No tan serena, Williams

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Osvaldo Wehbe.

Osvaldo Wehbe
Periodista y relator deportivo
Ilustración: Pini Arpino

Fue más o menos a fines de septiembre. El hijo de un amigo que había venido de visita a casa, sentado frente al televisor, preguntó con curiosidad quién era esa morocha, que con su porte físico, sus caderas anchas y un tutú, peleaba con el árbitro de la final del Abierto de los Estados Unidos. El niño no sabía lo que había en juego, así que lo que hubo que explicarle –y fue muy sencillo– pasó por la extraordinaria figura deportiva y humana de Serena Williams.
Como teníamos tiempo y se podía aprovechar la situación para tirar un mensaje –nada pretencioso, pero sí necesario–, fue que contamos con mi amigo la historia de una compañera de primaria, allá por los 60, entrada en kilos y blanco de burlas permanente de parte de algunos, por su físico y color de piel.
Esa chica nos sorprendió a las pocas semanas, con sus dotes de buena alumna y fundamentalmente de solidaria compañera, en los “codo a codo” que son precisos para transitar la vida entre amigos.
Hoy, médica pediatra, es una referente de organizaciones de ayuda a quien lo requiere. Y, si tienen curiosidad, sigue gordita y amorosa, con cuatro hijos y un marido arquitecto.
A partir de allí, nos ajustamos a la historia de Serena. Primero, contando de sus 39 títulos en Grand Slam, entre individuales y dobles, y sus cuatro medallas olímpicas, entre tantos logros. Le contamos que tiene una historia de vida muy dura, que cambió, en alguna medida, desde su capacidad para jugar al tenis. Que es la más joven de cinco hermanas y se crio en un barrio muy pobre. Y que en el 2003, su hermana mayor, Yetunde, fue asesinada.

Junto a Venus, otra maravilla tenística de la familia, llenaron de tenis el mundo.
El año pasado, Serena fue mamá de un niño y por ello estuvo fuera del circuito un tiempo.
El extraordinario Ezequiel Fernández Moores escribió justamente en septiembre, en La Nación, una nota que tituló “Mujer negra de caderas anchas”. En el comienzo de ella, cuenta que Serena mencionó en una nota de ESPN un poema de la escritora negra Maya Angelou que dice: “Tú puedes escribirme la historia, con tus amargas torcidas mentiras, puedes arrojarme al fango, y aun así, como el polvo, yo me levanto”.

Algo de todo eso es Serena Williams, que debió pasar por discriminaciones raciales varias y les ganó a todos, con su talento deportivo y su personalidad impactante.
Con su tul y su rebelión a cuestas, siguió recibiendo agresiones. Un diario australiano publicó una caricatura que rezaba “Serena orangutana”. Y hasta el gran Ilie Nastase, exgloria del tenis mundial, habló de “chocolate con leche” cuando nació el hijo de Serena y su pareja, el empresario Alexis Ohanian.
Luchadora por la igualdad de género y por los derechos de las tenistas mujeres, Serena Williams estaba en la tele peleando con el juez del partido final del US Open de este año.
El hijo de mi amigo quedó satisfecho con la presentación que hicimos de Serena.
A los pocos días recibí un mensaje del niño en mi celular que decía: “Estuve leyendo sobre Williams, un fenómeno la morocha”.