Camino de los Siete Lagos:
Un recorrido de ensueño

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Infinitos paisajes exuberantes, con la cordillera de los Andes como custodia fiel. Todo el año, una puerta a la exaltación de los sentidos.

Fotos Gentileza Turismo S.M. de los Andes/Villa La Angostura

Minuciosamente, casi metro a metro. Haciendo dedo, subiéndose en camiones o en los destartalados buses que trepaban por los caminos de pedregullo y ripio que por entonces era la ruta 40. Durmiendo con la increíble luna reflejada en el lago o bajo una torrencial lluvia que embarraba hasta los huesos.
Devorando con igual devoción una lata de paté o una trucha que, en aquel tiempo, sí se podía pescar y consumir luego de asarla en un fueguito contra las piedras. Esta historia puede remitirse a principios de la década de los 70, y el protagonista puede ser uno de los tantos mochileros que conocieron y disfrutaron el maravilloso recorrido de los Siete Lagos, solos o junto a un grupo de amigos, como solía ocurrir. Las caminatas, los momentos de reflexión, los de agobio, los de cansancio extremo, los de entusiasmo ante el arribo a un nuevo lago, que siempre depararía experiencias muy diferentes, únicas. Lo vivido en ese viaje será inolvidable por siempre.
Lo será también si la aventura se encara muchos años después, en los tiempos actuales, aunque esa ruta ahora –desde 2015, tras un proceso que duró casi cuatro décadas– esté asfaltada como si fuera un billar y la infraestructura que se encuentra en el camino esté definitivamente adecuada al siglo XXI, los transportes sean tan confortables como se pida y hasta los celulares hayan sepultado casi definitivamente a las cámaras de fotos. Pero lo esencial, lo extraordinario, es que esas postales que el visitante de los 90 o el de hoy pueden captar serán igual de maravillosas y de fascinantes.
Mucho se mantiene igual. Como las controversias. Porque hasta hoy, la pregunta del millón en este recorrido de infinitos paisajes es: ¿son siete lagos o son más?, ¿se debe incluir al fascinante Nahuel Huapi? En ese sentido existen disputas históricas. Entre Bariloche y San Martín de los Andes, hay 193 kilómetros de ruta que de sur a norte contempla el paso por los lagos Nahuel Huapi, Correntoso, Espejo, Escondido, Falkner, Villarino y Machónico. Pero algunos historiadores limitan su cota en 107 kilómetros y definen su límite en Villa La Angostura, quitando de la lista al Huapi para incluir al Lácar. ¿Y el Traful? Nuevas versiones lo incluyen. ¿Y el Hermoso? Algunos lo agregan en desmedro del Escondido. No hay que sorprenderse si en algún listado se suma el Espejo Chico en lugar del Machónico. Pero… ¿y el lago Meliquina, el Bailey Willis o el Lolog? Lo que sí se mantendrá por siempre es que para hacer el recorrido será imprescindible reconocer la Ruta Nacional “Libertador General Don José de San Martín» (la ex RN 234). Sí, la mundialmente reconocida ruta 40, la que desde La Quiaca (Jujuy) hasta el Cabo Vírgenes (Santa Cruz) se extiende por 5194 kilómetros, siempre paralela a la cordillera de los Andes, pero que en un poco más de un centenar, une los siete lagos (o los que sean). Un trayecto alucinante que enhebra los Andes patagónicos, los extensos bosques, los cerros nevados y los lagos neuquinos, atravesando dos parques nacionales, el Lanín y el Nahuel Huapi. Un recorrido con espejos de agua colgados de la montaña que invitan a una travesía turística convertida en una de las más deslumbrantes de la Argentina.

La mítica ruta 40, ahora asfaltada de forma impecable, es muy segura. El cordón que une a toda la región.
San Martín de los Andes ofrece todas las alternativas de confort.

