Tendencias que llegan para quedarse

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Entre la hiperconexión y la sobredosis de estímulos electrónicos que nos rodean diariamente, el cuerpo y la mente piden a gritos un descanso.

Por: Rosana Barone

 

Hubo una época –aunque parezca rarísimo– en que sólo existía el correo de papel. Se escribía una carta cuando había algo importante que decir y se recibían no más de unas cuarenta al mes. Hoy recibimos decenas de mails y mensajes diarios que intentamos responder al instante, y en ocasiones estamos más pendientes de una situación lejana, de la actualización en alguna red social o incluso de sacar fotos, en vez de disfrutar el momento y conectar con el entorno.

La tecnología nos ha conectado más que nunca, pero paradójicamente logró a su vez el efecto contrario. Se enciende entonces una luz amarilla, un estado de alerta para nuestro cuerpo y nuestra mente que nos remarca la necesidad de descansar, desacelerarse y disfrutar la vida. En este contexto es donde emergen con fuerza algunos conceptos que, si bien suenan de moda, lo que buscan es reencontrarnos con hábitos perdidos, nuestra esencia más profunda y nuestros seres queridos.

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HYGGE

Este es un término que suena cada vez con más fuerza en el mundo entero, traspasando las fronteras de la sociedad danesa, donde tuvo sus orígenes. Proviene de una palabra antigua noruega que significa “bienestar”, y busca convertir actos rutinarios en momentos de placer y gozo personal. El hygge (“gig”, como se pronuncia en español, o bien “juggue” en inglés) tiene que ver con el ambiente, las sensaciones y las experiencias.

Se trata de hallar la felicidad en los pequeños momentos y la calidez dentro de la rutina cotidiana, es decir, lograr estar en un lugar donde uno se pueda mostrar tal y como es, con las personas que nos hacen bien y hablando de temas amenos, que inviten a conversar y disfrutar de una velada placentera.

“Es el confort del alma y la ausencia de molestia, en presencia de elementos reconfortantes”.

Meik Wiking

Para Meik Wiking, autor del libro Hygge, la felicidad en las pequeñas cosas, representa “el confort del alma y la ausencia de molestia, en presencia de elementos reconfortantes”. Su estudio, cuando investiga los elementos que asocian los daneses con el hygge, da como resultado que el factor más importante se trata nada más y nada menos que de la luz. Ellos buscan generar ambientes cálidos visualmente, que inviten al relax y al confort. Por eso, las velas y las luminarias tienen un papel fundamental en este movimiento. De hecho, muchos de los grandes diseñadores de lámparas provienen de este país: Poul Henningsen, Arne Jacobsen y Verner Panton son algunos de ellos.

La correcta iluminación y una buena decoración aumentan el deseo de pasar más tiempo dentro de casa. El año pasado desembarcó en nuestro país la tienda danesa Bo Concept, referente del diseño escandinavo y promotora de este movimiento. Para Gitte Kjær, estilista de la guía hygge para dicha tienda, el “hygge no es simplemente un estado de ánimo creado para reuniones o eventos, sino que es una parte esencial del hogar y la forma de disfrutarlo. Habla acerca de la elección de color y los materiales, manteniendo la apariencia atemporal, relajada y, sobre todo, acogedora”. No debería sorprendernos entonces que esta tendencia nos traiga una selección de accesorios hechos a mano en madera, tejidos y llamativos patrones, para llevar el concepto hygge a cualquier sitio.

La clave está en lograr el equilibrio de los sentidos: géneros naturales, tonos neutros, materiales nobles, texturas suaves, aromas agradables, música relajante, sabores que nos deleiten y orden, para que la vista descanse también. Para los amantes de los espacios neutrales, la mezcla de tonos grises y blancos, junto con maderas claras, es la inspiración para un verdadero look escandinavo.

El hygge resulta ser un antídoto contra el invierno, el frío y la lluvia, y el mejor aliado para los más introvertidos. Se puede trasladar este concepto también a la ropa, a la comida, a la bebida y a todo lo que nos rodea, puesto que se trata de un adjetivo que describe una situación/objeto ideal.

 

NESTING

Muy relacionado con el hygge, nos encontramos con el nesting (proviene de la palabra “nest”, que significa “anidar” en inglés), otro concepto que revaloriza el hogar y la satisfacción que se puede lograr en él, ya sea solos o acompañados.

Este término surge en los años 80 como “cocooning” en Norteamérica, que significaba algo así como aislarse dentro de un capullo. Se trata de protegernos del entorno externo, agitado y sobreestimulado, en la tranquilidad de nuestro hogar. Desconectar los sentidos de las pantallas, las luces, dejando afuera la contaminación sonora y atmosférica para adentrarnos en la pureza y la tranquilidad que representa nuestro lugar.

 

RECALCULANDO

Hemos acelerado el tráfago de la vida hasta diez veces su anterior velocidad, haciendo que nuestros días sean cada vez más ansiosos y agitados. Pero si sumamos ambas corrientes y conceptos, veremos que sobre todo las nuevas generaciones buscan revertir esta situación empoderando el disfrute del hogar mediante la revalorización de la buena compañía y la búsqueda del goce en lo simple y cotidiano. No se trata de lujos, sino de disfrute, ya sea de una charla, de música, de un buen libro, de un rico café o de momentos de silencio y reconexión con uno mismo. Tampoco implica aislarse ni convertirse en un individuo antisocial, sino de sociabilizar a una escala más pequeña y personal.

Los detalles cada vez cobran más valor, ya que son estos en definitiva los que marcan la diferencia. En un mundo donde vivimos acelerados, debemos ser conscientes y hacer un pequeño esfuerzo adicional para concentrarnos en aquello que realmente vale la pena, y eso se traduce a una palabra: “momentos”.

 

LA CLAVE

Lograr el equilibrio de los sentidos: géneros naturales, tonos neutros, materiales nobles, texturas suaves, aromas agradables, música relajante, sabores que nos deleiten y orden, para que la vista descanse también.

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