La ilusión de una promesa

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Osvaldo Wehbe.

Osvaldo Wehbe
Periodista y relator deportivo.

Ilustración Pini Arpino

En la década del 60 era común que los socios e hinchas de un club de fútbol dedicaran casi todo el domingo a ver a todas sus divisiones, cuando jugaban de local. Cuentan que eran funciones que comenzaban muy temprano hasta llegar al partido de primera. Y ocurría en todo el país.
En cada club, los seguidores sabían casi de memoria las formaciones. Desde la sexta (que era la de arranque, tipo 12 años) hasta los profesionales. Y, por supuesto, había una buena cantidad de “promesas”, que llegarían a primera.
Esas apariciones duraban una vida en el club, no eran vendidos “así porque sí” a Europa, aunque tal vez sí a algún equipo grande de la Argentina. Pero quedaban por acá.
La razón primaria de ello era que en Europa había cupos muy cerrados para extranjeros.
Los años pasaron y el éxodo comenzó mucho más temprano. No solo emigraron desde el interior a la AFA, sino que, luego, ni siquiera los clubes grandes, ante ofertas millonarias en euros llegadas desde el Viejo Continente, pudieron retener a los mejores.
Por ello, las “promesas” no debutaron siquiera en sus clubes de origen y comenzaron a durar apenas un par de temporadas en los grandes del país.
Por estos días, la situación aparece agudizada. Las “promesas” se nos aparecen ya jugando en juveniles de equipos extranjeros y hay que estar atentos para que no se las “roben” otras selecciones. Muchos no serán Messi o Maradona, pero si medianamente su juego y la suerte los ayudan, seguramente harán carrera en un lugar en el que asegurarán su futuro.
En 2018, amén de algunos pibes que fueron asomando en clubes argentinos y que conformaron las selecciones juveniles, se presentaron nombres “desconocidos”, al menos para los que no siguen de cerca la vida de los clubes.


Chicos que seguramente han sido “promesas” para sus padres, para los dirigentes y para uno que otro seguidor de la escuadra que vistió de niño, pero no más.
Ahí está Facundo Colidio, delantero, clase 2000, nacido en Rafaela, quien llegó a Boca, pero sus enormes capacidades no le permitieron debutar en primera. Está en el Inter de Milán desde 2017.
Franco Vezzoni, un muchacho de Cosquín, que jugó en el Club Atalaya del ascenso cordobés y, sin escalas, también llegó al Inter. Volante de 16 años. Tampoco jugó en primera, ni siquiera en Córdoba Capital.
Benjamín Garré, extremo nacido en el 2000, nieto de Oscar –campeón del mundo con la Argentina en 1986–, pasó fugazmente por las inferiores de Vélez y ya juega en el Manchester City, en donde debutó rápidamente y hasta motivó una tenida judicial entre el club argentino y el inglés que el TAS (Tribunal de Arbitraje Deportivo) falló en favor del City.
Nicolás Mercado, volante, a los 16 años ya estaba en Italia, en el Pescara. Jugó en las inferiores de Colón, natural de San Cristóbal.
Ellos son algunos ejemplos de las promesas que no vimos jugar y que conocimos cuando ya eran realidades.
La historia fue cambiando a fuerza de globalización y billetes. Y hoy la línea “potrero, escuela, clubcito, club grande y pase al exterior” salta varias estaciones.
Y hasta hay “promesas” incumplidas que no conoceremos jamás.