El Calafate: La hermosa ciudad de los glaciares

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Una villa andina para disfrutar palmo a palmo, muy cercana a esas imponentes moles de hielo milenario. La Patagonia andina en todo su esplendor para un viaje que resultará inolvidable.

Por Ricardo Gotta

Un arbusto espinoso y con frutos potentes, resistentes, sabrosos, que se extiende por la Patagonia andina. Unas moles conmovedoras que parecen arrasar hasta con las montañas que le ofrecen alguna resistencia. Un arroyo que le presta su bello nombre, que surca la ciudad, y la flora característica de la espesura andina desbordante de bosques, lengas y guindos. Una extraordinaria infraestructura hotelera, gastronómica y de entretenimiento, junto a una eficiente red de transportes. Casas techadas a dos aguas para evitar los efectos de las inclemencias climatológicas, incluso a pesar del microclima que por largas temporadas la convierten en un oasis a merced del turismo. Todo eso y mucho más es El Calafate, una villa levantada en una zona que antes se denominaba Kehek Aike y que en menos de un lustro cumplirá un siglo de su fundación, aunque es muy joven y moderna; que se encuentra bañada por la belleza y la inmensidad del lago Argentino, en la falda de una suave meseta; una ciudad con más de 20 mil habitantes permanentes, aledaña a la frontera con Chile, en el sur profundo de Santa Cruz. Esa villa que propone el encanto y la majestuosidad de los horizontes más hermosos e impactantes. Una comarca andina llena de vida y de sorpresas, “siempre segura, limpia y verde”, ubicada a solo 80 kilómetros del imponente Parque Nacional Los Glaciares y su estrella mayor, el glaciar Perito Moreno, declarados Patrimonio Natural de la Humanidad por la Unesco.

Un paisaje único e incomparable: la naturaleza en su esplendor en cada rincón de El Calafate.

BLANCO DESLUMBRANTE

Una superficie de naturaleza extrema que abarca 726.927 hectáreas en el sudoeste provincial, la más extensa del Sistema Nacional de Áreas Protegidas Argentinas. La estepa, el bosque andino-patagónico austral y los hielos continentales junto con los glaciares que entregan milenios de historia. Una conjunción formidable. Con el Perito Moreno como epicentro. Un monstruo de unos cinco kilómetros de frente que se alza hasta 70 metros del nivel voluptuoso del lago Argentino, en el que se sumerge unos 170. La mole gigante parece avanzar continuamente, lo que alimenta la impresión de irrealidad. Por ello se lo considera una de las maravillas de la humanidad.

Es un espectáculo verdaderamente abrumador que se repite en cada mirada de cada turista. Imperdible la extraordinaria vista desde los miradores. Y más todavía si se tiene la fortuna de llegar a ver el famoso “rompimiento”, cuando las aguas del brazo Rico del lago se elevan hasta más de 30 metros de los hielos y con su presión van horadando las paredes, para generar un túnel con una bóveda de más de 50 metros. Las aguas van limando las paredes y cada tanto se suceden tremendas explosiones que anteceden a sucesivos derrumbes. Hasta que finalmente se cae el techo: quienes pudieron admirar ese momento sagrado aseguran que no es comparable con nada. La resolución suele esperarse hasta por décadas. El proceso suele durar días enteros y llegan a contarse por centenares los turistas que hacen la vigilia. Hasta que llega el instante mágico, la explosión tremenda, el techo del túnel que se zambulle en las profundidades del lago. 

Ni que hablar si se accede a caminar sobre sus hielos, para lo que se requieren sobresuelas especiales con clavos que previenen las patinadas. También es increíble la sensación, al finalizar la recorrida, de saborear un whisky que suavizan y enfrían los propios hielos glaciares. Al tradicional recorrido se suma la posibilidad de realizar safaris náuticos o con kayak. Para los más arriesgados, se recomiendan aventuras al límite como el Big Ice, minitrekking o sorprendentes excursiones guiadas entre los surcos del monstruo de hielo. 

El abanico de glaciares hace interminables los recorridos. En los campos de hielo del parque, unos 2600 km², algo más del 30 por ciento de su superficie, descienden otros 46 glaciares.

El Moreno es el más famoso, pero no el más voluminoso, que es el Viedma, el segundo más grande del hemisferio sur, solo superado por Pío XI, también denominado como Brüggen o Ana María, que se encuentra en Magallanes, en la zona austral chilena. El Viedma es el más largo de Sudamérica: transcurre por 70 kilómetros desde que nace en el extremo sudeste del volcán Lautaro hasta desembocar en el lago Viedma. Se lo reconoce por sus tres bandas de cenizas producto de las erupciones. Está encajado en un cañón limitado por los cerros Huemul y Campana. 

Menos “célebre” pero igual de imponente es el glaciar Upsala, así bautizado en 1908 por Klaus August
Jacobson, quien acompañó en la travesía de reconocimiento al Perito Moreno. El Spegazzini, el Seco y el Onelli también son grandiosos.

VERDE PROFUNDO

El Parque Nacional incluye sitios increíbles. Por caso, el cerro Fitz Roy, también conocido como El Chaltén (3405 metros), que se puede vislumbrar tras la frontera con Chile, cerca de cerro Castillo. O el cerro Torre (con sus 3133 metros), ubicado en el borde oriental de los hielos: se destaca su nítida silueta, que le da su nombre: es famoso en el mundo entero y venerado por alpinistas y escaladores andinos. 

