Grecia: Las islas de los dioses

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Los archipiélagos de Grecia encierran los secretos de todos los tiempos. Desde Rodas y Creta, las más reconocidas, hasta un abigarrado listado de otras islas, bonitas y diversas, cambiantes y dinámicas, cada una de ellas es una forma diferente del edén. 

Mitología y leyendas, el pasado zambulléndose en el presente y edificando el futuro, aires diferentes, sabores que exaltan los ánimos, un idioma que se asocia con la más alta sensualidad, la historia misma de la civilización, tesoros incalculables, una cultura que desborda todos los conocimientos y la magia inacabable que solo puede dar la conjunción de mares como el Mediterráneo, el Egeo y el Jónico… Un tesoro terrenal de una infinita belleza. Los paisajes son tan inigualables como infinitas sus formas y coloridos. Las islas griegas son tantas, tan bonitas y diversas, tan cambiantes y dinámicas, que el propio ser humano es incapaz de tener un detallado resumen de ellas. Se trata de unos 6000 archipiélagos con una característica peculiar: en muchísimos casos, aparecen y desaparecen según los caprichos de la naturaleza y de esos mares indómitos que encierran los secretos de todos los tiempos. 

Grecia agrupa y arropa esas islas. Apenas poco más de 220 son habitadas en un grupo paradisíaco y mágico. Las hay famosas e icónicas; las hay de todas las formas, configuraciones, apariencias; las hay enormes y también minúsculas; privadas y públicas; intervenidas intensamente por la mano del hombre y salvajes, agrestes, hasta indómitas. Un mundo que combina las sabidurías del mar y de la tierra con la poesía de la naturaleza.

Son miles de islas, islotes y atolones de incalculable valor geoestratégico, muchos de ellos también amenazados seriamente por el cambio climático. Miles de denominaciones que se intercambian modos que se entrecruzan y dificultan el conocimiento. Los manuales las clasifican como Cícladas, Jónicas, Espóradas, del Dodecaneso y las Sarónicas. Recorrerlas y disfrutarlas es una propuesta extraordinaria. Allá vamos.

Solo están habitados unos 220 archipiélagos de los 6000 que hay en la región. Incluso algunas islas aparecen y desaparecen según las mareas.

VARIADAS Y HERMOSAS

Para empezar, la más icónica, la más famosa, una de las más visitadas en el mundo: Creta, en el extremo sur del mar Egeo y no muy distante del litoral de Egipto, es la más grande del país y la quinta en el Mediterráneo. Allí es posible admirar restos de civilizaciones brillantes así como explorar inacabables playas de un colorido que impresiona, y combinadas, a la vez, con espléndidos paisajes montañosos, valles especialmente fértiles e irregularidades geográficas únicas en una superficie de 8300 km², con una costa de unos 1040 km de longitud. Cuenta con una población cercana a los 620 mil habitantes, de los que un 20 por ciento se agrupa en su preciosa capital, Heraclión, donde es indispensable una recorrida por la fortaleza veneciana de Rocca al Mare que protegía la entrada al puerto de la ciudad. Otra visita imperdible es la iglesia de Santa Catalina de los Sinaítas y los monasterios de San Pedro y San Pablo, la Plaza de la Libertad, el Palacio de Cnosos, el yacimiento arqueológico de Archanes y el monte Juktas. Además, una experiencia maravillosa e indispensable es descubrir la más que deliciosa cultura gastronómica de la isla y, por supuesto, sus encantadoras playas. Las hay de todo tipo: por caso, las playas de Triopetra, Elafonisi, Balos, Agios Pavlos, Vai, Falasarna, Kommos, Skinaria, Preveli, Paleochora, Sougia, Malia y Xerocambos.

