Galápagos: Las islas encantadas de las tortugas gigantes

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Un archipiélago de 13 grandes islas volcánicas, seis más pequeñas y casi 200 rocas e islotes, alrededor de la línea del Ecuador terrestre. Flora y fauna excepcional. Allí se inspiró Charles Darwin para sus teorías evolutivas y Herman Melville para sus novelas.

Cuando asumió su tremendo asombro, de tal tenor que se podía confundir con delirios místicos, el religioso dominico Fray Tomás de Berlanga se dispuso a admirar esas inhóspitas islas con las que se topó cuando su embarcación se perdió en pleno océano Pacífico, en camino de Panamá a Perú. El viaje fue por encargo del monarca español Carlos V, a quien entonces le realizó una pormenorizada crónica que describía con fascinación las tortugas gigantescas, los lobos y las iguanas marinas, los piqueros de patas azules, tiburones ballena, caballitos de mar e infinitas variedades de reptiles, así como de pelícanos y otras aves que descubría a cada paso, en un horizonte violento y árido de acantilados, bosques exuberantes y playas selváticas.

Se había topado, casi al azar, con las islas Galápagos. Puntualmente, el 10 de marzo de 1535. Luego, fue un sitio utilizado por un sinfín de piratas ingleses que se refugiaban allí tras sus pillajes a los galeones españoles que, a su vez, se llevaban el oro y la plata de América hacia España.

Recién tres siglos después, el 12 de febrero de 1832, Ecuador anexó las hasta entonces llamadas islas Encantadas, bautizándolas como Archipiélago de Colón. Por esos días, un joven geólogo de 22 años, Charles Darwin, se enroló en la expedición HMS Beagle bajo el mando del capitán Robert Fitz Roy, que tenía el objetivo de cartografiar la costa del Pacífico de América del Sur. Apenas un par de semanas después, desembarcó en el archipiélago ubicado a 972 kilómetros de la costa ecuatoriana. Pero ese reconocimiento fue clave para que, tiempo después, desarrollara su famosa teoría a partir del estudio del “pinzón de Darwin”, un pájaro decididamente discreto, que presenta costumbres y rasgos diferentes según las islas que habita, lo que relacionó con la adaptación de las especies a las condiciones de hábitat y que expuso en su obra El origen de las especies (1859). En el archipiélago, son constantes los homenajes al investigador, hay una escultura en la isla de San Cristóbal, donde desembarcó por primera vez, y, en la de Santa Cruz, hay una estación científica que lleva su nombre, dedicada desde 1986 al estudio y la preservación de algunas especies, como las tortugas gigantes. Y, por supuesto, está la isla Darwin, la más alejada del continente, con un excepcional fondo marino.

También el novelista, poeta y ensayista estadounidense Herman Melville conoció las islas en un alucinante viaje a principios del siglo XIX, lo que lo llevó a pergeñar y publicar en 1854 Las Encantadas, poco después de escribir Moby Dick.

Galápagos ofrece un universo único y diverso, con paisajes que cortan el aliento.
El fondo marino encierra tesoros de una riqueza natural única.

EN PELIGRO

Una maravilla de la humanidad. Se trata del primer sitio del mundo declarado Patrimonio Natural por la UNESCO en 1979. Ya eran Parque Nacional desde dos décadas antes. En 1986 se las reveló como Reserva de Biósfera y el propio organismo internacional las manifestó en 2007 como “en riesgo medioambiental” y las incluyó en el listado de “Patrimonio de la Humanidad en peligro”. Enumeró algunas especies únicas que se encuentran en ellas: la tortuga gigante (Geochelone elephantopus) que les dio nombre a las islas; la iguana terrestre (Conolophus subcristatus y palidus) y la marina (Amblyrhynchus cristatus), la única especie que procura su alimento en el mar; el pingüino spheniscus (único registrado en el hemisferio norte); una especie de cormorán no volador; el cernícalo o gavilán y una garza enana.

Una maravilla de la humanidad. Se trata del primer sitio del mundo declarado Patrimonio Natural por la UNESCO en 1979.

Más de 230 islas, islotes y archipiélagos de todos los tamaños nacidos de grandes erupciones volcánicas de hace millones de años, pero que siguen en actividad. De hecho, es una de las regiones volcánicas más activas del planeta: en 2005 se registró la erupción volcánica más reciente. Conforman una provincia ecuatoriana, que se divide en tres cantones: Santa Cruz, San Cristóbal e Isabel.

