Los alimentos del futuro

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Habrá carnes desarrolladas a partir de componentes vegetales, pero el planeta demandará en 2050 más productos pecuarios. Radiografía de un mundo diferente y no tanto.

Por Fabián García
Foto AFP

El mundo de los alimentos y de la comida evolucionará hacia sofisticados productos y también tendrá más o menos lo mismo de siempre: carnes, harinas, cereales, frutas, verduras y frutos secos. Según los especialistas y la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), se vislumbran dos corrientes de desarrollo, si se quiere, paralelas: una que apuesta a crear y desarrollar nuevos alimentos y platos a partir de la tecnología, los hallazgos científicos y las tendencias de consumo detectadas por vía del big data; y otra que busca volver sustentable la producción y los ecosistemas naturales. El contexto en el que germinarán estos modelos es el de abastecer a los alrededor de 9 mil millones de personas que vivirán en el planeta en 2050, un 70 por ciento de ellas en ciudades, y dentro de un escenario donde el cambio climático incidirá en la producción y en el que los estilos de vida modificarán los hábitos de consumo.
El documento “Cómo alimentar al mundo en 2050” de la FAO indica que no hay escenarios apocalípticos respecto a la provisión de alimentos, pero detecta la producción de biocombustibles a partir de biomasa vegetal como una competencia importante para lograr la seguridad alimentaria y que todos los habitantes del planeta puedan comer adecuadamente. Señala que esa competencia puede disputar los recursos del planeta –tierra y agua– y elevar el valor de carnes y cereales. De hecho, recomienda buscar otras alternativas para elaborar biocombustibles.

“Estamos viviendo una auténtica revolución por parte del consumidor, que abraza la proteína vegetal, busca más sostenibilidad y transparencia”. Marius Robles

“Se espera que en la primera mitad del presente siglo la demanda mundial de alimentos, piensos (alimentos para animales) y fibras aumente un 70 por ciento, y que los cultivos se empleen de forma creciente para producir bioenergía y para otros fines industriales. La demanda nueva y tradicional de productos agrícolas ejercerá, por lo tanto, una presión creciente sobre los ya escasos recursos agrícolas. La agricultura se verá forzada a competir por las tierras y el agua con los asentamientos urbanos, cada vez más numerosos, pero además tendrá que servir en otros frentes importantes: deberá adaptarse al cambio climático y contribuir a su mitigación, ayudar a preservar los hábitats naturales y conservar la biodiversidad. Para responder a estas demandas, los agricultores necesitarán nuevas tecnologías para producir y emplearán menos tierras y menos mano de obra”, sintetiza la FAO sobre los desafíos de la producción de cereales y oleaginosas para elaborar alimentos para humanos y animales.
Apunta que “en 2050 el nivel de ingresos será varias veces superior al actual. Para alimentar a esta población más numerosa, más urbana y más rica, (…) la producción anual de cereales habrá de aumentar desde los 2100 millones de toneladas actuales hasta los 3000 millones, mientras que la producción anual de carne deberá aumentar en más de 200 millones de toneladas hasta alcanzar los 470 millones”. Es decir, más de lo que ya conocemos.

Las algas se encuentran dentro de la lista de alimentos que serán claves en el futuro.

