Tierra de volcanes y de valles

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Malargüe es una región mendocina bellísima que expone a carne viva las sensaciones aparentemente opuestas entre la furia que emergió de los milenarios cráteres y los sosegados paisajes que emanan tranquilidad. Un sitio mágico que combina viajes, distracción, turismo y salud.

Otra vez la emblemática y espectacular ruta 40. Apenas se zambulle en la ciudad de Malargüe, se convierte en la avenida San Martín y la atraviesa por la mitad. Va cambiando su fisonomía de asfalto agrietado y acumula una circulación paralela, aun cuando transita buena parte por el borde del Aeropuerto Comodoro Ricardo Salomón, hasta inmiscuirse en la parte más urbana y llegar hasta la esquina de Julio Argentino Roca: justamente allí se levanta la emblemática Torre del Cincuentenario, conocida como “El Reloj”. Con sus 15 metros de altura, con su base de columnas de cemento y su cuerpo en hierro, fue inaugurada el 16 de noviembre de 2000, y del reloj surge una melodía cada 15 minutos.

Es un punto emblemático de Malargüe, la ciudad enclavada en el más meridional de los 18 departamentos mendocinos.

Allá a lo lejos se vislumbra la cordillera de los Andes, que parece aplastada por el azul rabioso del cielo. Esta es una región de enormes contradicciones en cuanto a las condiciones geográficas. Tierra de volcanes, pero también de grandes valles. Zonas tan verdes que resultan una invitación muy particular a caminatas en medio de la tranquilidad y el descanso, a pocos pasos de abruptas quebradas, milenarias cavernas o rocas modeladas por el viento, las aguas y los tiempos. Una región de increíble diversidad de flora y fauna propias de humedales, al lado de sectores de minerales absolutamente secos y de una dureza muy particular.

Justamente esa es una de las características que hacen de Malargüe un sitio mágico e imprescindible que combina viajes, distracción, turismo y salud.

Empecemos, entonces, con un recorrido por la 40. Esa mítica ruta conforma uno de los tres circuitos que ofrece la región. Por caso, por ese asfalto se llega al Geoparque Llano Blanco, 75 kilómetros al sur de la ciudad, que originalmente era La Urrutia, una estancia cerealera y lanar. Este sitio cuenta con un alto valor paleontológico, arqueológico e histórico. El casco, por ejemplo, data de 1860. Muy cerca de allí se encuentran las ruinas del Molino Llano Blanco, uno de los cuatro molinos harineros, lugar que fue asentamiento de pueblos originarios. Los turistas pueden admirar corrales de pirca, fósiles, la capilla y el bosque petrificado. Es un lugar muy apropiado para el llamado “trekking paleontológico y arqueológico”. 

Muy cerca, en el cerro Moncol, a 1839 msnm, está la Caverna de las Brujas, una cueva de rocas calcáreas, sedimentarias, del Jurásico, que sorprende con sus singulares formaciones de estalactitas y estalagmitas, sus salas llamadas “de la Virgen” y “Las Flores”. Solo hay explorados 6 kilómetros de pasajes, aunque se sospecha que tienen muchos más. Por su parte, Turcará, a 35 kilómetros, ofrece un recorrido con maravillosas panorámicas y una cascada de agua cristalina, en una zona ideal para observar la flora y fauna de la región, así como la cascada de Manqui Malal, de 30 metros de alto.

Hay otra serie de paseos muy recomendables: el Carmona, uno de los dos laberintos de la zona (en la Argentina hay ocho), que requirió siete años de trabajo y más de 100.000 almácigos; el Monumento al Criancero, realizado por el artista mendocino Luis Quesada; el emprendimiento La Anita, de frutos de montaña, ubicado en la Colonia Pehuenche; y el criadero de truchas Cuyam-Co, que provee las deliciosas piezas arcoíris, rodeado de un paisaje único, junto al dique Blas Brisoli.

También el Centro de Convenciones y Exposiciones Thesaurus (para 1000 personas en sus tres salas que reúnen 1500 metros cuadrados); el Molino Histórico Nacional, construido en 1878 y ubicado pocos metros al sur del viejo casco de la estancia La Orteguina; el Museo Regional Malargüe (casa de Rufino Ortega), que contiene al museo arqueológico, donde se exponen hallazgos fósiles de los mapuches originarios y sus puntas de flechas o puntas de lanzas, así como restos de fogones: una sala exhibe las raíces de la comunidad y es una muestra de la agricultura, la ganadería, la minería y el petróleo.

