Javier Zanetti: “Disfruté cada momento en la selección”

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Líder respetado, fue uno de los tres jugadores con más partidos en la historia de la selección. Aquel chico de Dock Sud y este vicepresidente del Inter de Milán mantienen la esencia de siempre. 

Fotos: Pato Pérez

Cuando Javier Zanetti toma una decisión, es para siempre. En un mundo de cambios constantes y vértigo, él es lo que permanece. Figura pública desde hace más de 25 años, jamás se lo vio desencajado. Capitán dentro y fuera de la cancha, capeó temporales con calma zen y supo conducir grupos heterogéneos sin gritos ni gestos ampulosos. Líder nato, su ejemplo y la palabra certera son suficientes para orientar el rumbo.

A mediados de 1995 llegó al Inter de Milán y nunca más se fue: se convirtió en “Il Capitano”, en el que más partidos disputó en la historia y, ya retirado, desde 2014 es vicepresidente de un club que en los últimos años cambió tres veces de propietarios. Tan honda es la marca que dejó, que el número 4, el que brillaba en su espalda, fue retirado de circulación.

Conoció a Paula De la Fuente en 1994, se casó con ella en 1999 y, dos años más tarde, iniciaron juntos el trabajo en la Fundación PUPI. Más de veinte años después, su compromiso con el proyecto es cada vez mayor. Todos los años, Zanetti se reserva un par de semanas para volver a la Argentina, visitar amigos y familia, jugar al fútbol (en julio salió campeón de la categoría para mayores de 50 años con Talleres de Remedios de Escalada, el club en el que se convirtió en futbolista profesional) y trabajar en la fundación. “Me encanta el crecimiento de la fundación, pero al mismo tiempo me pongo a pensar en la realidad del país y la demanda siempre es más grande. El termómetro te marca que no estamos bien. Muchos hacen hincapié en la economía, que es importante, pero creo que no estamos bien a nivel educativo, a nivel social, que es lo que un país necesita”, afirma.

  • Muchas veces se acusa a los jugadores de vivir en una burbuja, ¿no te pasó nunca?

No, yo siempre salí de esa burbuja, estuve conectado con la realidad. Cuando decidimos emprender este camino de la fundación, la idea era devolver a mi país lo mucho que me dio. Me permitió cumplir el sueño que empezó en mi barrio, en Dock Sud, cuando era chico, jugando a la pelota con mis amigos. Yo me formé con lo que me enseñó mi familia, y esa educación me sigue acompañando hasta hoy. Les quiero transmitir eso a los chicos de mi fundación.

  • Tus tres hijos nacieron con la fundación en marcha, ¿qué vínculo tienen con ella?

Para mí es importante hacerles ver a ellos la realidad que se vive acá. Ellos se dan cuenta de que la vida no es fácil, que todo es sacrificio. Yo no conozco a nadie que haya logrado un éxito sin sacrificio. Ellos tienen que aprender eso, mamarlo. Por eso, a cada evento, a cada iniciativa que podemos, los llevamos, nos acompañan. Ven todo el desarrollo, porque el día de mañana quizá sean ellos los que sigan con este proyecto.

  • Te movés cotidianamente en dos mundos muy distintos: el fútbol megaprofesional, donde circulan cientos de millones de euros, y la fundación, donde va gente que no llega a fin de mes. ¿Alguna vez te pareció injusto ese desfasaje?

No sé si injusto, pero que mi país esté así me duele muchísimo. Hace años que está así, no es de hoy. Es como que nunca mejoramos desde que me fui. Muchas veces me pregunto cómo hacen algunas personas para sobrevivir. Tengo amigos que viven acá y la pelean, y eso que tienen la suerte de contar con una casa propia. Es muy complicado.

  • ¿Alguna vez sentiste culpa por ganar más que otros?