Las celebres tortugas gigantes de las Islas Galápagos.
Su fauna es excepcional, como esta especie de cormorán no volador.

TODOS LOS DIBUJOS

La isla más grande y renombrada es Isabela, llamada así en honor de la reina Isabel de Castilla. Su forma se debe a la fusión de seis grandes volcanes en una sola masa. Se extiende por unos 4588 kilómetros cuadrados, y por ella cruza, como una espada, la latitud 0 la línea ecuatorial que divide al planeta en dos hemisferios, el norte y el sur. Contiene una amplia posibilidad de alojamiento y excursiones. Y, en su extremo suroriental, aloja uno de los volcanes más famosos, el de Sierra Negra: el camino hacia su boca es sencillamente extraordinario, dado que la vegetación va desapareciendo lentamente y una lava relativamente reciente va predominando en un paisaje con grandes cactus. Es posible aproximarse para contemplar una imagen única del mar de tonos renegridos por el efecto del suelo y de las diferentes especies de erizos negros. No así a los otros volcanes activos de la isla, Alcedo, Darwin y Wolf (el punto más alto alcanza 1707 metros), que se encuentran en el sector norte. “Los lechos de lava son comparables, con razón, a un mar petrificado en el punto álgido de la tempestad”, describió el propio Darwin. Puerto Villamil es el tercer mayor asentamiento de las islas y está ubicado en el extremo sur de la Isabela.

Dos lugares emblemáticos de la isla son Tintoreras (un conjunto de islotes, cercanos a Puerto Villamil) y Los Túneles, formaciones geológicas creadas con lava que se alzan sobre las aguas poco profundas, a las que se llega en un viaje de una hora en lancha y generan arcos muy particulares. En ambos lugares la fauna marina es extraordinaria: desde las alturas se pueden divisar, por caso, bandadas de mantarrayas, tortugas gigantes y hasta tiburones dormidos sobre el fondo.

La isla más grande y renombrada es Isabela, llamada así en honor de la reina Isabel de Castilla. Su forma se debe a la fusión de seis grandes volcanes en una sola masa.

Otra de las islas que se recomienda recorrer es la de Santa Cruz, que debe su nombre a Cruz de Cristo, como se denominaba un barco inglés que fondeó en sus aguas. Posee una superficie de 986 kilómetros cuadrados y una altitud máxima de 864 metros. Su poblado, Puerto Ayora, tiene notable movimiento. Allí se encuentran la Estación Darwin y las oficinas centrales del parque nacional. Se caracteriza por una exuberante vegetación y los túneles de lava. Caleta Tortuga Negra es un área rodeada de manglar, lugar de apareamiento de tortugas marinas, rayas y pequeños tiburones. En la laguna Cerro Dragón es posible deslumbrarse con flamencos e iguanas terrestres. Tortuga Bay es una de las playas más populares y renombradas por sus cristalinas aguas, buenísimas para hacer snorkeling. Como la playa Mansa y la Brava, especiales para practicar surf.

Playas paradisíacas y una fauna única. Galápagos fue el primer sitio del mundo declarado Patrimonio Natural por la UNESCO en 1979.

La isla más chica es Genovesa, de apenas 14 kilómetros cuadrados y una altitud de 76 metros. La leyenda dice que allí nació Cristobal Colón… Está constituida por los restos de un gran cráter sumergido. En su bahía Darwin pululan las gaviotas de cola bifurcada, las únicas de su especie con hábitos de caza nocturnos. También se pueden observar piqueros de patas rojas, golondrinas, gaviotas de lava, pájaros tropicales, palomas, petreles y pinzones de Darwin. Por eso es llamada la isla de los pájaros”. Un deleite es realizar un paseo por el gran bosque de Palo Santo.

Justamente la de Santa Fe es llamada así en honor a las Capitulaciones de Santa Fe, firmadas el 17 de abril de 1492, en las que se otorgó a Cristóbal Colón los títulos de Almirante Mayor de la Mar Océana. Con una superficie de 24 kilómetros cuadrados y una altitud máxima de 259 metros, tiene un bosque de cactus Opuntia y de Palo Santo, el hogar de gaviotas, pájaros tropicales y petreles. En una pintoresca laguna de color turquesa y aguas tranquilas, se puede realizar snorkeling con lobos marinos.

