Montevideo, la ciudad pronta

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Desde sus chivitos al plato hasta su carnaval, de su fútbol a su particular castellano, de su modernismo al extremo cuidado por las tradiciones populares. La capital uruguaya atrapa por todas sus aristas.
Por: Ricardo Gotta
Fotos Gentileza: Intendencia de Montevideo

En Montevideo se puede todavía respirar y caminar, dos lujos imposibles en las ciudades envenenadas y violentas de hoy”. La frase pertenece a Eduardo Galeano: es de apenas un lustro atrás, poco antes de morir. Refleja la esencia de la ciudad. La dijo junto a un ventanal del Café Brasilero, de paredes de madera, puertas estrechas, mucho vidrio y arañas originales, mesas y sillas antiguas, mostrador que los años no lograron desvencijar y un profundo, furioso, delicioso aroma a café. El escritor iba casi todos los días. Está en Ituzaingó al 1000, en el alma de la Ciudad Vieja, a 400 metros de plaza Independencia.
“La avenida es el corazón de la ciudad. Todo transcurre allí o está ligado a ella”, cuenta un charrúa auténtico, descendiente de los indios que vivían en la región. Dice “la avenida”. Omite su nombre: 18 de Julio. Como cuando hable del Centenario, dirá apenas “el estadio”. Otro de los modismos del uruguayo que habla de “tú” en lugar de “vos”, aunque termine muchas veces en un “bo”. Suele reiterar el “ta” al final de cada frase; saluda con un “vamo’ arriba” extraído de la poesía futbolera de Jaime Roos. Asegura que algo irá a pasar “que no ni no”. Denomina “gurises” o “chiquilines” a los pibes, “championes” a las ojotas, “tricot” al suéter, “caravanas” a los aros, “frankfurter” a los panchos, “bizcochos” a las facturas, “caldera” a la pava o “repecho” a tanta subida o bajada de sus rutas. Afirma que algo “está pronto” cuando está listo y va con el mate y el termo bajo el brazo por todos lados. Impecable.

 

El tradicional teatro Solís recoge una parte muy importante de la historia cultural del Uruguay.
La elegancia y la tranquilidad del parque Rodó, un rincón verde privilegiado, a toda hora del día.

Montevideo es una ciudad del siglo XXI que atrapa también por la belleza de sus callecitas, sus parques, sus edificios y su extraordinaria costa. Acá proponemos, entonces, una recorrida que empiece por “la avenida”… Va desde la plaza Independencia casi en la Ciudad Vieja, pasando por los barrios Cordón y Centro, hasta el bulevar Artigas, en el barrio de Tres Cruces, contiguo al Obelisco a los Constituyentes. Unas 30 cuadras para pasar por la plaza Cagancha, la Intendencia, la fuente de los candados, la feria Tristán Narvaja y múltiples edificios históricos. En uno de sus extremos, la plaza Independencia: sitio icónico con el mausoleo con los restos del general José Gervasio Artigas; en su derredor el Palacio Salvo (gemelo al Palacio Barolo porteño, hasta 1935 fue el más alto de Sudamérica con 105 metros), el Hotel Radisson (con el restaurante Arcadia en su piso superior y una vista insuperable), la Puerta de la Ciudadela (el ingreso a la antigua muralla de la época colonial) y el bellísimo Teatro Solís (inaugurado en 1856, sede de la Orquesta Sinfónica y la Comedia Nacional).

Una perlita: en una de las esquinas del Solís está el antiquísimo bar Fun Fun, donde se puede degustar un tradicional licor tan delicioso como explosivo.
Enfrente, el casco histórico con su dualidad: de día es el alma financiera del país; luego invita a una recorrida por la Catedral, la peatonal Sarandí, la plaza Matriz, el Cabildo y el Museo Torres García, entre otros lugares emblemáticos. Y por supuesto el Mercado del Puerto: desde 1868, sitio gastronómico por excelencia, sumamente popular hasta hace unos años, insuperablemente turístico en la actualidad. Fue un mercado de frutas, verduras y carnes que abastecían a las embarcaciones que atracaban en el puerto, a pocos metros. Se transformó en una zona gastronómica, cobijada en la antigua estructura de hierro y cemento. Ideal para probar la carne uruguaya y el “medio y medio”, un exquisito espumante, integrado en partes iguales de vino blanco y champagne.

