Sabrina Garciarena: “La maternidad me cambió al cien por ciento”

0
309

Trabaja desde los quince, recorrió el mundo con su profesión y hace unos años decidió darle prioridad a su familia (es madre de León, Beltrán y Mía), sin dejar de hacer lo que más le gusta. 

Fotos Alejandra López

De alguna manera, todo lo que está viviendo ahora es parte de un plan que trazó hace muchos años: Sabrina Garciarena supo siempre que sería actriz, oficio que desarrolla profesionalmente desde los quince años. El teatro del colegio Don Bosco, en Ramos Mejía, pleno conurbano bonaerense, fue el espacio donde tomó contacto con la actuación por primera vez, viendo en escena a su primo Hernán. Allí nació la pulsión por expresarse, por construir personajes y hacer del arte su vida. Con el deseo ya instalado, buceó en su historia familiar para buscar compatibilidades, algo en los genes que fuera en la misma línea: además de aquel primo, hubo otro que estudió dirección, apareció el paso de un bisabuelo como escenógrafo del Colón y desempolvó la historia de una abuela que quiso ser actriz y su familia se lo impidió: “Había algo ahí, algo ancestral. Por algún lado tenía que venir, porque es loco que siempre tuve muy clara la vocación”, cuenta.

La atracción por los bebés y la maternidad también la acompaña desde chica. No se sentía obligada a cumplir con un mandato, pero sí seducida con la posibilidad de experimentar ese rol. Hace siete años, con la llegada de León (a quien se sumaron Beltrán y Mía) se sumergió de lleno en este universo: “Toda la vida me gustó la idea, pero en otras relaciones no deseé ser madre. La maternidad viene por mi relación con Germán [N. de la R.: Paolosky, su pareja y el padre de sus hijos]. Yo quise ser mamá con él”, afirma.

Con un recorrido extenso en televisión y cine, en los últimos años Sabrina trabajó más en teatro. Actualmente se sube a las tablas de viernes a domingo como una de las cuatro protagonistas de Madres, una obra en la que, asegura, puso mucho de sí misma, y donde se mueve en un equipo íntegramente formado por mujeres (“Es la primera vez que me pasa y me sentí muy cómoda yendo a trabajar con mis hijos. Hay más empatía”). El teatro es un espacio que abordó menos que otros en su carrera, y el hecho de que ahora se haya acercado más también es parte de una planificación: “Sabía que cuando tuviera hijos me iba a dedicar más al teatro, porque me da más tiempo para estar durante el día con ellos e irme a la noche a trabajar. En televisión son un montón de horas, entrás a las seis de la mañana y estás hasta la noche. En teatro los períodos de ensayo son largos, pero solo uno o dos meses. Es un área que tenía un poco reservada para esta etapa de mi vida”, explica.

  • Tuviste etapas de mucho viaje, de vivir lejos, incluso…

Sí, estuve siete años viajando casi por todo el mundo: hice cosas en Túnez, en varios lugares de Italia, en diferentes ciudades de España. El actor es un poco nómade, uno actúa donde aparecen propuestas interesantes, y hoy no porque tenga hijos voy a dejar de hacerlo, aunque sí elijo, en este momento, estar en el minuto a minuto con ellos. Hay una etapa en la que los niños te necesitan mano a mano todo el tiempo, y no me la quiero perder.

  • ¿Fue una decisión sencilla la de cortar esa proyección internacional? Hace poco, Germán habló en una entrevista en términos de “sacrificio”.

No, esa es una percepción que tiene él y que nunca la hablamos en profundidad. Yo no dejé nada por él, fue mi elección cien por ciento quedarme acá y formar una familia. No hice un sacrificio. Yo nunca dejé de trabajar, en el embarazo de León lo hice hasta los seis meses, y cuando nació y cumplió tres meses, volví. No me tomé pausas largas, solo viajé menos. Lo viví feliz y también amo en esta etapa estar acá, cerca de mis padres, mis hermanos, mis sobrinos. Con lo difícil que es tener una carrera y los millones de problemas que hay, aun así, apuesto a criar a mis hijos acá.

