El cultivo de las rosas

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Su belleza, colorido y aroma engalanan jardines y balcones, y aunque parezca difícil de creer, su mantenimiento no es nada complicado si se les prodigan los cuidados adecuados.

Hay quienes consideran a la rosa como la reina de las flores, y esta calificación no es para nada exagerada, ya que su presencia en cualquier rinconcito del jardín nunca pasa inadvertida y atrae todas las miradas gracias a su delicado atractivo.

Si estamos considerando incorporar alguna especie de esta preciosa planta, es necesario atender ciertas cuestiones que nos permitirán disfrutar de su encanto por muchos años.

VARIEDADES Y GUSTOS

Si bien existen más de 30 mil variedades, entre las categorías más conocidas encontramos:

Los rosales híbridos de té: son los más populares. Vigorosos, perfumados, con follaje y floración grandes y de varios colores, por sus tallos largos se los utiliza como flores de corte.

Las rosas floribundas: les siguen en fama a los anteriores y se caracterizan por su floración en racimos, de tamaños variados y no siempre aromáticas. Son muy requeridas para crear bordes.

Las rosas miniatura: ideales para balcones y terrazas, son una réplica de un rosal común, pero a menor escala.

Las rosas inglesas: crecen como arbustos, sus flores son fragantes, de tamaño mediano y de un color damasco que se torna más intenso en el interior.

Las trepadoras: espinosas, muy perfumadas y de variadas tonalidades, poseen tallos largos y leñosos que les permiten, con los tutores apropiados, fijarse a muros, gárgolas, vallas, etc.

ELECCIÓN Y PLANTACIÓN

Al momento de adquirir nuestros rosales, debemos corroborar que se encuentran en buen estado, descartando aquellos cuyos tallos y raíces luzcan arrugados, resquebrajados o endebles, con yemas dañadas, hojas secas, raíces que midan menos de 20 cm o injertos mal implantados.

Una vez escogido, habrá que preparar la tierra para que tenga un buen drenaje y aporte los nutrientes que necesitará nuestra planta. Para eso combinaremos partes iguales de tierra negra y compost, tras lo cual cavaremos un hoyo de unos 40 o 50 cm de profundidad y una separación de hasta 1,5 y 2 m con sus vecinos, para que reciba el aire y la luz que requiere.

La época para plantar si está a raíz desnuda es a comienzos del invierno; las que vienen con las raíces envasadas pueden cultivarse en cualquier momento del año.

La introduciremos en el terreno ya preparado, así como está, sin mojarle las raíces, y la apisonaremos para que quede bien arraigada y oponga más resistencia al viento. Asimismo, haremos una pequeña zanja a su alrededor para mantener la tierra siempre húmeda.

 

ALGUNOS CONSEJOS

  • Los rosales precisan luz para desarrollarse, por cuanto la ubicación ideal será aquella en la que reciban cuatro o cinco horas diarias de sol pleno.
  • El mejor abono es el estiércol, el que contiene harina de hueso, o, en su defecto, el fosfato natural. Incorporarlo al preparar el terreno fomentará el crecimiento de nuestra planta.
  • A partir del trasplante, los primeros días deberemos, con regadera o atomizador, hidratar dos veces al día (evitando mojar el follaje y las flores, y el encharcamiento) hasta que nuestra plantita empiece a presentar hojas nuevas, tras lo cual la regaremos diariamente; de ser posible, a la mañana temprano o por la noche.
  • La poda hay que llevarla a cabo en el invierno, preferiblemente en junio o julio, siempre que no se produzcan heladas. Debemos hacer un corte limpio de 45° en dirección contraria de la yema y a un centímetro por encima de esta.
  • Los rosales son propensos a enfermarse, por lo que hay que aplicarles pesticidas al comenzar la brotación, generalmente en septiembre.

 

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