Las islas Pinzón homenajean a los capitanes de las otras dos carabelas de Colón, la Pinta y la Niña. Conforman un área de 18 kilómetros cuadrados, con una costa atestada de lobos marinos, tortugas gigantes y delfines. La isla Rábida tiene el nombre del convento donde Colón dejó a su hijo durante uno de sus viajes de colonización de América. Es pequeña, con solo 4,9 kilómetros cuadrados y de un color rojizo por el alto contenido de hierro en su lava. 

La isla más chica es Genovesa, de apenas 14 kilómetros cuadrados y una altitud de 76 metros. La leyenda dice que allí nació Cristobal Colón… Está constituida por los restos de un gran cráter sumergido.

La Bartolomé es un islote muy particular: llamada así en honor a David Ewen Bartholomew, de la Marina Británica. De apenas 1,2 kilómetros cuadrados y una altura de 114 metros, contiene el Pináculo, y es el hábitat del pingüino de Galápagos. Así como la Baltra es conocida como la Seymour Norte, en honor de un noble inglés, Lord Hugh Seymour. En su 1,9 kilómetro cuadrado, no solo tiene piqueros de patas azules y gaviotas de cola bifurcada, sino también numerosas fragatas y el Aeropuerto Seymour, construido durante la II Guerra Mundial por la Marina de los Estados Unidos. 

Y claro, la pequeña Darwin, con su escaso 1,1 kilómetro cuadrado, donde habitan focas peleteras, fragatas, iguanas marinas, gaviotas, lobos marinos, ballenas, tortugas marinas, delfines, piqueros de patas rojas y enmascarados.

Todas son recomendables. También las islas San Cristóbal, Floreana, Plaza Sur, Marchena, Santiago, Pinta, Fernandina o Wolf, entre otras, de todas las formas y diversos tamaños. Conforman un universo para ser recorrido con todos los sentidos prendidos para absorber las imágenes más agrestes e increíbles de la naturaleza oceánica sudamericana. 

DATOS ÚTILES

CÓMO LLEGAR 

Desde Quito (1399 kilómetros) o desde Guayaquil (1238 kilómetros) en avión o barco. Desde Buenos Aires, en avión, al aeropuerto de Baltra por Latam, vía Guayaquil. Desde Quito también vuelan Tame y Avianca. En todos los casos, los vuelos son de una hora 50 minutos aproximadamente. Luego, las líneas Emetebe y Flygalapagos vuelan entre Baltra e Isabela (media hora de vuelo) y San Cristóbal (45 minutos). Para ingresar a las islas, se paga una tasa de USD 100 (USD 50 para países del Mercosur). Para moverse entre las cuatro principales islas, también hay lanchas de pasajeros que circulan por todo el archipiélago, en horarios variados, todos los días. En general, son viajes de entre dos y tres horas. Otra opción es tomar un tour para recorrer varias islas durmiendo en el barco. O hacer excursiones de ida y vuelta.

DÓNDE ALOJARSE

Tanto en Puerto Ayora como en Puerto Villamil, Puerto Baquerizo Moreno o isla Floreana, entre otros, hay una alta variedad de alojamientos, según las preferencias, el confort y el alcance de los bolsillos de los visitantes. Por caso, hostales económicos o cadenas como el Angermeyer Waterfront Inn. 

CLIMA 

El archipiélago cuenta con dos estaciones climáticas: entre enero y mayo, la estación lluviosa, cuando las temperaturas oscilan en torno a los 27° y 32°, y entre junio y diciembre, la estación seca, en las que se registran entre 21° y 27°.

DOCUMENTACIÓN 

Para entrar a islas Galápagos, es necesario el pasaporte con el que se entra a Ecuador. Todos los países latinoamericanos (a excepción de Cuba) así como los de la UE y los EE.UU. no necesitan visado turístico. La estancia máxima permitida es de 90 días.

GASTRONOMÍA

La gastronomía de las islas puede definirse como variada, aunque fácilmente se puede advertir una gran influencia de ingredientes que proceden del mar, como langostas, pescado al estilo ceviche (marinado con limón), arroz marinero, bacalao con papas, bolón de verde, ceviche de canchalagua, amplísima variedad de mariscos y crustáceos, pan de yuca y sopa marinera. En todas las islas se encuentran distintos reductos que, en general, se adaptan a los precios del turista y que ofrecen una gran variedad de exquisiteces.