La palabra de los otros

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Vieron que muchas veces estamos contándole a alguien una situación y de pronto queremos relatar que tal personaje dijo tal cosa? ¿Notaron que, aunque no es siempre así, a menudo cambiamos la voz para introducir a la persona citada? Bueno, este refuerzo tonal sirve para que nuestro interlocutor comprenda el hilo de nuestro relato.
Asimismo, tanto en literatura como en periodismo, es frecuente que quien escribe quiera introducir la palabra de otra persona, porque puede expresar mejor que él una idea, porque es una voz autorizada en el tema, porque lo que dice aporta algo interesante al texto o a la continuidad del relato.
Ahora bien, en los textos escritos es necesario que esa enunciación del otro quede debidamente señalada por signos ortográficos o por marcas textuales que indiquen con claridad que una persona distinta al autor o al narrador, según el caso, ha comenzado a hablar. No es algo opcional como en la oralidad.
Con este fin, se emplean las citas directas, indirectas o mixtas (estas últimas quedan reservadas para los artículos periodísticos, no se emplean en literatura). Esto es así porque el contrato de lectura señala que el texto escrito es la palabra de un redactor (en el caso de un diario) o de un relator (en el caso de la literatura). Cuando se introduce la voz de otro, se emplean las citas para marcar que quien habla es otra persona.
Cita directa. Se introduce por un verbo de habla, seguida por dos puntos y un discurso entrecomillado (El cónsul manifestó: “Tomaré un vuelo a Suiza”). Otra forma es colocar lo textual entre comillas, luego una coma y completar con un verbo de habla (“El cuadro ha quedado bellísimo”, afirmó). Representa la voz tomada textualmente de un tercero. Aquí se respetan las huellas del hablante: tiempos verbales, pronombres y marcas de espacio y tiempo. Stephen King, en su libro Mientras escribo, sostiene que, en literatura, la mejor manera de darle la palabra a otro es por medio del verbo “decir”, porque su simpleza hace que el lector centre la atención en lo que se dice y no en elementos de la prosa.

“Cuando se introduce la voz de otro, se emplean las citas para marcar que quien habla es otra persona”.

Cita indirecta. Aquí desaparecen las comillas y los dos puntos. La partícula introductoria es “que”. En este caso, es necesario que la frase referida se subordine sintácticamente al verbo introductorio, por lo tanto hay que modificar los tiempos verbales, los pronombres y las marcas de espacio y tiempo.
Siguiendo los ejemplos marcados arriba: El cónsul manifestó que tomará un vuelo a Suiza. // Afirmó que el cuadro había quedado bellísimo.
En estos casos, el lector sabe que puede haber variaciones en el discurso citado. El sentido se mantiene, pero las palabras pueden haber cambiado.
Cita mixta. Suele emplearse para destacar partes del discurso del otro en los artículos periodísticos. Se entrecomillan solo aquellos fragmentos que se toman en forma textual. Aquí el lector sabrá que hay una parte del texto que ha sufrido ligeras modificaciones por parte del redactor y otra que es fiel a lo dicho. (El juez Di Carlo sostuvo que las pruebas evidencian una “maniobra fiscal”).
Todas estas formas cuidan la palabra del otro y le brindan el peso y el valor que tienen. Son simples huellas que le dan la mano a una escritura prolija y clara.