No, porque cada uno fue detrás de lo suyo, y a mí me tocó tener éxito en lo que hice. Fui recompensado a nivel económico por eso. Pero a mí nadie me regaló nada, todo lo hice con gran sacrificio. Llegar donde llegué y, sobre todo, mantenerme, me exigió un gran desgaste emocional, físico. Tuve y tengo una gran cultura de trabajo. Si no, es imposible llegar.

EL PRINCIPIO

Hijo de Violeta y Rodolfo, ama de casa y albañil, Javier desde chico veía el esfuerzo que sus padres intentaban ocultarle. Rodolfo salía muy temprano a la mañana y no volvía a verlo hasta la noche, y aunque notaba que no era sencillo para ellos, en casa no faltó nada. Tampoco sobró. “A veces no podían comprarme zapatillas, por ejemplo. Usaba las mismas para la escuela, para jugar al fútbol y para ir a los cumpleaños”, recuerda.

Su hermano Sergio, el verdadero “Pupi” (Javier heredó el apodo), fue el primer futbolista de la familia, el que abrió un camino y mostró que el sueño no estaba tan lejos: debutó en Talleres de Remedios de Escalada en 1984, el mismo año en que Javier quedó libre de Independiente, el club del que es hincha. 

Aquella primera frustración lo dejó un año sin jugar, y se dedicó a una doble tarea: repartió leche junto a su primo y ayudó a Rodolfo en la construcción. “¿Vos querés ser futbolista? Probá de nuevo entonces”, lo apoyó Rodolfo, y comenzó la historia conocida: de Talleres saltó a Banfield para jugar en Primera, y poco después inventó una vía que prácticamente nadie más recorrió: del club del sur del conurbano bonaerense, sin escalas, a un grande de Europa. “La mayor satisfacción que tuve fue llegar, con mi primer contrato importante, y decirles a mis viejos: ‛Dejen de trabajar, ahora acompáñenme a mí y disfruten de mi carrera’. Nos pusimos a llorar. Uno en silencio ve cosas que los padres en el momento no se dan cuenta. Se rompían el lomo para que tengamos un plato de comida, y esas son cosas que te marcan”, confiesa.

VICEPRESIDENTE

En 2014, después de más de mil partidos como futbolista profesional (el argentino que más jugó en la historia), decidió colgar los botines. El siguiente paso ya estaba claro: se preparó en la universidad para darle un marco teórico a su experiencia empírica y se convirtió en el vicepresidente del Inter, cargo que mantiene: “Nunca me vi como técnico, no sentía la necesidad de seguir en el campo de juego. Tenía la inquietud de estar ligado no solo a la parte deportiva, sino contar con una visión mucho más completa de las distintas áreas del club”.

  • ¿La función es lo que esperabas?

Sí, porque estoy aprendiendo mucho. De esta parte se ve completamente distinto a lo que veías como jugador, y eso la verdad que te enriquece. Antes yo formaba parte de un equipo que salía a la cancha. Afuera es lo mismo: construís un equipo que trabaja para que funcione el que hoy sale a la cancha. Hay toda una organización que te permite después funcionar dentro del campo de juego. Si la parte de afuera no trabaja a la par del equipo, es muy difícil que se obtenga el objetivo. Y los hinchas ven el trabajo que estás haciendo.

  • ¿El hincha lo ve? ¿O solo le importa si el equipo gana?

Al hincha le gusta el resultado, pero también está contento si ve un club que trabaja en distintas áreas y en el que todo funciona. Se siente parte.

  • ¿Te ves presidente?

No, hoy disfruto de ser vicepresidente, de todas las responsabilidades que tengo. No sé qué puede haber en mi futuro. Disfruto del momento y del aprendizaje que estoy teniendo, que es mucho.

SELECCIÓN

El 16 de noviembre de 1994, en el inicio del ciclo de Daniel Passarella como director técnico de Argentina, Javier usó por primera vez la celeste y blanca. En aquel momento, solo habían transcurrido dos mundiales sin que la selección levantara el trofeo, y era la vigente campeona de la Copa América.

