Gabriela Garton: Fútbol a sol y a sombra

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Arquera de la selección argentina, nacida en los Estados Unidos y becaria del Conicet, ejerce una militancia activa y desde varios ángulos por un fútbol mejor.

Lo que parece contradictorio, lo que de afuera suena a opuesto, en ella se combina y fluye naturalmente. Es futbolista y es investigadora del Conicet, es estadounidense y es argentina.

Gabriela Garton nació en Rochester, Minnesota, Estados Unidos. Hija de madre argentina y padre estadounidense, vivió hasta los 22 años en su país natal, aunque con una buena dosis de argentinidad gracias a que sus tíos y primos, argentinos, se mudaron cerca de ella en el año 2000. “De alguna manera nunca me sentí del todo estadounidense. Ambos lugares son parte de mí”, confiesa.

Su nombre proviene de la admiración que sus padres sienten por Gabriela Sabatini, y el tenis fue el primero de una larga lista de deportes que practicó. Béisbol, sóftbol y básquet fueron quedando en el camino al mismo tiempo que el fútbol ganaba más espacio en su vida. Hubo una serie de factores que la inclinaron hacia este deporte: la selección femenina estadounidense campeona del mundo en 1999, cuya campaña siguió fervientemente; y una familia apasionada por este deporte y por Boca en particular, aunque ella luego elegiría River como hincha y jugadora.

Primero soñó con llegar a la selección de Estados Unidos, flechada por la generación de Mia Hamm, Brandi Chastain y Brianna Scurry. En su adolescencia, sin embargo, su sueño cambió de camiseta: “Me di cuenta de que podría tener la chance de jugar como argentina. Cuando supe que podía tener la ciudadanía a través de mi mamá, empecé a querer usar la celeste y blanca, la camiseta que usaron tantos jugadores históricos. Era una locura”.

Vino a la Argentina a jugar en River, y luego en UAI Urquiza, y a integrar el plantel de la selección que clasificó al Mundial que se disputó en Francia el año pasado. Pero no solo vino a eso: en los Estados Unidos cursó la licenciatura en Estudios Hispanos y quería estudiar más en detalle el fútbol femenino: “Estudios Hispanos es más de letras. Cuando se lo planteé a mis profesores, ellos no encontraban la vuelta para estudiar el fútbol a través de una perspectiva académica. Yo veía las desigualdades enormes que hay con el fútbol masculino y me empezaron a surgir muchas preguntas, que no podía responder desde una formación de letras. Así que, por contactos, llegué a Pablo Alabarces, que fue el que me incentivó a ir hacia la sociología. Ahí empecé a darme cuenta de que era un tema legítimo estudiar a las mujeres en el fútbol”.

Becaria del Conicet, actualmente está finalizando el doctorado en Ciencias Sociales en la UBA. Su libro Guerreras: fútbol, mujeres y poder es su tesis de maestría, y está dándoles los últimos retoques a algunos trabajos y a su tesis de doctorado para finalizar. Este proceso lo llevó adelante como jugadora de UAI Urquiza, donde estudió a sus propias compañeras (con conocimiento y consentimiento de todas y del club) para analizar la realidad del fútbol argentino: “Cuando jugaba un partido, estaba muy metida en eso y no me surgían preguntas sociológicas. Sin embargo, es inevitable encontrarme observando, analizando todo”, reconoce.

Hoy Gabriela juega en el Essendon Royals, de Melbourne, Australia. Allí también lleva su doble vida deportivo-académica: además de jugar y entrenar a arqueros y arqueras juveniles, está en el grupo de Sports Sociology de la Universidad de Victoria, institución en la que participa de algunos proyectos de investigación y donde también da clases.

Como si todo esto fuera poco, Gabriela es parte del Global Player Council de FIFPro, una organización internacional de futbolistas profesionales que debate sobre cómo mejorar las condiciones de trabajo en cada país. “El fútbol es mi vida, lo que ordena mis días. Lo que más me impulsa a seguir es que veo que se puede hacer un fútbol femenino mejor. Y un fútbol mejor en general. Algo que me parece que surge de toda esta discusión de la igualdad para las mujeres en el fútbol es que no queremos lograr lo mismo que los varones, porque vemos un fútbol masculino roto. Nosotras como jugadoras no queremos ir necesariamente hacia ese fútbol. Hay que mejorar las condiciones, sobre todo, para las generaciones que vienen”.

Foto: FIFA.