Belleza americana

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Predador solitario y territorial, recorre sigiloso las tierras que aún lo preservan. El yaguareté es el felino más emblemático de nuestro país.

CRÉDITOS

Texto: Cristina Di Pietro

Custodio de los hábitats naturales de América y emblema indiscutible de nuestro patrimonio cultural, el yaguareté –“verdadera fiera” en guaraní– es el felino más grande del continente americano y el tercero del mundo, después del tigre de bengala y el león. 

Para muchas culturas prehispánicas, el Panthera onca, tal su nombre científico, era un animal sagrado. La fuerza, el poderío y el misterio que lo rodean protagonizan todavía hoy innumerables leyendas, mitos e historias, como la de los chiriguanos que creen que los eclipses los provoca el yaguárohuí, un tigre criollo de color morado que se come al sol o a la luna; o la del yaguareté-abá (en guaraní) o runa-uturunku (en quichua), que consistía en la transformación de ciertos hombres en tigres por las noches. 

Predador solitario y territorial, caminador incansable y excelente nadador, este majestuoso felino puede moverse diariamente hasta once kilómetros y cruzar ríos caudalosos para cazar peces y lagartos. Estos, junto a tapires, carpinchos, corzuelas, armadillos, tortugas, aves y prácticamente todas las especies que conviven en su hábitat son parte de su variada dieta.

El yaguareté es el máximo depredador de Sudamérica y, como tal, cumple un rol clave para el mantenimiento de los ecosistemas donde vive. Es también lo que se denomina una especie “paraguas”: su conservación implica la protección indirecta de otras especies con las que comparte su territorio.

Declarado Monumento Natural Nacional en el año 2001, hoy en nuestro país su población está críticamente amenazada. Solo sobreviven entre 200 y 300 ejemplares distribuidos en su mayoría en las yungas de Salta y Jujuy, en la región chaqueña y en la selva misionera.

En este sentido, resultan fundamentales las acciones que se llevan adelante para su preservación. Entre ellas, la que se realizó en enero, en Corrientes, con la valiosa colaboración de la Fundación Rewilding Argentina, que, después de más de una década de trabajo, logró reintroducir a este gran felino al ambiente donde había sido exterminado 70 años atrás.

Gran nadador, cruza ríos para explorar nuevos territorios y atrapar presas como carpinchos y yacarés.
La disminución de su ambiente natural y la caza furtiva son sus principales amenazas.
Los machos pueden llegar a medir hasta 2,5 metros de largo y pesar hasta 140 kilos.
Para mayas y aztecas, el jaguar era un animal sagrado.
Su pelaje le sirve para camuflarse en su hábitat selvático
NICO PÉREZ

Fotoperiodista especializado en naturaleza y vida silvestre. Con sus fotos intenta hacerle justicia al mundo natural, ansiando captar esos instantes que se consiguen con mucha observación y paciencia. Espera poder inspirar a las personas a cambiar su comportamiento, para asegurar que los ambientes naturales persistan. Su trabajo ha sido publicado en numerosos libros y revistas, ha recibido premios y ha sido exhibido en importantes galerías y museos de Estados Unidos y Europa.

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