LA RUTA DE LAS MARAVILLAS
El camino puede realizarse en ambas direcciones. Supongamos que el turista opta por salir de San Martín de los Andes. Desde la ruta, la primera vista panorámica es extraordinaria: la ciudad que se zambulle en el lago Lácar, uno de los más amplios, que cuenta con varios balnearios (como el Catritre), con el límite de bosques de roble pellín a la vera de los cerros Vizcacha, Sábana y Colorado. Como salpicadas por el viento aparecen algunas preciosas villas (Quila Quina) y pequeñas zonas rurales.
Luego de recorrer 20 kilómetros, llegamos al Punto Panorámico Arroyo Partido, el que se nutre del deshielo de la cumbre de Chapelco, se topa con el cauce de piedras y se abre en dos brazos bien diferenciados: el derecho, llamado Pil Pil, desemboca en el Lácar y muere en el océano Pacífico; el izquierdo se transforma en el arroyo Culebra para, en un dibujo serpenteante, nutrir al río Hermoso y luego desaguar en el océano Atlántico.
Al continuar el camino llegaremos al cerro Falkner, y 5 kilómetros más allá, al pequeño lago Machónico, espejo de aguas muy calmas y claras. Se recomienda transitar por su mirador y su sector de playas. Y al seguir otros 5 kilómetros, toparse con un desvío de 3 kilómetros hasta el lago Hermoso, que se gesta en un valle angosto y pintoresco de aguas transparentes. Tiene un pequeño muelle inserto en zona de camping con un área de servicios bien completa. Al retornar a la 40, habrá que andar 15 kilómetros para llegar a un salto impresionante de 20 metros de altura, nacido en el bosque: la cascada Vullignanco. Y de inmediato se llegará al lago Falkner, un sereno espejo con una amplia playa que descubrió el jesuita inglés Thomas Falkner y que hoy cuenta con la alternativa de camping libre o privado, ambos muy bien equipados, en una zona muy arbolada, en la base de los cerros Falkner, Buque y Alto. Un río pequeño y un área de picnic: eso alcanza para unir el Falkner con el Villarino, que debe su nombre a un explorador y marino español, Basilio Villarino, quien examinó hasta el milímetro la Patagonia, a mediados del siglo XVIII. Es el preferido por los pescadores por sus exquisitas truchas arcoíris y marrones, mientras los amantes de la naturaleza disfrutan sus sectores de camping agreste, entre ejemplares de coihues, arrayanes y lengas. Un atractivo renovado es la histórica hostería Villarino, que ofrece una vista sin par.
El Escondido aparece en el kilómetro 139. Tiene origen glaciar y se destaca por su forma oval, por contar con una superficie de 7,13 km² y porque está inmerso en un denso bosque que invita a ser recorrido. Sin embargo, el acceso público al espejo de agua permanece vedado desde hace décadas, lo que ha generado una muy controversial situación pendiente de resolución.

Los atardeceres en las orillas de cada uno de los lagos ofrecen momentos inigualables e imperdibles.
El Lago Villarino es uno de los sitios preferidos de los pescadores.

En la continuidad del recorrido, un recomendable alto de un par de días se puede realizar en la Villa Traful, a la vera del lago, a pocos metros del empalme con la RP 65. Ya con las energías repuestas, luego se llegará al lago Espejo: son impresionantes sus aguas trasparentes y el reflejo en ellas de la tupida vegetación y, más atrás, la cordillera. Sus playas y sus zonas de acampe invitan a quedarse. El Espejo Chico surge de una bifurcación que a su vez alimenta al Bailey Willis, el más pequeño, muy pintoresco. Puede conocerse en una caminata, para luego rumbear a uno de los lagos más renombrados y de mayor tamaño: el Correntoso califica por el tono verdoso de sus aguas, por sus varias bahías y diversas playas, todas distintas, todas hermosas. En un momento se angosta y da lugar a un riacho de solo un par de kilómetros de largo que se denomina igual que el lago: en ese pequeño tramo, la debilidad de los pescadores es sacar truchas con mosca.
Ese breve curso de agua representa la unión con la estrella del recorrido, el Nahuel Huapi, con sus bahías, sus playas y la belleza de Villa La Angostura, que nace en sus costas. La ciudad constituye uno de los grandes atractivos de la zona, muy cuidada y prolija, dotada con las mayores comodidades para los visitantes y con sus atractivos durante toda la temporada. Incluso en invierno, cuando se abre la posibilidad de alto esquí en cerro Bayo. En verano, el abanico de turismo no convencional o de aventura es generoso. La villa, rodeada por los cerros Inacayal, Bayo y Belvedere, es la puerta de acceso al Parque Nacional Arrayanes.
Y como si fuera poco, a pocos kilómetros de allí, la 40 empalma con la RN 231, para rumbear al paso internacional Cardenal Antonio Samoré (ex Puyehue). La alternativa es dirigirse definitivamente hacia Bariloche, en un trayecto de 85 kilómetros rodeando el lago. El regocijo de los sentidos no termina, ya que en ese trayecto se pasa por una villa de ensueño, la Dina Huapi, con su panorámica que encierra a los cerros Ventana, Otto, Catedral, Goye, López, Capilla y Millaqueo; la península San Pedro y los glaciares de la cumbre del cerro Tronador, detrás del López.
Este recorrido que cobró popularidad durante los 70 y los 80, cuando era frecuentado por mochileros, en la actualidad es decididamente más familiar. Aunque tiene una similar conexión profunda, a veces salvaje, con la naturaleza, que permite alternar paseos serenos para tomar unos mates a la vera del lago, alguna lectura, un reparador descanso o una amena charla bajo un mar de estrellas, o bien un refrescante chapuzón, e incluso, si se prefiere, la práctica de turismo aventura y deportes acuáticos.
Siempre con la posibilidad de regocijarse, de dejarse abrazar por cada uno de estos paisajes de ensueño, insuperables, que exaltan los sentidos como muy pocos. Allá por los 70 o en días mucho más recientes.