Con el correr de los años, la camiseta se volvió más pesada, la presión por ganar se hizo más intensa y los reclamos por la falta de títulos empezaron a acumularse. “Disfruté cada momento en la selección: cada entrenamiento, estar en la utilería con los utileros, tomando mate con los compañeros, las concentraciones. Sabía que estaba en un lugar único. Era un privilegiado. En Dock Sud, con mis amigos, soñaba con jugar al menos una vez en la selección, y finalmente jugué 145 partidos en 17 años [N. de la R.: Fue, durante algunos años, el que más partidos disputó en la Argentina; hoy está tercero, detrás de Javier Mascherano y Lionel Messi]. Después, se perdían algunos partidos o alguna copa y dolía, pero yo daba todo por la selección. Los momentos de dificultad son los que te hacen más fuerte. Me ha tocado ganar mucho y he perdido mucho también. La derrota te prepara para el éxito”.

Su primer torneo oficial fueron los Juegos Panamericanos de 1995. Una medalla dorada que significó más para el plantel que la obtuvo que para el pueblo futbolero. Un año después, otra medalla: esta vez la de plata en los Juegos Olímpicos de Atlanta.

Aunque la eliminación en octavos de final fue dura, su recuerdo más grato con Argentina se dio en el Mundial de Francia, en 1998: en el final del primer tiempo, en octavos de final, era derrota 2-1 contra Inglaterra. Batistuta se dispuso a patear un tiro libre en el borde del área y sorprendió al tocarla para Zanetti, que apareció por detrás de la barrera inglesa para pararla con la derecha, girar y meter un zurdazo junto al palo. Uno de sus cinco goles en el seleccionado, el único en un Mundial.

Cuatro años después, en el Mundial de Corea y Japón, la otra cara de la moneda: “Estábamos muy ilusionados, la gente confiaba mucho en nosotros, por cómo veníamos. Nunca vi un vestuario tan triste como el del día que quedamos afuera en primera ronda. Hicimos todo para ganarle a Suecia, pero a veces el fútbol no tiene explicación”, se lamenta.

  • Participaste de los procesos previos a los dos mundiales siguientes, pero quedaste afuera, ¿qué sensación te quedó de esas experiencias?

Me dolió en el momento. Hice todo lo posible para estar y en ambos quedé afuera el último mes. Para mí fue inexplicable, pero me quedé tranquilo conmigo mismo. Cuando la decisión pasa por otra persona, ya ahí no depende más de vos. Yo hice lo que tenía que hacer. Tuve tristeza, dolor, un poco de rabia, pero estas son cosas que forman parte del fútbol. Me tocó a mí y lo acepté. Seguí adelante sin problemas. Es más: viajé a los dos mundiales como hincha de la selección, que es algo que voy a ser siempre.

  • Estamos en un año mundialista, ¿qué te genera?

Ilusión por el presente de la selección. Veo a un grupo muy comprometido. Cuando llega un Mundial, el mismo sueño, la misma ilusión que tienen los jugadores, la tiene el país. Los muchachos saben que hay un país detrás. Creo que haber ganado la Copa América y después la Finalissima con Italia ayuda. Descomprimió toda la presión que había por el tiempo que Argentina llevaba sin ganar. Ves al equipo mucho más suelto, confiado, convencido. Por eso me ilusiona mucho.

“En Dock Sud, con mis amigos, soñaba con jugar al menos una vez en la selección, y finalmente jugué 145 partidos”.

  • Compartiste muchos años con los que integran el cuerpo técnico, ¿te sentís más cercano desde ese lado?

Sí, y me pone feliz el presente que están teniendo. Conozco a cada uno de ellos y sé la manera de trabajar que tienen y lo que sienten por la selección, así que eso también me deja tranquilo.

  • Cuando comenzó el proceso de Scaloni, todo el mundo miraba desconfiado…

Sí, pocos creían. Scaloni agarra en un momento en el que nadie quería agarrar. Hizo un trabajo de menor a mayor y fue convenciendo a los jugadores con sus ideas. Hoy se ven los resultados.

