Martín López Lacci: La fuerza de una pasión

0
162

Cuando conoció el malambo, no pudo parar. Incontenible y talentoso, encadenó un arte con otro y llegó a la actuación y al cine. Hoy, busca crecer en sus dos facetas.

Foto: Pato Pérez

Martín no podía parar: zapateaba todo el día, en todas partes, a pesar de los retos de su mamá. Tenía ocho años cuando quiso acompañar a su hermano Gabriel, siete años mayor, a clases de folklore. Al costado, veía a unos chicos sacudiendo los pies de un modo particular, dando saltos, torciéndose de modos inverosímiles al ritmo de la música. Y quedó deslumbrado. Fue su primer contacto con el malambo, que lo tomó inmediatamente por completo. 

Antes había jugado al fútbol y al ajedrez, y había tomado clases de guitarra, pero nunca le pasó lo que en ese momento: “Fue la primera vez que sentí que quería hacer algo para siempre. Me salía totalmente inconsciente, se me iban las patas solas. No sé cómo explicarlo. Era como una pasión que también tenía mi cuerpo, aparte de mi mente”, analiza Martín López Lacci.

Esa pasión incontenible que lo hacía bailar en su casa y en todos los ensayos (incluso en los que no le correspondían) creció de la mano de un talento natural para la disciplina. Sus profesores lo advirtieron rápidamente y comenzaron a prepararlo para competir. Él solo quería bailar, sin importarle dónde, y aceptó cada propuesta. Así, fue cinco veces campeón provincial en Salta y dos veces finalista en el Festival Nacional de Malambo, en Laborde, Córdoba (donde salió campeón en 2016). En paralelo, por aquellos años Juan Pablo Félix buscaba un protagonista para su película Karnawal, que contaba la historia de un joven bailarín que luchaba por su sueño a pesar de las dificultades que se le presentaban en el camino. Félix vio a Martín en Laborde y supo al instante que su búsqueda finalizaba allí.

Tenía 14 años cuando le llegó la propuesta de hacer cine. No solo no había actuado antes, sino que además le daba mucha vergüenza estar frente a cualquier cámara: “Si me filmaban con el celular, me tapaba la cara”, recuerda. Pero intuyó que había allí una oportunidad que no suele presentarse seguido, y menos en Campo Quijano, el pueblo salteño de poco más de 7000 habitantes donde nació y creció. Sus padres no podían acompañarlo en esta aventura, así que su hermano Gabriel se convirtió en su tutor y lo acompañó durante los siguientes cuatro años a todos los entrenamientos, filmaciones y presentaciones que la película requirió. “Él me arrastró al baile y yo lo arrastré a todo lo demás”, reconoce Martín.

Mientras intentaba componer a Cabra, el personaje principal de la película, Martín descubrió una nueva pasión. “Es algo mucho más mental que el baile. No me sale inconscientemente, tengo que pensarlo. Pero me encanta cambiar de roles, leer, ver películas, imaginarlas, sentir lo que sienten los personajes, analizarlos, entenderlos”, explica.

La película lo llevó de gira por el país y el exterior. En México vio por primera vez la película terminada, en pantalla grande, y le llevó un tiempo acostumbrarse a ver su imagen allí: “Me puse muy nervioso, pensé que me iba a ver fatal, que me iba a llevar una desilusión por mi actuación. En los primeros diez minutos fui descubriéndome la cara, los gestos. Al final, cuando me acostumbré a verme, me gustó”. El recorrido del film por festivales continuó por Portugal, Francia, España y Chile, donde recibió un premio como mejor actor en el festival SANFIC.

Al cabo de toda esta travesía, volvió a Campo Quijano diferente, y lo notaba no solo en su propia experiencia, sino en cómo lo observaban los demás: hubo entrevistas, elogios, admiración por su labor y, sobre todo, por recorrer un camino que no creía que existiera y que conecta al pueblo con grandes producciones audiovisuales.
Su estadía fue breve: llegaron más oportunidades, de la mano de la recomendación de María Laura Berch, su coach actoral. Va a hacer una participación en Night Sky, la serie de Amazon producida por Juan José Campanella, que dirigirá dos episodios, y tendrá un papel destacado en la segunda temporada de El reino, la serie de Netflix. Instalado en Buenos Aires junto a su hermano Gabriel, estudia comedia musical en la Universidad Nacional de las Artes y sueña con llevar en paralelo sus carreras de actor y bailarín. Todo lo que se puso en marcha a sus ocho años recién está empezando.