto.

Además de Volt, también en San Luis se desarrolla otro vehículo liviano, fabricado por la firma Coradir. Se trata del Tito, un simpático urbano de cuatro plazas y un diseño que evoca las líneas del Mini Cooper. Alcanza una máxima de 65 km/h, con una autonomía de 100 kilómetros, ideal para un uso urbano.

La lista de eléctricos criollos se completa con los Sero Electric, desarrollados en La Matanza. Son vehículos de dos plazas, con tres variantes orientadas a la logística de la última milla, con una autonomía de 65 kilómetros y una velocidad máxima de 35 km/h.

El futuro ya está circulando por las calles de la Argentina. Llevará años hasta que se convierta en una normalidad. Pero no debería ser una sorpresa en un futuro, cuando sea más fácil encontrar una estación de carga rápida de 48 volts que un anticuado surtidor de nafta súper. 

MIGRACIÓN

Es tal la necesidad de migrar hacia la electromovilidad que los diferentes países no escatiman esfuerzos para lograr impulsar este cambio.

La Argentina no es la excepción, y en ese marco ingresó al Congreso un proyecto de ley de movilidad sustentable. El criterio rector es otorgar beneficios para fabricantes y usuarios durante un plazo de 20 años. 

Plantea la creación de un fondo fiduciario para lograr la financiación y la sustentabilidad del proyecto y darles prioridad a la investigación y el desarrollo en el sector, además de la expansión de la infraestructura. En simultáneo, varios municipios ya aprobaron ordenanzas para que los dueños de estos vehículos no paguen impuestos.