Y finalmente el Parque del Ayer, que forma parte del casco de una de las primeras estancias de Malargüe, ideal para conocerlo durante alguna tarde apacible.

Nieve y montaña. La precordillera y la cadena de los Andes. Una de las infinitas vistas deslumbrantes de la zona.
La cascada de ManquiMalal tiene una altura de 30 metros de caída de un agua muy cristalina, en una zona de abundante fauna y flora.

DOS RECORRIDOS APASIONANTES

Otro circuito, más reconocido popularmente incluso por el turismo internacional, es el que se desarrolla por la Ruta Provincial 222, que lleva a Las Leñas y al Valle Hermoso. 

A escasos 90 kilómetros, el paisaje es realmente estremecedor en toda época del año: el Valle Hermoso no podría llamarse de otra forma, con su laguna, sus aguas termales y sus varios ríos que conforman una imagen que ni los mejores pintores paisajistas podrían haber imaginado con semejante belleza. Un área ideal para acampar, realizar caminatas o cabalgatas, practicar buceo o dedicarse a la mejor pesca. 

Pero antes, 22 kilómetros más cerca de Malargüe, se encuentra el conocido complejo de esquí Las Leñas, altamente concurrido en épocas normales, tanto en invierno como en verano. El manto de nieve y sus instalaciones lo convierten en uno de los mejores del continente. Posee 17.500 hectáreas y una de las pistas más largas en el mundo, de 69,3 kilómetros de largo. Al mismo tiempo es considerado el ámbito ideal para esquiadores de todo el mundo, ya sean principiantes, intermedios o snowboarders. En verano ofrece cabalgatas, ciclismo, caminatas, escalada y una porción enorme de naturaleza y descanso. 

Por su parte, Castillos de Pincheira es un gran escenario natural con formaciones rocosas de origen volcánico erosionadas por el viento y la lluvia, que, tras el paso de los siglos, fueron dejando al descubierto extrañas formas que asemejan castillos. Un dato que no puede dejarse pasar por alto: además de gozar del paisaje, también se degustan deliciosos chivitos en el restaurante Altos Sauces.

Malargüe también exhibe con orgullo el circuito de la Ruta Nacional 186.

Allá a lo lejos se vislumbra la cordillera de los Andes, que parece aplastada por el azul rabioso del cielo.

Un hermoso atractivo se configura en las termas de Cajón Grande, a 135 kilómetros de la ciudad, con sus cinco piletas a cielo abierto con aguas de características ferrosas y propiedades mágicas, ideales para el tratamiento de afecciones de tipo reumáticas, bronquitis, artritis, de circulación y diabetes. Tienen un agregado que las hace indispensables: se encuentran a los pies del cerro Campanario, con sus imponentes 4048 msnm. Es un lugar excelente para hacer caminatas, cabalgatas, trekking, safaris y excursiones.

El Parador Turístico Poti Malal (en mapudungún o araucano significa “gran corral de piedra”) se ubica en el valle del río Poti Malal, 90 kilómetros al suroeste de Malargüe. “Tranquilidad, paz, belleza natural y energía son características destacadas de este bello lugar”, anuncia con certeza la página web oficial. Por su lado, la laguna de Llancanelo es un humedal con un área de 650 kilómetros cuadrados ubicado a 75 kilómetros de la ciudad: una reserva natural provincial que alberga una gran variedad de especies de aves. En la lista se incluyen patos, cisnes de cuello negro, flamencos y garzas.

El imponente volcán Malacara, llamado así por el parecido con la cara manchada con los caballos de ese nombre, se encuentra 42 kilómetros al sureste de la ciudad, camino a la reserva Laguna Llancanelo. Tiene una altura de poco más de 1800 msnm y su erupción fue de características hidromagmáticas. Tiene coloración negra, amarillenta, rojiza y verde, según si la erosión fue por las lluvias o el viento, lo que además dejó al descubierto grandes cárcavas de casi 30 metros de altura. En invierno, la nieve hace que sus colores se vean más intensos.

Pero, además, recorriendo solo 150 kilómetros se llega a Payunia, sobre la precordillera. Son unas 450.000 hectáreas que muestran las huellas que dejaron millones de años de volcanes, que transformaron la zona en un gran desierto negro. Es fantástico el contraste que se advierte con el colorido del horizonte cordillerano. En esta zona exclusiva (solo superada por la península rusa de Kamchatka, el lugar en el mundo de mayor concentración de volcanes) hay 10 volcanes cada 100 kilómetros cuadrados: se llevan registrados 800 conos volcánicos, pero se sospecha que debe haber muchos más. Se originó durante el Cenozoico, por lo que sus derrames de lava más recientes datan de hace 40.000 años. El sitio, que fue postulado para convertirse en Patrimonio de la Humanidad, tiene imágenes que siempre sorprenderán. 