Otra isla que provoca la pregunta de cómo hicieron los dioses –los griegos y todos los demás– para crear horizontes de semejante belleza es la de Rodas. Se trata de la capital del Dodecaneso. Un sitio ideal no solo para quienes buscan un espacio de descanso y relax, sino también para aquellos que optan por unas vacaciones llenas de acción. Por un lado, presenta una geografía multitonal, atestada de colinas verdes brillantes, ricos valles de tonalidades pastel y la sucesión infinita de playas doradas: Lindos, Prasonisi, Gennadi, Tsambika Kallithea, Fourni, Glystra, Agathi, Kopria, Traganou, Afandou y Faliraki. Es muy recomendable una recorrida por la denominada “Bahía de Anthony Quinn”, en homenaje a quien inmortalizó la extraordinaria versión de Zorba, el griego.

¡Cómo obviar el reconocimiento al Coloso de Rodas, una de las siete maravillas del mundo antiguo! La estatua fue construida por el escultor Cares de Lindos en el puerto de Mandraki con placas de bronce sobre un armazón de hierro, en el año 280 a.C., y fue destruida por un terremoto en el 226 a.C. Representaba al dios griego del sol, Helios. Toda la región es de una riqueza arquitectónica histórica inigualable, pero especialmente Rodas, aún en la actualidad, con sus murallas, el casco histórico repleto de edificios de estilo gótico, playas solitarias, templos, restos de castillos e infinitas localidades para recorrer y regocijarse con un baño de antigüedad viva. 

Por ejemplo, el Palacio de los Grandes Maestres de la Orden (destruido por una explosión en 1856 y reconstruido por los italianos en 1940); la Ciudad Medieval de Rodas (declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco), con sus calles empedradas, las fortalezas y los edificios antiguos reformados; el hospital convertido en museo arqueológico; el Mercado; el Palacio del Arzobispo; la iglesia de la Anunciación; el edificio de Correos; el Ayuntamiento; la sede del Gobierno y el Instituto de Biología Marina. También la calle de Sokratos, en pleno centro comercial. Por todo eso a Rodas se lo considera un sitio bendito. 

En la misma región del Dodecaneso se encuentran otras islas menos promocionadas, pero igual de atractivas. Por caso, la de Kos, la patria de Hipócrates, que, como consecuencia, es un impar epicentro medicinal y cultural, que además se destaca por sus murallas, fortaleza y torres, así como por los restos de templos del siglo II a.C. Asfendiú es un lugar maravilloso, un pueblo más que pintoresco. Las playas más concurridas son Kamari, Tingaki, Marmari y Agios Stefanos. 

La isla de Karpathos, en cambio, se caracteriza por su paisaje montañoso que la atraviesa en su centro para llegar, hacia el norte, a una costa de cortes abruptos, en donde nacen sus playas más recomendables, la Kirá Panayía, Apela o Ayios Nikolaos.

MILES Y MILES

Grecia ofrece otros racimos de islas extraordinarias. Por ejemplo, las Espóradas, que se encuentran en el mar Egeo, frente a las costas de Volos. Solo cuatro de las once están habitadas. La Alonisos se caracteriza por su condición agreste, sus senderos, su vegetación exuberante y las vistas desde sus acantilados, desde donde se pueden observar los islotes deshabitados y los golfos con playas rocosas y exóticas. La Skiathos tiene apenas 50 km2 de bosques agrestes y playas paradisíacas como la Kukunaries, de arena blanca, aguas cristalinas y pinares. La isla Skópelos es imponente, con su capital Jora, caracterizada por casas tradicionales y un pueblo de cuento, Glosa, construido sobre un acantilado en el puerto de Lutraki. Sus mejores playas son Limmonari, Staphilos, Millá y Panormos. 

Las Sarónicas, islas ubicadas en pleno golfo Sarónico, son las que generalmente eligen los propios griegos por su cercanía con Atenas o los turistas que llegan a la capital del país y deciden realizar una escapada perfecta. Por ejemplo, Hydra, con sus vistas espectaculares, múltiples senderos naturales y la ciudad construida en forma de anfiteatro sobre el puerto, que invita a perderse en la bohemia que surge entre sus calles empinadas y adoquinadas, en las que no circulan automóviles. 

