JESSICA TROSMAN – MARTÍN CHURBA: EL AMOR DESPUÉS DEL AMOR

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Más tranquila y madura, pero con el caudal creativo intacto, la dupla de diseño argentino se reencuentra 20 años más tarde para crear una muestra de arte, intervenciones y una cápsula realizada con uniformes de reciclaje.

Foto Eugenia Rebollini

Y un día cualquiera, “el matrimonio de la moda argentina” volvió a juntarse. A través de un vivo de Instagram y distanciados por el aislamiento social preventivo y obligatorio impuesto por la pandemia, Jessica Trosman y Martín Churba empezaron a
cranear nuevos proyectos artísticos pensados por fuera del cuerpo y que tengan su archivo y modo de diseño conjunto como bandera, en una intervención preparada para presentar el año que viene en el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires (MAMBA).
Entrenada en las crisis, la dupla de diseño de autor porteña que surgió entre la primera camada a fines de los años 90 recorrió después de los 2000 un largo camino en solitario de donde surgieron Tramando –la marca, laboratorio textil y ecosistema de Churba desde 2002 hasta la fecha–, Trosman (2002 a 2010) y JT, de la cual Jessica se desvinculó el año pasado. La situación económica del país nunca fue una traba para explotar su creatividad. “Se trata de mirar qué hay y ver con eso qué se puede hacer”, dice ella. Y con “eso” que había hicieron un trabajo de forenses y artesanos: las icónicas piezas de canutillos de colores fusionadas sobre textiles de microfibra inspirados en los monederos chinos de los locales Todo x 2 Pesos, estampados plásticos y arrugados (sus “lechugas”) sobre musculosas a contratono, elásticos metalizados y engomados que se cosen y forman vestidos y tops elastizados, con flecos y pecheras caladas, de látex y piedras, que parecen sistemas de lectura braille sobre la piel. Eso y mucho, mucho más.

  • ¡Qué reencuentro!

Martín Churba: Uff. Es como haber recuperado a una hermana. Cuando nos separamos, más allá de lo maravilloso del diálogo en equipo, teníamos esa necesidad de encontrarnos a nosotros mismos, y hoy vivimos un reencuentro sin rencor ni dolor. Hoy somos cada uno por sí mismo, y existe una energía gestiva nueva y muy enriquecedora. Me nutro mucho de la manera de construir de Jessi y me dejo teñir por lo que ella me cuenta. A la vez, descubrí una nueva seguridad en su manera de ser, y mi objetivo en esta etapa es seguirla, escucharla más, entenderla y también guiarla hacia donde ella quiera desde mi trabajo textil. Este reencuentro me suena a El amor después del amor, de Fito. Me hizo pensar en las historias de amor que hablan de los reencuentros, que no hay muchas.

  • ¿De qué se trata la cápsula «Jaramillo» y cómo fue el proceso creativo?

Jessica Trosman: Después del vivo de Instagram, Martín me llamó en plena cuarentena para que lo acompañara a un taller de costura de hace más de 30 años en la calle Jaramillo, en Núñez. Como iban a demolerlo para convertirlo en un edificio, nos donaron un lote de uniformes de trabajo espectaculares de un proveedor de Ombú, y sobre esa base decidimos hacer una cápsula para vender en el Ecosistema Tramando como la primera muestra sustentable de varias intervenciones que haremos juntos.
MC: Fue una conexión muy fuerte, primitiva y caudalosa. Empecé a maquetear con las prendas recuperadas; y Jessi, a dibujar. Entonces nos íbamos pasando los bosquejos de cada uno y trabajábamos en función de lo que había hecho el otro, y se generó un diálogo innato y por fuera de nuestra zona de confort. De este primer ejercicio, entre el dibujo, la transformación del desecho en deseo y las esculturas que está haciendo Jessi es que surge la idea de hacer algo intrépido, bello, innovador y un poco caprichoso. Le armamos una propuesta a Victoria Noorthoorn [directora del MAMBA], y ella nos invitó a intervenir los espacios comunes del museo para 2021.

“EL DISEÑADOR TE AYUDA A NARRAR LA CONSTRUCCIÓN DE TU IDENTIDAD A TRAVÉS DE LA ROPA”.
MARTÍN CHURBA

  • ¿Cómo decidieron repensarse desde el arte?

JT: Nuestro lenguaje es una historia desde la experimentación textil. Entonces nos enfocamos en nuestro trabajo atemporal, regenerando nuestro pasado, aprovechando la experiencia y un archivo increíble que hoy se va a expresar liberándose del cuerpo.
MC: Creemos que todos los artistas deberían poder expresar posibilidades multifacéticas. Nosotros necesitábamos salir de la corporalidad, crear por fuera de la identidad de la piel de las personas. Nos sentimos un poco víctimas de un sistema que, durante 20 años, nos devoró, con colecciones que duraban seis meses, y ahora esa obra está guardada en el placard de las clientas y no expuesta para compartir.

  • ¿Por qué el mercado de diseño en la Argentina es tan reducido?

JT: Porque no hay educación en cuanto a valorar el diseño más conceptual. El público de la Argentina es más uniformado. Veo un montón de jóvenes con mucha cabeza para diseñar, pero no hay una concepción de flashear con la ropa. No hace falta vestirse de marca para estar canchero ni tenés que ser gay para producirte.
MC: Jessi y yo somos la prueba argentina de romper con el sistema y sumar valor en un ámbito en el que no hubo educación. Cuando nuestros padres eran chicos, se vestían con modistas, y una vez que aparecieron las tiendas y cada vez hubo más opciones, se compraba la ropa ya hecha. Hoy, los diseñadores somos un poco ese nexo artesanal y cercano que la modista tenía en otro tiempo, ya que el autor te ayuda a narrar la construcción de tu identidad a través de la ropa.

INTERVENTORES EN EL ARTE

A raíz del desencanto de ambos con la industria de la moda, Jessica y Martín están explorando un juego multidimensional de su archivo textil para la intervención que harán el año que viene en el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires. Si sus creaciones empezaron con la indumentaria, los textiles ahora se van a la pared en dos dimensiones y luego cobran perspectiva a través de esculturas. “Parte de lo que estamos haciendo juntos tiene que ver con las lechugas que hacíamos hace 20 años. Cuando nos reencontramos con Martín, le dije ῾Metamos lechuga ya᾽”, cuenta Trosman sobre la obra textil nueva que involucra técnicas de drapeado, estampado y prensado con calor, que utilizan como metáfora de la falta de trabajo y el estado endeble de la industria de la moda.