Malargüe, además, es un sitio muy popular para los amantes de la pesca con mosca, que suelen recorrer y aprovechar los 500 kilómetros de sus ríos aluvionales: el Atuel, el Salado, el Barrancas, el Tordillo, el Chico, el Poti Malal y el arroyo Valenzuela. Son aguas abundantemente pobladas de salmónidos. De allí se extraen inigualables piezas de trucha arcoíris, marrón, fontinalis (trucha de arroyo), criolla o perca, y pejerreyes.

La llamada Caverna de las Brujas, una cueva de rocas calcáreas de la era Jurásica, en el cerro Moncol. Impresionante.

TIERRA MAPUCHE 

Ellos nombraban “malal” a los corrales naturales donde se encerraban animales, armados en pequeñas elevaciones del terreno rodeadas por la montaña, y “hue” a las piedras. Corrales de piedra. Justamente los mapuches fueron víctimas de la sangrienta campaña del general Julio Argentino Roca. Un subordinado, el teniente coronel Luis Tejedor, fue el encargado de construir en 1876 el Fuerte General San Martín en el paraje El Alamito, al sur del río Atuel. En la década posterior se levantó en derredor una población que desde 1886 se llamó “Villa de Malargüe”. Pasaron otros diez años y la denominación fue cambiada por la de “Villa Coronel Beltrán”. En 1950, el gobernador Blas Brisoli impuso su nueva denominación, “General Perón”. Pero al llegar el golpe de estado que derrocó al peronismo, el Gobierno le repondría el nombre original de “Malargüe”.

Un poco de historia de un sitio ideal para ser recorrido con pasión y admiración, en la época del año que se desee. 

DATOS ÚTILES

CÓMO LLEGAR

De CABA a Malargüe, la distancia es de 1164,3 km que se pueden recorrer por la RN 7 hasta la ciudad de Junín, para luego tomar la RN 188 hasta General Alvear y desde allí la RN 143 hasta San Rafael. Desde esa ciudad, el recorrido es de 149 km (por la RP 144 hasta el Sosneado, donde se empalma la RN 40). Se puede llegar en auto o en bus. 

Claro que también es posible arribar en avión desde Buenos Aires y aterrizar directamente en Malargüe. El vuelo toma aproximadamente una hora y media. Desde la ciudad hay transporte hacia toda la zona. Por ejemplo, un transfer hasta Las Leñas no demora más de una hora.

CLIMA

El clima es continental y seco. El promedio de enero es de 20 °C, mientras que en julio se promedian 3 °C. Las lluvias son de 300 mm anuales. Las precipitaciones nivales en invierno son muy importantes. La temperatura mínima absoluta registrada en esta ciudad es de -24,6 °C. 

ALOJAMIENTO 

La variedad es muy amplia. El hospedaje también se adapta al presupuesto de cada uno. Por ejemplo, los visitantes pueden elegir hoteles de 5, 4 o 3 estrellas, aparts, departamentos o residencias con servicio internacional de calidad, además de diferentes posadas y una enorme variedad de campings.

ESQUÍ NOCTURNO

Las Leñas es el único centro de Sudamérica que cuenta con esquí nocturno. Las pistas Minerva y Eros se unen por las noches para formar un recorrido de 2000 metros completamente iluminados. El esquí nocturno es una actividad que no puede dejar de experimentarse.

LA IGLESIA

La Capilla Histórica Nacional Nuestra Señora del Rosario, de Malargüe, fue construida en 1880, con la particularidad de que sus ladrillos de adobe, sus techos bajos y las amplias aberturas fueron diseñados estratégicamente para evitar que los fuertes vientos de la región ingresen con violencia en el interior. Fue restaurada en reiteradas ocasiones.

RECOMENDACIONES

Llevar siempre ropa cómoda, especialmente para el verano. Y abrigo abundante para el invierno para poder arroparse del modo capas de cebolla. También es importante usar protector solar y de labios, y gorra o sombrero. En alta montaña, los días pueden ser muy fríos, aun en verano. Por eso se requiere pañuelo de cuello (tipo cuello tortuga) y rompeviento impermeable, como así binoculares y cámara de fotos, para que la “experiencia sea memorable”, como aconseja la página oficial.