Griselda Siciliani: “No conozco otra manera que la entrega total”

0
531

En su primera experiencia en el cine español fue nominada a los premios más prestigiosos de ese país. En paralelo, nunca deja de elaborar nuevas propuestas propias: “Cualquier día que me hagas una entrevista va a ser igual: hay algo gestándose”.

Fotos: Santiago Albanell

Estilismo: Sofía Pérez y Santía

La exploración como una constante, la creación como un motor, la investigación como una necesidad, la técnica como un trampolín. En escenarios pequeños del off porteño, en los teatros más codiciados, en el prime time de los canales líderes o en la gran pantalla, Griselda Siciliani despliega desde hace casi dos décadas un cúmulo de herramientas capaz de atraer y conquistar a públicos disímiles.

Llegó hace quince años a la televisión, con una frescura y un humor arrolladores, que hicieron que sus personajes secundarios pasaran al frente y ganaran cada vez más terreno. En este tiempo de papeles protagónicos en grandes producciones, nunca perdió el espíritu emprendedor y creador del off: en paralelo, invariablemente, piensa y concreta un proyecto tras otro.

Disfruta de este momento, con una nominación a Mejor Actriz Revelación en los prestigiosos premios Goya, gracias a su labor en el film Sentimental. Al mismo tiempo, es parte de un megaproyecto secreto en México, del que no puede revelar más que lo que se acaba de decir. Mientras tanto, junto a Jorgelina Aruzzi y Carlos Casella avanza en un espectáculo unipersonal del que todavía no conoce su nombre ni su forma final.

“Siempre hay una vía que va al lado de todo lo que esté haciendo, que es un proyecto independiente y grupal. Eso nunca se detuvo, por más grande que sea el proyecto que esté transitando, por mucho que me entusiasme o por muy genial que sea. Cualquier día que me hagas una entrevista va a ser igual: hay algo gestándose. Ahora Jorgelina escribió un espectáculo para que yo actúe y va a dirigirme junto a Carlitos Casella. Estamos muy en el comienzo, así que puede ser un espectáculo pequeño o uno enorme, no sabemos todavía. Nos encontramos en pleno trabajo creativo, que es una de las partes que más me gustan: delirar a fondo los tres, juntarnos y volar”, cuenta.

  • Ese empuje de querer proyectos propios y llevarlos adelante ¿tiene que ver con que vengas del teatro off?

Creo que sí. Es como el huevo y la gallina: empecé en el teatro off porque justamente generábamos nuestras propias cosas y ese era el espacio donde podíamos mostrarlas. No era que quisiéramos estar en el off, sino que no había manera de ir a un teatro en la calle Corrientes y mostrar un espectáculo creado por dos chicas desconocidas. El off es el teatro independiente, la gestación independiente, el espacio para mostrar estas cosas. Yo tenía 21 cuando con Virginia Kaufmann empezamos Tan modositas. Tardábamos años en investigar. El modo de trabajo de la búsqueda a mí me encanta y, a veces, lo comercial no lo permite tanto como el teatro independiente.

  • Cuando esa estructura se agranda, ¿hay algo que se pierde? ¿O es todo ganancia?

Es casi todo ganancia, te diría. Se pierde ese espacio de tiempo de investigación. A veces, si uno lo quiere hacer igual, lo puede hacer de manera íntima y personal. Pero en el teatro comercial hay tiempos de ensayo, cosas que están estipuladas. También se gana mucho ahí, en velocidad, en ser expeditivo, porque además hay un montón de gente trabajando para eso. En lo independiente hacés todo un poquito más a pulmón y hay más espacio para investigar. Tengo el privilegio de poder oscilar entre un espacio y otro, y también mezclarlos.

“El escenario es mi casa, donde me siento como pez en el agua”.

El camino de Griselda comenzó en la danza, su primer amor. La actuación apareció luego, como un canal de expresión complementario. El recorrido por estas y otras disciplinas tuvo siempre una instancia de estudio, de aprendizaje formal: “Hay una etapa en la que uno se forma y se forma para después disfrutar de la libertad de expresión. Estudié mucho para poder incorporar la técnica, que nunca me ató. Siempre me dio libertad”, cuenta.

  • El cine es un espacio que visitaste menos que otros, ¿por qué?

Me pasaba con el cine que no encontraba un lugar. A veces era por tiempo, porque me han ofrecido muchas películas y al 90 por ciento he dicho que no. En general, porque estaba haciendo teatro o tenía un proyecto de teatro por empezar y nunca tenía ganas de sacrificar esos proyectos. El escenario es mi casa, donde me siento como pez en el agua, pero intuía que el cine en algún momento iba a llegar y que, cuando llegara, iba a ser contundente. Y así fue. En ese sentido, tiene algo un poco mágico o místico. El cine apareció con todo y aquí está, siendo protagonista total de este momento de mi vida.

  • En el caso de Sentimental, es una película que, como vos, viene del teatro, porque es una adaptación de la obra Los vecinos de arriba…

Exactamente. Lo pensé muchas veces: qué suerte que me tocó esta película, porque conserva, dentro del lenguaje cinematográfico, algo de lo teatral. Eso yo lo sentía muy amigable y fue bueno para mí. Una experiencia inolvidable trabajar con Cesc Gay, que es un director que admiraba desde antes. No tenía idea de que él sabía de mi existencia, pero había visto mi trabajo y me llamó para hacer esto, que fue un desafío total.