Hija de un bioquímico y una odontóloga, con tíos psicólogos y pediatras, lo universitario y académico le fue siempre cercano. Estudió Bioquímica durante un año y Comunicación Social otros dos, pero la actuación ya estaba en marcha y las propuestas laborales nunca escasearon, por lo que dejó ambas carreras. Sin embargo, le quedaron la necesidad y el gusto por prepararse formalmente para cada desafío: estudió y estudia teatro, canto y danza, y disfruta especialmente la etapa de investigación y creación de personajes. “Me gusta estar sola con mi cuadernito, en el que anoto todo. Empiezo a leer libros, buscar cosas en Internet, escuchar música, todo para ver qué tono y energía tiene el personaje. A mí la música me acompaña un montón, es meterme en lo rítmico del personaje. Cuando se duermen todos en casa, a la noche, tengo mi momento más creativo. Después, hay todo un proceso en equipo con los directores. En el caso de Madres, como es un musical, tuve un trabajo muy profundo con la directora vocal, la coreógrafa, la directora, y después se unificó todo. Es un proceso. A veces, como con este personaje, estoy un poco perdida y no sé por dónde entrar, pero va decantando y voy tomando decisiones”, cuenta.

  • Hay quienes van a los bordes en los primeros ensayos, para luego ajustarse, ¿vos cómo lo llevás?

Soy de las que arrancan más despacio, a probar y jugar tranqui. Después veo qué me funciona y qué no. Algunas compañeras el primer día lo dan todo y ya está, ya la tienen clara. Esto está relacionado con los procesos de cada una. Me gusta escuchar a mi directora, ver bien qué energía tiene mi personaje. Analizo y analizo, y en un momento, ¡tac!, es por acá. Aparece solo.

  • ¿En función de qué cosas decidís sumarte a un proyecto?

Confío mucho en mi intuición. Cuando leo el libro, veo qué me pasa con eso. Trato de tener desafíos actorales, cuando lo leo pienso si me visualizo ahí, haciéndolo. Veo si hay algo mío que pueda aportar, o de dónde podría tomar algo para componerlo. Pienso mucho en mis hermanos, que son muchos y todos muy distintos, con diferentes colores. Si el libro está bien escrito y el personaje me resulta atractivo, me tiro de cabeza en un proyecto. También soy de decir mucho que no: me llegan un montón de propuestas y en algunas no me veo, o es algo que ya hice, o desde la intuición algo no me cierra, y digo que no. Esta obra en particular la sentí muy sólida, y creo que puse bastante de mí, de mi experiencia como mamá.

  • ¿Cuánto te transformó la maternidad?

Me cambió al cien por ciento. Por ejemplo, a nivel sueño: yo dormía todo el tiempo que podía, ocho o nueve horas por día. A partir de que soy madre, no dormí nunca más. Real. Todos mis hijos tomaron teta alrededor de tres años. Cuando León tuvo tres y dejó, nació Beltrán; cuando él dejó, nació Mía. Antes estaba preocupada por mí, mi trabajo y mis cosas, y ahora soy como una computadora: tengo todo anotado y organizado, me pongo alarmas para todo. Me hace muy feliz acompañarlos, estar con ellos, verlos crecer. Siento que pasa tan rápido que no me quiero perder nada.

  • ¿Cómo asimilás ese nivel de entrega?

Se me da bastante natural, porque nunca lo sentí como una carga o como algo que me saca tiempo. Desde que soy mamá, la prioridad son ellos. Eso no significa que no haga mis cosas, porque trabajo desde los quince y cuando cumplen un mes ya me visualizo trabajando. Actuar me pone en mi eje. Es lo que me gusta hacer, no siento que esté trabajando cuando actúo. Por supuesto que, con tres hijos, filmando, haciendo teatro y mil cosas más, tengo ayuda. Eso hace que pueda compatibilizar todo, sin irme de mambo y estar solo trabajando, sin tiempo para mis hijos, ni tampoco tomándome dos años para dedicárselos exclusivamente, sin trabajar.