Claro que si de gastronomía se habla, no se puede pisar el Uruguay sin degustar los canadienses (al plato o al pan): tremenda porción de chivito con panceta, huevos, papas, legumbres y todos los ingredientes inimaginados en una montaña enorme que hace agua la boca solo al describirla. La cadena La Pasiva es la más tradicional, aunque bares como el Brasil, en la avenida homónima, y otros ofrecen variedades exquisitas. También hay frankfurter (tradicional pancho) y pizza por metro o “fainas del orillo”, siempre regadas con heladas cervezas uruguayas: la archiconocida Pilsen, la Patricia (hecha con agua mineral) o la Zillertal, entre otras.

El Mercado del Puerto, un paseo gastronómico imperdible, para reconocer la parrillada uruguaya y el infaltable “medio y medio”.

PASADO Y FUTURO
Montevideo es una ciudad que combina como pocas la tradición bien conservada y un modernismo que la ubica entre las más prolíficas. Por caso, ofrece sus enormes shoppings, como el de Tres Cruces (donde además funciona la moderna terminal de ómnibus), el Montevideo, Portones, Nuevo Centro y, claro, el de Punta Carretas, famoso porque en ese predio funcionó hasta la dictadura una antiquísima cárcel en la que en su última etapa detuvieron durante largos años a muchos militantes tupamaros que luego integrarían los gobiernos del Frente Amplio, entre ellos el propio José “Pepe” Mujica, quien fue presidente desde el 1º de marzo de 2010 hasta igual día de 2015.
Con menos glamour, pero con enorme tradición, también son características algunas ferias como la Tristán Narvaja y otras, donde se puede encontrar absolutamente de todo: antigüedades, artesanías, libros, electrónica, ropa, alimentos y un sinfín de artículos.
Pero retornando a los recorridos tradicionales, la ciudad ofrece algunos parques extraordinarios. El Batlle y Ordóñez –antiguamente denominado “Parque de los Aliados” o “Campo del Chiverío”– contiene el estadio Centenario, el estadio Parque Luis Méndez Piana, el Palermo, la pista de atletismo Darwin Piñeyrúa y el Velódromo Municipal, como también el monumento La carreta, obra de José Belloni. Para pasear, caminar, hacer deportes, disfrutar del aire puro. Como el parque Rodó, el más renombrado, en el corazón de la ciudad, a metros de la costa, con sus lagos artificiales, sus canteras, sus glorietas y sus puentes: todos los días una muchedumbre disfruta del aire libre, practica gimnasia, estudia, hace picnics, toma mate con churros o tortas fritas, va al parque de diversiones, simplemente observa el río o escucha todo tipo de ritmos, especialmente el tradicional candombe, en el propio parque o en el Teatro de Verano Ramón Collazo.
Uruguay vive todo el año una arrasadora movida de música, color y baile que se adueña de todos los barrios y que explota en verano: el carnaval es muchísimo más que la principal fiesta popular del país con sus desfiles, carrozas, murgas, parodistas, negros, blancos, historia, ideología, protesta… Solo en Montevideo existen unas 80 murgas integradas por gentes de todas las edades. Durante 40 días se habilitan decenas de tablados en distintos barrios y en el Teatro de Verano, para los concursos preliminares y las llamadas, que concluyen en un extraordinario festejo. Uruguay es colorido, es candombe, una música que resulta de la mixtura de diversas danzas de origen africano, como un reflejo de los pueblos inmigrantes que se instalaron en tierras cercanas al Plata.

La playa de Pocitos es la más renombrada de la ciudad. Descanso, un buen chapuzón y el mate a toda hora. Un paseo imperdible.

DE CARA AL RÍO
A principios del siglo XVIII, el caserío se divisaba desde el fuerte del cerro que sirvió de vigía a la bahía, el puerto y la Ciudad Vieja en la época colonial. Sin duda, esa situación dio origen a la primera mitad de su denominación. Lo demás está en entredicho. Monte Vi D E O (Monte visto De Este a Oeste); Montevidi, a partir de la frase en latín “yo vi un monte” (figura en el Diario de Navegación de Francisco de Albo, miembro de la expedición de Magallanes). Monte vide eu (“yo vi el monte”, en portugués) o una derivación de Monte Ovidio, el vestigio más religioso de la búsqueda de la etimología de Montevideo.

Justamente el cerro se puede ver desde distintos puntos de la ciudad. En él se encuentra la Villa del Cerro, el Memorial de los Detenidos Desaparecidos, y en la cima, la fortaleza restaurada; desde allí se advierten extraordinarias panorámicas de una ciudad que aprovecha su costa, lo que también la diferencia de Buenos Aires: la capital del Uruguay vive intensamente, de frente y no de espaldas al Río de la Plata.