LAS INNOVACIONES

Sin embargo, la disponibilidad de nuevas tecnologías para producir y comercializar abre espacio a la explosión de nuevos productos y servicios, tanto hacia adentro de la industria alimentaria como en su vínculo con los consumidores.
Por ejemplo, en la feria tecnológica CES 2018 de Las Vegas, Toyota presentó e-Palette, un vehículo autónomo creado en alianza con Pizza Hut, Amazon, DiDi, Mazda y Uber. El e-Palette aprovechará la plataforma de servicios de movilidad global de Toyota para desarrollar un vehículo avanzado y servicios de movilidad asociados para aplicaciones comerciales. Se trata de un auto eléctrico con batería, totalmente autónomo, con una interfaz de control abierta que permitirá a las empresas asociadas instalar su propio sistema de conducción automatizada. Pizza Hut lo quiere para distribuir sus pizzas a domicilio.
Aunque a delivery no habrá que esperarlo solo por tierra. También llegará por aire, a través de drones que podrán ingresar por la ventana de la casa o del departamento, dejarle al robot asistente el canasto de la compra y que este se encargue de acomodarlo en la heladera o la alacena. Aquí el big data y la inteligencia artificial jugarán un rol determinante. A tal punto que ir al supermercado será una tarea del pasado, resuelta entre el robot autónomo que vivirá con nosotros, nuestras órdenes a través del celular y las tiendas robotizadas.
Dentro de esta lógica, incluso habrá apps (aplicaciones informáticas) que permitirán controlar el cultivo de alimentos personalizados o impresoras 3D con las cuales se podrá comer casi cualquier tipo de platos. Sí, como lo lee, desde el smartphone buscará “hamburguesa de carne vegetal”, le dará “enter” y solo deberá esperar a que el menú se acomode en su plato. Y si alguno imagina que no es lo mismo, porque no tendrá el aroma de la hamburguesa, se equivoca; se especula que a través de la nanotecnología los alimentos tendrán el sabor y el perfume asociados a cada uno de ellos.
Ya dentro de la lista de alimentos que serán claves en el futuro, se encuentran la soja, la quinua, los insectos y las algas. En su libro Los falsos mitos de la alimentación, el autor, Miguel Herrero, menciona que insectos y algas serán fuentes proteicas alternativas a la carne. Herrero asegura que “producir un kilo de algas siempre será más barato que producir uno de carne”. Mientras que en un artículo publicado por el diario El País de España, dijo que cree que pasará cierto tiempo hasta que la carne de laboratorio sustituya a la real: “Su falta de jugosidad es consecuencia de que se componga solo de músculo, sin nada de grasa”, explica respecto a una de las críticas que reciben las primeras pruebas. El mismo especialista augura que las algas “pueden abastecernos tanto de compuestos nutricionales como de sustancias con actividad biológica que ayuden a la prevención de ciertas enfermedades y, por lo tanto, son de gran interés para la industria farmacéutica y para la elaboración de alimentos funcionales”.
El rápido crecimiento de las ciudades llevará casi con seguridad al desarrollo de experiencias de cultivo en el hogar o en sus cercanías. En este sentido, además del cultivo tradicional en tierra o macetas –en patios y balcones–, crecerá la hidroponía, es decir, los cultivos que no necesiten suelo.
Quien defiende la provisión de alimentos en lo que se llama el “kilómetro cero” es Carlo Petrini, embajador de la FAO y fundador del movimiento slowfood. Dice que este modelo suprime los márgenes de los intermediarios y critica los excesos de la producción y la concentración empresarial. Defiende la estacionalidad, la revalorización del alimento y la educación alimentaria para que los niños vuelvan a saber qué es un pollo.
A esto hay que sumarle los alimentos sintéticos. Marius Robles, CEO de la española Reima Food, afirma en otro artículo del diario El País: “Estamos viviendo una auténtica revolución por parte del consumidor, que abraza la proteína vegetal, busca más sostenibilidad y transparencia. La segunda revolución será la inteligencia artificial”, vaticina.

“Todo lo relacionado con la sostenibilidad será uno de los retos de la alimentación del futuro”.
Francesc Xavier Medina

Francesc Xavier Medina, antropólogo de la Universitat Obertá de Cataluña (UOC), apunta en una nota publicada por el diario La Vanguardia de Barcelona que “todo lo relacionado con la sostenibilidad será uno de los retos de la alimentación del futuro”. Medina imagina un mundo en el que “las producciones sean cada vez más locales y sostenibles”.
Finalmente, Robles da un paso más en el planteo: “En casa tendremos biorreactores en los que crearemos nuestra propia proteína y, puesto que el 85 por ciento de la población vivirá en las ciudades, la agricultura se trasladará a las urbes, que se llenarán de huertos en contenedores en medio de la jungla urbana”.