Es muy recomendable un paseo familiar por los bosques de arrayanes.
En dos ruedas

Las formas de recorrer los siete lagos son muy diversas y hay adecuadas para todos los gustos. La modalidad más común es en auto, propio o alquilado. Una alternativa es tomar una excursión: incluso las hay de un día o de dos, aunque el reconocimiento de cada sitio será más que fugaz. Para eso se fletan camionetas u ómnibus privados que suelen incorporar guías que nutren cada una de las vistas.
Además, en los últimos años, con el crecimiento de la circulación de autos, se retomó la costumbre de recorrerlos a dedo. Pero lo realmente novedoso es que el circuito es uno de los elegidos por los cicloturistas o cicloviajeros, que aconsejan hacerlo en bicicleta, una modalidad propicia incluso para los principiantes, ya que la zona presenta un nivel de dificultad relativamente bajo.

DATOS ÚTILES

CÓMO LLEGAR
En auto: el recorrido se puede hacer desde Villa La Angostura como desde San Martín de los Andes. La villa se encuentra a 83 km de Bariloche, a 479,4 km de Neuquén y a 1634 km de la ciudad de Buenos Aires. Desde la capital neuquina se accede por las RN 22, RP 237 y RN 40. Hasta allí desde la CABA por las RN 205 y 152, luego de pasar por la ciudad de General Roca.
En ómnibus: las principales líneas son Crucero del Norte (desde Buenos Aires); Albus (desde Bariloche, S.M. de los Andes por Siete Lagos y Neuquén); Vía Bariloche (desde Bariloche), Aero Angostura (desde Bariloche) y La Araucana (desde Villa Traful).
En avión: el Aeropuerto Internacional Luis Candelaria, de Bariloche, es el de mayor tránsito de los cercanos, con empresas como Aerolíneas Argentinas, LATAM y Flybondi, entre otras.

FIESTA GASTRONÓMICA
Cada septiembre, la Asociación Empresaria Hotelera Gastronómica de San Martín de los Andes y Villa La Angostura organizan “La gastronomía une los 7 lagos”, con distintas actividades, como el Torneo Federal de Chef, que muestra la esencia de la comida patagónica. El cierre suele ser un almuerzo patagónico en las plazas principales de ambas localidades, donde tanto residentes como turistas disfrutan de un guiso popular a beneficio de entidades de bien público en cada localidad.

CLIMA
El recorrido puede hacerse todo el año. Debe tenerse en cuenta que puede nevar y haber hielo en la ruta durante el invierno. Zonas de esquiadores en Chapelco (San Martín de los Andes) y cerro Bayo (Villa la Angostura).

ALOJAMIENTO
Como en todas las localidades de la Patagonia, se ofrece diversidad de hospedaje, de acuerdo con las preferencias y las disponibilidades económicas: hoteles, residenciales, cabañas, aparts y casas.

PASO A CHILE
El paso Cardenal Samoré (ex Puyehue) es el segundo en importancia entre la Argentina y Chile, y comunica, a través de la Carretera Austral, con Puerto Montt (220 km), Osorno (117 km) y la Patagonia chilena. Está habilitado todo el año, salvo por condiciones climáticas. Se encuentra a solo 43 km de Villa La Angostura.

ALGUNAS SUGERENCIAS
Se recomienda elegir prendas cómodas y llevar abrigo liviano siempre a mano, porque la temperatura varía sensiblemente de acuerdo con la región y la hora del día. Asimismo, es clave cargar el tanque de combustible antes de iniciar el recorrido.
Muy importante: no prender fuego en zona de bosques ni tirar colillas de cigarrillo por la ventanilla; en verano existe riesgo de incendio forestal.