Su costanera es una avenida que sigue el trazado por toda la ciudad, a la vera del río. Comienza en la desembocadura de la RN 1 que llega desde Colonia y pasa por el puerto, sigue por la Ciudad Vieja, Barrio Sur, Palermo, parque Rodó, Punta Carretas, Pocitos, Buceo, Malvin, Punta Gorda y Carrasco, para retomar la autopista Liber Seregni. En su recorrido se encuentran las playas Ramírez, Pocitos y Malvin, el Puerto de Yates del Buceo, el faro de Punta Carretas, las canteras del parque Rodó, el Hotel Casino Carrasco, la plaza Virgilio y diversos monumentos. Se extiende por más de 30 kilómetros. Son insuperables los atardeceres que desde allí se observan. En toda época del año, es ideal para reunirse a tomar mate, pescar, tomar sol, practicar deportes y tantas otras distracciones. O recorrerla de punta a punta en bicicleta, una tarde de sábado o domingo.
Montevideo, una ciudad que reúne belleza, tradiciones y futuro.

La Plaza de la Independencia es el centro neurálgico de la ciudad. Allí nace la reconocida Avenida 18 de Julio. En su centro, el monumento al General Juan Gervasio Artigas, el gran caudillo oriental.
DATOS ÚTILES

 

CÓMO LLEGAR
Desde la Argentina, en auto o en ómnibus. Los tres pasos fronterizos con Uruguay son: Gualeguaychú-Fray Bentos por medio del Puente Libertador General San Martín. Se accede mediante la RN 136 (Argentina) y la ruta 2 (Uruguay). Es un recorrido de 600 km.
Paso Internacional Concordia-Salto. Comunica la RN 15 (Argentina) y la ruta 3 (Uruguay). Existe también un servicio de lanchas entre esos puertos.
Paso Internacional Colón-Paysandú, por medio del Puente General Artigas. Se accede mediante la RN 135 (Argentina) y la ruta 3 (Uruguay).
El primero es el recorrido más corto desde Buenos Aires: 600 km. Lo unen las empresas General Belgrano y Cóndor-La Estrella, con un costo de alrededor de 50 dólares. La terminal de ómnibus de Montevideo se llama Tres Cruces y desde ella hay transporte nacional e internacional.
Los peajes tienen tarifa única: 100 pesos uruguayos.
En buque. Vía Colonia y luego bus (por las empresas Buquebus, Colonia Express, que salen de Puerto Madero en Buenos Aires; o la Cacciola, con base en el Tigre). Los viajes tienen diversas modalidades y costos.
En avión. Existen varias aerolíneas que unen los aeropuertos de Buenos Aires, el Jorge Newbery o el Internacional Ministro Pistarini (Ezeiza), con el Aeropuerto Internacional de Carrasco, en Montevideo: Fly BQB, Aerolíneas Argentinas, Austral, LAN y SOL. Los vuelos directos tienen una duración de entre 30 a 40 minutos y un costo variable de entre 100 a 200 dólares.

DÍAS FESTIVOS
1 de enero: Año Nuevo; 19 de abril: Desembarco de los 33 Orientales; 1º de mayo: Día de los Trabajadores; 18 de mayo: Batalla de Las Piedras; 19 de junio: Natalicio de Artigas; 18 de julio: Jura de la Constitución; 25 de agosto: Día de la Independencia; 12 de octubre: Día de la Raza. 2 de noviembre: Día de los Difuntos; 25 de diciembre: Día de la Familia (Navidad).

SIN CONSERVANTES
Nadie que pise las callecitas montevideanas podrá olvidar los lácteos uruguayos. Conaprole funciona desde 1936 como la Cooperativa Nacional de Productores de Leche. Y tiene la característica de utilizar baja cantidad de conservantes en sus productos, lo que les otorga un gusto insuperable. Leches, mantecas, quesos y, por supuesto, increíbles helados.

PANORÁMICA
La Torre de las Telecomunicaciones, más conocida como la Torre de Antel, uno de los edificios más modernos de Uruguay y el más alto, tiene un gran atractivo: un mirador en 360º en lo más alto de la torre, con excelentes vistas de la ciudad.

EL ESTADIO
El Centenario es uno de los monumentos más importantes del fútbol mundial. Allí se disputó la final de la primera Copa del Mundo FIFA en 1930, en la que Uruguay se coronó campeón. Pero además tiene profusa historia, que puede recorrerse con un baño de nostalgia en el Museo del Fútbol que se encuentra debajo de una de sus tribunas. Un paseo obligatorio y más aún si juega la selección uruguaya, “la celeste”.