Diego Topa: “Quiero disfrutar de ser papá, más allá de ser Topa”

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Con más de veinte años entreteniendo a generaciones de niños, encara una nueva etapa, con mayores posibilidades artísticas y con la paternidad en el centro de la escena.

Fotos: Nico Pérez

Su imagen y su voz son capaces de controlar berrinches, de modificar enojos y de potenciar sonrisas. Aparece y su magnetismo provoca que los chicos no puedan mirar hacia otro lado. Diego Topa es el gran conquistador del segmento infantil, el ídolo máximo del público más genuino, aquel que se brinda sin especulaciones ni reparos.

Esta temporada alta de shows, con las vacaciones de invierno y el Día de la Niñez en continuado, encuentra a Topa en un momento particular de su vida y su carrera: por un lado, después de más de dos décadas, terminó su contrato de exclusividad con Disney y tiene mayores libertades para planificar su actividad profesional; por el otro, su hija, ya con dos años y medio, lo acompaña cada vez a más lugares y el deslumbramiento cotidiano se multiplica.

En una era en la que las colaboraciones entre artistas son moneda corriente, Topa aprovechó las oportunidades que se abrieron al no estar bajo una licencia y comenzó a darse algunos gustos: grabó un par de canciones con Luli Pampín y se reencontró en el escenario con Muni Seligmann, que fue compañera suya en diferentes proyectos vinculados con Disney y que ahora estará junto a él en todas las funciones del show en el teatro El Nacional. También quiere trabajar junto a Piñón Fijo, Panam, la mexicana Tatiana y Patilú, entre otros artistas infantiles. “También con otros que no tienen nada que ver con este mundo, pero que son papás: mi sueño hoy, también por mi hija, es cantar una canción con Camilo. Tuve la oportunidad de conocerlo cuando fui a ver su show, le di mi disco y le dije ‘Vos ahora no me conocés tanto, pero cuando crezca Índigo me vas a conocer’. Mi hija lo adora y quiero cumplirle ese sueño. Hoy entiendo más que nunca a los papás, todo lo que hacen por sus hijos”, confiesa.

  • Hacerte cargo de tus shows te abre muchas perspectivas…

Sí, está buenísimo, estoy chocho. Se abre un mundo nuevo. Obviamente que amo Disney, trabajé veinte años en una empresa hermosa, pero esto de poder volar también está bueno. Estoy aprendiendo un montón de otras cosas y es una sensación distinta.

  • Más allá de esas libertades, ¿hay alguna dificultad extra al armar todo sin el acompañamiento de una empresa como Disney?

En realidad la estructura siempre fue mía. Disney me acompañó en el contenido y el marketing, pero el armado del show siempre estuvo de mi lado. Ahí no estoy sintiendo mucho la ausencia. Sí la siento en el apoyo espectacular que te da, pero vengo de hacer shows desde muy chico sin estar con ellos y conozco todo esto. Amo hacerlo. Si hay algo que no perdí, es mi capacidad de seguir trabajando, de seguir remando. Con Disney, con otra empresa o con ninguna, el amor y la pasión son los mismos.

  • Hablando de remar, eso es algo que hiciste desde antes de entrar a Disney…

Sí, hice de todo: fui remisero, trabajé en un supermercado chino, vendí libros, cargué datos en computadoras cuando las computadoras recién venían a este mundo y soy técnico químico. Todo lo recuerdo con cariño, porque eso es parte de mí. Cuando arrancás a estudiar teatro, practicás, hacés obras en cooperativa mientras vas estudiando y trabajás de otra cosa a la par porque necesitás generar un dinero que el teatro todavía no te da.