“Con lo difícil que es tener una carrera y los millones de problemas que hay, aun así, apuesto a criar a mis hijos acá”.

  • Decías que no te querés perder nada de su crecimiento…

No, porque me encanta. Se me está pasando rápido, además. En la obra tenemos una parte que habla de esto. Siento que pestañeé y mi hijo va a segundo grado, voy a volver a pestañear y ya va a estar en la secundaria… Las semanas se me pasan volando. Todo el tiempo estoy escribiendo cosas que ellos dicen o filmándolos, porque va a pasar tan rápido… Es muy lindo y muy veloz. Hace poco le mandé a Germán un video que vi de Beltrán cuando tenía dos años, y él ya se había olvidado. Decía unas cosas geniales. Le pasa a todo el mundo, pero yo tengo cierta conciencia con eso del tiempo.

  • ¿Cómo orientás sus intereses a medida que crecen?

Estoy atenta. León, el más grande, es fanático de los youtubers. También percibo que el arte le gusta, es muy sensible. Le gusta la música y es medio actor. No me dice que quiere actuar, pero me doy cuenta. Es muy histriónico. No sé para dónde va, pero lo voy siguiendo y en lo que me pide trato de ayudarlo. El otro día me dijo que quería tocar un instrumento y cantar, y busqué un profesor para eso. Lo escucho. No creo en imponer. Para mí, hay que estar atentos a esas primeras sensaciones.

  • Hace poco, en una nota, contaste que fuiste a la marcha del 8 de marzo, ¿sos de ir habitualmente?

La verdad, no. Fui a alguna, pero no suelo hacerlo. Creo en los derechos de la mujer y siempre que una mujer lo necesita o es vulnerada en alguna situación, estoy de su lado. Apoyo un montón de cosas, pero no soy del equipo de Actrices Argentinas, por ejemplo. Las valoro y las respeto mucho, y creo que se logran muchas cosas, pero me pasa por otro lado. Me parece hermoso lo que está sucediendo, es un gran momento para las mujeres y para todos, en el que dejamos de naturalizar cosas que antes nos eran naturales.

  • En ese sentido, desde la crianza, ¿dónde se pone el foco?

Creo que en el varón. Soy madre de dos varones, y es una responsabilidad. Una ya evolucionó un montón con ese tema también. Yo tengo un papá que es divino, pero que se sentaba en la punta de la mesa y había como un halo más machista. No era agresivo ni nada, pero estaba eso de “Papá trabajó, está cansado y tiene que tener todo preparado”. Sin embargo, mi cabeza es otra, y mis hijos ven que mamá y papá trabajan y hacen todo, no que todo recae sobre mí o sobre Germán. Nos dividimos las cosas de la casa. Se dan las cosas muy naturales, Germán tiene una crianza de una mamá y un papá muy modernos, se crio con dos hermanas y tiene una mirada muy femenina con todo esto, lo que lo hace más fácil. Sí está esa responsabilidad de tener dos varones, que tengo que criar para que sepan que todos somos iguales.

AGENDA CARGADA

Los días de Sabrina hoy transcurren entre las funciones de Madres, en el Teatro Picadero, y la filmación de la película Seducción, dirigida por WHO.

Además, prepara una ficción que se verá a fin de año y un proyecto propio en el que actuará y será parte de la producción: “Colaboré bastante en la productora de Germán y estoy cambiando un poco la cabeza en ese sentido: en vez de estar esperando que los proyectos lleguen a mí, está bueno generarlos uno. Hay algunos proyectos de libros que leí y me interesan, estoy hablando con los autores y viendo cómo materializarlos”.

También realiza campañas de fotos y seguirá incursionando en trabajos de conducción para algunas marcas, un rol que ya visitó durante el año pasado: “Me sentí bien, pero me tuve que preparar un montón. Le tengo respeto. Germán me ayudó a pulir algunas cosas, así como hacemos escenas en casa cuando lo llaman para actuar. Somos críticos positivos uno del otro”.