Las Jónicas se encuentran en el mar que baña las costas que miran a Italia. Son islas con una vegetación desbordante de colores, signadas por imponentes montañas, costas rocosas, paisajes agrestes, olivares y el increíble tono turquesa vivo de sus aguas. Esa influencia italiana las diferencia de las otras islas de la región. 

Entre ellas está la de Corfú: con sus playas espectaculares, los pueblos salidos de novelas antiguas, el casco antiguo con dos fortalezas y una ciudad de reminiscencias venecianas. Una leyenda asegura que apenas el visitante ingresa al archipiélago está obligado a caminar por el Listón, la plaza Spianada, la Catedral Católica, el Palacio Anaktora y las iglesias bizantinas. Y que es tutearse con los dioses realizar el paseo que se inicia en el Mon Repos, para tomar un barco en la península de Kanoni hasta Pontikonisi. O pasar por Sidari en busca del Canal del Amor, con sus piscinas naturales formadas por las rocas; o por la fortaleza bizantina Angelokastro y las hermosas playas Mirtiotisa, Glifada, Kontogialos y Gialiskari.

La de Kefalonia es la mayor de esas islas: Argostoli, su moderna capital, debió ser reconstruida tras varios terremotos. En la costa sur se encuentran las mejores playas, como Mirtos, con su arena blanca y las rocas que la protegen del viento y agua turquesa. Otra atracción son sus cuevas: la Melisanis, que abarca un lago subterráneo de agua salada, con los rayos de luz que crean un arco iris de colores; y la Drogaratis, con impresionantes estalactitas.

Islas menos populares son la de Itaca, conocida como la patria de Ulises, pequeña y montañosa, que ofrece las pintorescas callejuelas de su capital, Vathí; las Cuevas de las Ninfas y las playas Kritami y Liano Nisaki. La Lefkada, montañosa y de vegetación abundante, se caracteriza por sus preciosas playas: Porto Katsiki y Egkremní son consideradas de las mejores del Mediterráneo. La isla de Paxí tiene solo 13 km y cuenta con 64 iglesias, una fortaleza veneciana y un faro, con pueblos encantados como Osias y Magasia, y playas de aguas turquesas como Vutumi, Vrika y Mesovrika. La isla de Zakinthos, también llamada Zante, suele colapsar en temporada alta por la llegada de turistas de todo el mundo a sus complejos hoteleros y zonas comerciales, quienes disfrutan su belleza natural, especialmente la reconocida playa de Navayio, a la que se llega en barco. Subir hasta su mirador es muy recomendable.

Y finalmente las islas Cícladas, ubicadas sobre el mar Egeo: solo 26 de 56 están habitadas. Forman un anillo alrededor de la isla sagrada de Delos. Según la mitología, fueron creadas por Poseidón, que transformó a las ninfas Cícladas en islas. La de Mykonos se presenta como un destino imperdible: la magia de los rincones del pueblo de Chora, los molinos de viento, las buganvillas y las casitas blancas, además de sus playas espectaculares. Pelea la preferencia del turista con Naxos, caracterizada por su serenidad y su paz, y los pequeños pueblos diseminados por ahí, cerca de las playas: Hawaii Beach y Aliko Beach. 

La isla de Paros está repleta de molinos de viento, aldeas y pueblos alucinantes como, por caso, Prodromos. Sus playas son tan espectaculares como las de las otras islas tan recomendadas de la zona: Serifos, Santorini, Ios, Delos, Amorgos, Folegandros y, finalmente, la de Milos, que se destaca por sus formaciones volcánicas, cuevas, aguas termales y paisajes lunares. 

En suma, una región que está en el podio de las maravillas del planeta, que se presenta ante el turismo como un destino increíble para vacaciones perfectas. 

CLIMA

El clima es una de sus grandes atracciones. Está clasificado como mediterráneo templado. Los veranos en las tierras bajas son cálidos y secos, con cielos despejados. Los días de calor seco a menudo se alivian con brisas estacionales. Las zonas montañosas son más frías, aunque no con temperaturas extremas, con lluvias considerables durante el invierno. Los inviernos son suaves en las tierras bajas y con heladas poco frecuentes. En definitiva, el paraíso mismo.