La vocación siempre estuvo clara, pero el camino hacia ella no. Desde los actos escolares que Diego supo que algo dentro de él vibraba diferente al actuar que con cualquier otra actividad. Sin embargo, la realidad se le plantaba adelante y lo tironeaba entre las expectativas familiares y un futuro que se presentaba incierto, ante la falta de ejemplos cercanos. En su casa, su papá, futbolero, insistía con ligar a sus hijos con el deporte; en esa misma casa, aunque la costumbre de ir al teatro estaba presente, no había un linaje de artistas y todo parecía conducir hacia otros empleos como las posibilidades a mano. “Mi viejo intentó muchas veces que me gustara el fútbol como a él. Pero no era lo mío, no me hacía feliz jugarlo. Obviamente que lo practicaba con mucho amor, sin saber qué me pasaba, no es que me obligaban. Pero aprendí eso: que hoy, como papá, uno tiene que acompañar a sus hijos en lo que los haga felices. Si no, eso te ubica, siendo chico, en un lugar que no solo no te hace feliz a vos, sino que además te pone mal porque creés que no los hacés felices a tu papá o a tu mamá. Yo al principio pensaba que estaba desilusionando a mi papá, y me esforzaba, pero era malísimo. Entonces, era una cosa que me entristecía, hasta que se dieron cuenta”, relata.

  • El peso de esa expectativa es fuerte.

Obvio. Por eso también trato de dar otro mensaje en mis canciones. Sé como tú quieras ser habla de eso, de que sean libres y elijan lo que quieran ser, que disfruten. Para ser grande, otra canción de mi nuevo disco, trata de la inclusión, de la diversidad, de acompañar a los más chiquitos en sus elecciones. Está hecha para mi hija, en parte. Habla de que no te apures, porque cuando uno es chiquitito te preguntan “¿Qué querés ser cuando seas grande?”… ¿¡Qué sabés!? Ahora que planeen el viaje a Marte, que jueguen, que armen su nave espacial. La imaginación es lo que hay que seguir fomentándoles, y de eso se trata la canción: “No te apures, camina tu camino y nunca dejes de ser niño”.

  • Después de más de veinte años trabajando con chicos, posiblemente hayas sentido que los conocés mucho, ¿eso se confirmó cuando te convertiste en papá?

Obviamente, me sirvió un montón todo lo que venía haciendo para los más chiquititos. Tenerla en casa a Mitaí me hizo encontrarme con un montón de cosas que no sabía que tenía incorporadas porque venía trabajando para ellos. Pero ella empezó a enseñarme otras cosas: la capacidad de amor, por ejemplo, que es tremenda. No te das una idea de la expansión de amor que te genera. Y todo lo otro: porque también está el cansancio, no dormir, que te lo dicen todos y es verdad. Pero es tan fuerte el amor que uno siente, y lo que te van enseñando, que es un volver a vivir. La familia te da una energía de renovación de vida increíble. Vas conectándote con tu propio niño, valorás, pensás en todo lo que hicieron tus viejos por vos, entendés las horas sin dormir o cuando no alcanzaba el mango y hacían que no se notara. Miles de cosas que uno hace como papá. Yo hoy lo valoro y se lo digo a mis viejos. Mi mamá tenía tres, ¿cómo hacía? Es como que los admirás más todavía.

  • Daría la sensación de que lo tenés bastante a mano a tu niño interior…

“AMO TRABAJAR CON LOS MÁS CHIQUITOS, ME VUELVE LOCO, Y ES COMO QUE NO ME CANSO”.

Sí, amo a mi niño interior. Pero desde siempre, incluso desde que soy chiquitito tengo a mi niño interior alimentado. Amo la infancia, la niñez. Tuve la suerte de que mi familia, mis papás, mis abuelos, siempre pudieron llevarme al teatro a ver títeres, obras musicales, comprarme un casete o un vinilo. Siempre estuvo rodeada de música mi infancia. Y todo eso me formó, fue dejando una semilla enorme en mi corazón, y hoy puedo mostrarla y compartirla con todos. Porque de verdad amo trabajar con los más chiquitos, me vuelve loco, y es como que no me canso, no me aburro, siempre tengo ganas de hacer otra cosa, de seguir generando más contenido. Y aggiornándome a los nuevos chicos, porque si hay algo que me está enseñando Mitaí es con lo que conectan, a lo que le prestan atención.

  • ¿Cómo vive ella ser hija de Topa?

Es muy loco, pero entendió todo sola, yo no se lo expliqué. En casa me dice “Papá Tevo”, porque no le sale decir «Diego», pero si me ve en la tele, caracterizado, dice “Topa”. Me vestía para venir a esta nota y me dijo “Qué lindo, Topa”, por ejemplo. Entiende que soy su papá, pero también que soy un personaje.