«Las aguas van limando las paredes y cada tanto se suceden tremendas explosiones que anteceden a sucesivos derrumbes.»

Cómo no internarse en la zona de lago Roca y realizar un trayecto de cuatro horas a pie para subir los 1282 metros de altura del cerro Cristal y obtener de recompensa una vista más que extraordinaria: el lago Argentino, el glaciar Perito Moreno y Torres del Paine. El lago Roca se encuentra a 50 kilómetros de la villa, rodeado de muy disfrutables bosques de ñires y lengas en medio de la estepa patagónica. La laguna de los Tres ofrece, a su vez, un mirador natural que encanta a los turistas.

Otro lugar paradisíaco es la laguna Capri, con sus aguas azules que se mixturan con el verde del bosque nativo. El paseo suele completarse con una caminata desde El Chaltén hasta el mirador que muestra al Fitz Roy en todo su esplendor. 

El glaciar Spegazzini, uno de los más bellos y accesibles al turista del Parque Nacional Los Glaciares.

UNA CIUDAD EXQUISITA

Un recorrido característico de El Calafate es el Wine Tour, con punto de partida en la Carreta de la Plaza de los Pioneros: una empanada sabrosa y diferentes vinos patagónicos. Luego, después de abrigarse bien, se pueden encarar los -10° de temperatura ambiente del Polar Bar, o del Yeti Ice Bar, ambos confeccionados con paredes y mobiliario de hielo, incluidos vasos, barras, mesas y sillones. Allí no se sirven bebidas con alcohol, pero sí lo hacen en el Glacio Bar Branca, que se encuentra en el Glaciarium, un deslumbrante centro cultural y científico activo donde se divulgan las investigaciones sobre los glaciares y su entorno, con áreas temáticas y exhibiciones. 

El visitante de El Calafate puede disfrutar de una amplia oferta gastronómica que empieza por el infaltable cordero patagónico en sus variadas presentaciones. También son típicos los manjares realizados con choique (ñandú o avestruz), guanaco o ciervo. La trucha y el salmón completan el inigualable sabor patagónico.

En el centro, el Paseo de los Artesanos permite admirar la gran variedad de productos y artículos regionales hechos en cuero, tejidos, cerámica y platería; mates y cuadros; y, por supuesto, bijouterie confeccionada con piedras como rodocrosita, ónix, lapislázuli, fluorita, ojo de tigre, coral, ágatas, malaquita, ópalo andino y amatista. A pocos metros se encuentra el Evita Perón Museum, que cuenta con piezas que van del 1870 al 1970 y, poco más allá, el moderno Casino Club El Calafate, el Museo Regional y el complejo-museo 100 Años Jugando.

Desde allí, en un recorrido de menos de diez cuadras, el visitante encuentra todo para disfrutar la ciudad de casas bajas y mucha elegancia. 

Por caso, el edificio de la intendencia del Parque Nacional, en pleno centro, sobre la avenida del Libertador y Ezequiel Bustillo, construido en 1946, que fue declarado Monumento Histórico. Posee senderos interpretativos que permiten identificar la flora autóctona, exótica o introducida.

En ese sentido, la Reserva Laguna Nimez, con su sendero de tres kilómetros, ofrece la posibilidad de avistaje de gran diversidad de especies residentes y migratorias. Naturaleza e historia también se plasman en las cuevas de Punta Walichu, un centro arqueológico relevado en 1887 por el Perito Francisco Pascasio Moreno, ubicado a 8 kilómetros del centro. Allí se puede apreciar arte rupestre que data de unos 4000 años, en un sitio donde el pueblo Ahónikenk buscó cobijo ante las duras inclemencias de la estepa patagónica. 

También son muy recomendables los recorridos por las chacras donde se cultivan frutillas, cerezas o guindas. O por las estancias que ofrecen muestras de actividades rurales como arreo de ovejas o esquila: la más popular es La Estela, que promete un recorrido hasta la punta del lago Viedma y la naciente del río La Leona. O la Nibepo Aike, ya dentro del Parque Nacional; El Galpón del Glaciar, sobre la RN 11; o la 25 de Mayo, a solo diez cuadras de la ciudad. También son muy habituales los recorridos en las modernas MTB u otros vehículos al cerro Huyliche para obtener extraordinarias vistas panorámicas del lago Argentino, la ciudad y los glaciares. 

Así, la tan bella Patagonia profunda muestra todo su esplendor en El Calafate. 

Una de las más bellas de la Patagonia argentina, la ciudad de El Calafate, construida en la costa del lago Argentino.
A CALAFATEAR 

En la región del Kehek Aike desde siempre crecen unas flores muy amarillas, las flores del Calafate, verdaderamente hermosas, que envuelven a un robusto arbusto que desprende una savia muy densa y maleable. Por sus características, los pobladores originarios las empezaron a utilizar para reparar embarcaciones de todo porte, sellando con la savia las hendijas entre las maderas de los barcos, especialmente los más antiguos. A esa labor artesana se la definió, por consecuencia, “calafatear”, término que se sigue utilizando en la actualidad.