  • Es una comedia, un género en el que usualmente te movés, desde tus principios, con mucha soltura, ¿sentís que a veces es menospreciado por la crítica? 

Totalmente, hay un preconcepto. En todo el mundo, en los premios se suelen reconocer papeles y películas más dramáticas. Eso tiene que cambiar, las comedias son muy difíciles de hacer y deben ser valoradas. 

  • ¿Por qué son difíciles de hacer?

No sé bien cómo es que funcione o no, la verdad. Lo que sí puedo asegurar es que para hacer comedia no hay muchos que te puedan ayudar. A veces, para otro tipo de géneros hay muchos rubros que colaboran: desde la dirección, la iluminación, la música, el plano o lo que fuera. Si tenés que hacer reír, hay algo que es muy solitario del comediante. Eso yo lo respeto mucho. Hay que generar esa risa y hay, por supuesto, muchas técnicas y cosas que ayudan, pero es necesaria esa magia para generar en el otro una risa. También hay una gran satisfacción cuando uno puede hacer reír a alguien.

  • A diferencia de la crítica, ¿el público es más agradecido con los personajes cómicos?

Yo he tenido mucha suerte y el público, en general, ha sido siempre muy cariñoso conmigo, haga lo que haga. En ese sentido me siento muy afortunada, pero es verdad que los personajes que hacen reír tienen algo de cercanía. Eso noto: cuando hago personajes más cómicos o más ridículos, el público se siente más cerca. Con otros personajes también te expresan su cariño, pero reírte con alguien genera algo de familiaridad. Y a mí lo que más me divierte es la ridiculez total, exponerme un poco y generar la carcajada.

  • ¿Exponerte al ridículo es bajar barreras?

Y sí, por lo menos yo no conozco otra manera que la entrega total. Sea el género que sea.

Dos millones de seguidores y otros tantos curiosos se asoman a diario a su cuenta de Instagram, manejada de manera anárquica, sin un plan comercial (casi una rareza en el medio), solo bajo la dirección del deseo. Fotos sensuales, momentos íntimos e imágenes laborales comparten espacio en este escenario personal, en el que también cobra protagonismo la expresión sobre cuestiones sociales, con el feminismo como bandera.

  • Es el mes de la mujer, cuyo significado cambió mucho en estos años. Antes era “Feliz día”, un ramo de rosas y listo. Ya no…

Esperemos que sea un día feliz, igual, pero sí, antes se festejaba de manera patriarcal, justamente. Ahora es la reivindicación de una lucha por los derechos y la equidad.

  • ¿Siempre estuviste atenta a esta lucha o en qué momento te encontró?

A medida que pasaba mi vida me di cuenta de que vivía de una manera muy feminista sin considerarme dentro del movimiento. Una va creciendo y va aprendiendo, leyendo. Siempre estuve en esas luchas, en esos pedidos, sin levantar esa bandera que levantaban otras. Gracias por eso a todas las que han luchado tantos años. Me fui encontrando conmigo y, cuando te vas encontrando con vos, te encontrás con el feminismo.

  • ¿Sentís que esa lucha está más acompañada que antes? ¿O sigue siendo bastante remada?

Siento que es muy remada, pero que por lo menos se habla de eso. Se empezaron a dar pequeños pasos y son los que van a construir hacia el futuro. Entonces, hay que valorar también esos pequeños pasos. Suceden cosas muy contradictorias: te hacen una entrevista, te preguntan por el feminismo y el título es referido a algún hombre. Es como si las mujeres solo fuéramos o casadas o solteras, como si nos definiéramos en relación a un hombre que está o no está. Pero todo irá cambiando de a poquito, vamos a ir todos aportando de a poco, con paciencia y con amor, a que vaya mejorando esto.

  • Apoyar o militar una causa es una señal de optimismo…

Sí, exactamente. Y cada uno desde su ámbito, porque a veces uno no puede subirse a todas las causas. Hay gente que se dedica a militar, gente que está en la política o encargada de los derechos humanos o lo que fuera, y toda su energía está hacia ahí. En mi caso, yo soy una actriz y me dedico a actuar. Después, si puedo hacer que mi voz, que es un poquito más fuerte o más escuchada que otras, sirva para algo, seguramente voy a colaborar con eso. Es mi pequeño capital. Si esta causa lo necesita, lo aporto. 

“COMO UNA YAPA”

Griselda asegura que el Premio Goya al que fue nominada le genera mucha emoción porque siempre lo siguió de cerca. Y sobre los premios en general, aclara: “Sí, me importan, pero en realidad, cuando no estás nominada, no te importan. Si no me hubiesen nominado al Goya no estaría pensando “Uy, no me nominaron”. Es algo que se enciende cuando te nominan, aparece ahí. Nunca me pasó estar esperando una nominación o un premio, por eso tienen esa sensación tan alegre, porque siempre es como una sorpresa, por lo menos en mí funciona así. Son un regalo, como una yapa”.