  • Siempre pudiste separar muy bien al personaje de la persona en cuanto a la exposición. Llevás mucho tiempo en los medios y, sin embargo, tu privacidad siempre estuvo resguardada.

Sí, eso es todo un trabajo, también. Tengo un equipo de gente hermosa, que son mis amigos y gente que me cuida mucho. Yo trabajo para los más chicos desde un lugar tan puro y tan sano que también me gusta preservar mi intimidad y mi vida privada. Y soy una persona que no está preparada para que se metan tanto. Hoy todo el mundo se mete, está lleno de haters y yo soy supersensible. Por eso, prefiero comunicar lo más chiquitito posible. Lo de comunicar la llegada de Mitaí fue una decisión: quería que ella estuviera orgullosa de que su papá la presentó, por eso lo hice. Después, que ella decida si quiere ser pública o no. Estaba bueno decirlo, no ocultarlo, pero tampoco dar tantos detalles.

  • En ese sentido, elegís preservarla incluso cuando comunicás algo sobre ella: no mostrar su cara, por ejemplo.

Cada uno hace lo que siente, lo que puede y lo que quiere. En mi caso, quiero que ella de verdad elija todo eso. Ya tener un papá público es un montón. Incluso, atravesé cosas que tienen que ver con ella que cuesta manejar: quiero llevarla al jardín, intenté hacer la adaptación con ella, pero es complicado, porque trabajo para los más chiquititos y cuando voy al aula se descontrolan todos… Quiero que ella sea protagonista de su propia aula y, aunque quiero acompañarla, me tengo que correr para que ella pueda generar su propio espacio.

  • Vos siempre quisiste ser papá, ¿no?

Siempre. Pero con los años se fue dando esta oportunidad increíble de subrogar. En un momento pensé en la adopción, pero lleva tantos años y tanta cosa que no avancé. Tengo 46 años y quería ser papá, no abuelo.

  • ¿En qué momento toma forma y se vuelve real?

A los 40. Se fue dando. Tuve la oportunidad de conocer a un montón de papás que hicieron la subrogación de vientre y poder informarme bien cómo era. Se empezó a despertar una cosa en mi corazón muy fuerte. Comencé a averiguar rápido y a ver cómo era. Cuando me quise acordar, empecé el tratamiento.

  • Fueron cuatro años, ¿cómo se vivieron?

Se hizo largo. En ese momento estaba con teatro, gira, grabaciones, entonces es como que se me fue pasando más rápido. Pero es un proceso largo. A veces se frivoliza un poco, y no es así.

  • Esto de no hacerle sentir el peso de las expectativas, ¿cómo lo manejás? ¿Te encontrás con cosas que querrías que pasen y que evitás trasladarle?

Todo el tiempo lidio con eso, con que tal cosa está bueno que la elija, que de tal lugar te tenés que correr. Estoy constantemente chequeándolo. La verdad que se está haciendo bastante fácil, no me está costando. Disfruto mucho cada etapa. Y pasa muy rápido, porque no puedo creer que ya esté en el jardín, que ya tenga dos años y medio. Me encanta levantarme temprano, prepararla para la escuela. Lo disfruto. Trato de acomodar la gira para que ella no pierda la escolaridad y que yo la pueda acompañar. No me quiero perder los actos de la escuela. Quiero hacer lo máximo que pueda. Quiero disfrutar de ser papá, más allá de ser Topa. 

LO QUE VIENE

A partir de mediados de mes, va a presentar Topa, tu primer concierto en el teatro El Nacional, en la ciudad de Buenos Aires. “Es un recorrido por toda mi carrera musical, por todas mis canciones. Es el primer concierto de muchos chicos, el primero al que me acompaña Mitaí y el primero sin el contrato de mi nueva etapa profesional”.

Además, tiene algunos proyectos en carpeta que se concretarán en la segunda mitad del año: la conducción de un ciclo familiar en un canal de aire, una película navideña, y quedó pendiente una idea a la que le dieron forma junto a Gerardo Rozín, pensada para ser estrenada en alguna plataforma de streaming, con una primera temporada de ocho episodios: “Es algo hermoso y en algún momento lo voy a hacer. Tiene que ver con la conducción, los chicos, la música. Es como mantenerlo vivo a él, también, porque era uno de sus deseos, y por algo me eligió”.