El murguista inoxidable

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Desde hace cuatro décadas, Coco Romero se dedica a formar murgas y a investigar la historia del carnaval. Es dueño de un archivo único sobre el tema, y además tiene una larga trayectoria como músico y cantautor.

Foto Nico Pérez 

Imposible aburrirse con él: Gualberto “Coco” Romero, nacido en Salta y criado en Buenos Aires, es el mayor experto sobre el carnaval y las murgas en todo el país y el mundo. Además, cultiva el género como cantautor desde hace varias décadas, con casi una decena de discos grabados. El origen de su pasión hay que rastrearlo al comienzo de su adolescencia, cuando un vecino del hotel familiar donde vivía lo invitó a participar de la murga Los Mareados de Belgrano R para los carnavales de 1967.

“Era murga rantifusa, pero fue mi primera experiencia artística. Salíamos en un camión que ni siquiera tenía baranda, todos pintados, a recorrer la ciudad. Una de las canciones de la murga era un homenaje al cantor Julio Sosa, fallecido pocos años antes, así que los chicos cantábamos a coro ‘Julio Sosa, no te olvida / la murga de la ciudad / donde vos siempre luchaste / por el tango nacional’. Todavía me acuerdo de la letra. Para mí, era como participar de un hecho teatral”, cuenta este hombre corpulento, campechano y de sonrisa permanente.

Desde muy joven alternó la música con el arte. Aprendió a tocar el bajo y tuvo varios grupos, pero también dibujaba y llegó a exponer sus trabajos en galerías prestigiosas. Hasta que en 1978 formó junto al cantautor Uki Tolosa el grupo La Fuente, orientado al folklore latinoamericano. Si bien no tuvieron un éxito masivo, se ganaron el reconocimiento de la crítica y la devoción de un público fiel. Incluso llegaron a tocar para 40.000 personas en el estadio de Vélez, en 1983, cuando interpretaron La pasión según San Juan, obra compuesta por el cura tercermundista y músico Alejandro Mayol.

Hasta que, a finales de ese año, contrajo una enfermedad que lo tuvo seis meses postrado, y entendió que eso marcaba el fin de un ciclo. Sin embargo, algo había quedado dando vueltas por su cabeza: “En los recitales de La Fuente, el público bailaba igual que como lo hacía yo en la murga, de pibe, y un grupo de gente que nos seguía se convirtió en nuestra murga informal –cuenta–. Yo mismo había compuesto en 1980 una canción inspirada en todo eso, que se llamaba ¿Dónde fueron los murgueros?”.

Eso le marcó el rumbo y empezó a profundizar en el tema. Durante años se dedicó a ver todas las murgas que pudo por el país y a leer la bibliografía existente sobre el tema; viajó a Brasil, España, Cuba, Bolivia y Uruguay a presenciar los carnavales y revisar bibliotecas especializadas. “El carnaval es una fiesta en la que no hay amos ni esclavos, y donde somos todos iguales; es una utopía, pero también un buen ejercicio”, asegura con conocimiento de causa. También armó su archivo personal con casi 2000 libros, discos y publicaciones de todo tipo sobre el carnaval.

Por eso, su erudición sobre el tema es apabullante: “El carnaval ya existía en la época del virreinato y muchas de sus características actuales se crearon en Cádiz, como el protagonismo del coro, la división del espectáculo en partes y el concepto teatral”; “Juan B. Alberdi escribió un Himno a Momo y Sarmiento instauró el carnaval como fiesta y feriado oficial en la República Argentina después de haberlo visto en Roma”; “La dictadura de 1930 prohibió las máscaras”…

En 1988 le ofrecieron volcar todo lo que estaba investigando en el Centro Cultural Rector Ricardo Rojas, de la Universidad de Buenos Aires. Empezó dictando un seminario junto al antropólogo Ricardo Santillán Güemes, al que asistieron músicos y artistas reconocidos, y desde entonces tiene a cargo el Taller de Murga y el Área de Culturas Urbanas. “Mi trabajo consiste en tomar un grupo de gente y convertirlo en una murga. Ayudé a fundar decenas en todo el país que hoy actúan en todos los carnavales, como Los Quitapenas y muchas otras, pero siempre con un concepto artístico –cuenta con orgullo–. Por ejemplo, no soporto escuchar una murga que desafine al cantar”.
También escribió tres libros, producto de sus investigaciones, y dirigió la revista El Corsito. Además, asegura que gracias a toda esta movida el carnaval volvió a ser declarado feriado nacional desde 2011, con murgas en la Casa Rosada acompañando el anuncio. “Conseguimos recuperar la murga y los carnavales como un fenómeno vivo”, concluye.