  • En aquel momento inicial, ¿lo veías como una solución pasajera? ¿O creías que se iba a quedar en el cargo hasta el Mundial?

No, en su momento fue algo pasajero. Él mismo lo pensaba así. Pero después se vio que esta selección tenía un gran crecimiento y todo se fue dando. Hoy es un referente importante.

  • Cuando surgió Messi fue muy llamativo que llegara a la selección un chico que no hubiera jugado nunca en Argentina. Hoy se está dando más seguido: Alejandro Garnacho, los hermanos Carboni, Soulé, Luka Romero, Nicolás Paz, ¿por qué creés que se da?

Porque los jugadores se van muy jóvenes, se les presentan oportunidades a las que es difícil renunciar. Un poco por la situación que atraviesa el país, y también porque en Europa completan su crecimiento con otra estructura que los contiene. No tienen tiempo de pasar por un club argentino. Y la selección necesita incorporar ese tipo de jugadores, aprovecharlos.

  • Hablando de Messi, es un jugador que siempre defendiste, y lo viste de cerca desde sus 18 años…

Sí, viví muchos momentos con él y sé lo que él siente por la selección argentina. Me ponía loco cuando lo criticaban en el país, porque era inentendible. A los 18, desde el primer momento que lo vi, noté que era distinto. Sorprendía. Hacía cosas que los demás no podíamos hacer.

  • Es, como lo fuiste vos, un capitán silencioso, un líder que no grita, ¿ves similitudes en ese sentido?

Él, por su calidad de jugador, tiene también liderazgo adentro de la cancha. Pero afuera puede que sí, que haya una línea similar. Me gusta la manera que tiene de liderar. Demuestra con el ejemplo, y es lo mismo que intentaba hacer yo. La mejor manera de liderar es mostrando, no hablando mucho. Mis compañeros siempre sintieron que yo dejaba todo el interés personal por el bien del grupo y por eso me han respetado cuando era capitán y durante toda mi carrera.

  • Muchos de los compañeros de Messi en la selección lo tuvieron de ídolo. A vos te pasó con Diego cuando fue director técnico, ¿cómo se maneja eso?

Creo que ahora se ha conformado un gran grupo y él se supo rodear de gente que lo hace sentir bien, importante, en la medida justa. Y para mí, haber compartido tiempo con Diego creo que fue lo máximo. Hablar con él, las anécdotas que te contaba, la motivación que te daba… Es único. Había admiración todo el tiempo, pero después te tenés que ir acostumbrando a tenerlo enfrente, porque cuando empezás a trabajar es otra cosa. Igual, siempre está la sensación de tener a tu ídolo adelante.

  • Va a ser el primer Mundial sin él…

Pero va a estar en algún lado haciendo fuerza por Argentina. Es como que nunca se fue. A mí me da esa sensación, me cuesta creer que Diego no está entre nosotros. Donde juegue la selección, él en algún rincón va a aparecer. 

FÚTBOL ARGENTINO

Como exjugador, hincha (de Independiente) y dirigente, es voz más que autorizada para analizar las diferencias actuales entre el fútbol europeo y el local: “El fútbol sudamericano tiene la materia prima, y hay una esencia que nunca tenemos que perder, que es la que lo lleva a hacer la diferencia. El jugador sudamericano sigue gustando al fútbol europeo, y por eso compra tantos. Pero creo que acá tenemos que crecer mucho, sobre todo a nivel dirigencial. El fútbol argentino hoy tiene grandes inconvenientes. Fijate en Independiente y San Lorenzo: son equipos grandes, y están teniendo muchas dificultades a nivel dirigencial, a nivel de plantel, y eso duele. Siendo hincha de Independiente viví la época en la que era un club modelo, dentro y fuera de la cancha. Hoy pasa uno de los peores momentos de su historia. Me han llamado y yo siempre estoy disponible para consultas o para dar una mano”.