Blackmamba: El sex appeal del branding

0
359

La etiqueta de las “B” invertidas muda de piel para transformarse en una de las marcas digitales preferidas por las celebridades. Nuevos aires icónicos, virtuales y con vistas a las tierras mexicanas.

Fotos: Patricio Pérez

Hace diez años, la diseñadora porteña Bianca Siconolfi (35) trabajaba en el departamento de marroquinería y accesorios de una marca argentina cuando se dio cuenta de qué era lo que faltaba en el mercado local: ropa moderna para salir de noche, hecha en cuero, como vestidos, tops, pantalones y bandanas con una identidad gótica y una onda un tanto misteriosa. El nombre de su proyecto ya lo tenía reservado en su mente desde que, una vez de visita en el serpentario en Londres, mientras estudiaba Marketing de Moda en Central Saint Martins College, se cruzó con el encanto de la Dendroaspis polylepis, la serpiente africana venenosa más conocida como “la mamba negra”. De ese encuentro y de esa estética disruptiva nació Blackmamba, la empresa que, en una década, evolucionó tanto en su estilo como en su modalidad de negocio –de los locales físicos al mundo digital–, tanto que sus monogramas y estampas infinitas llegaron a los armarios de celebridades como Tini Stoessel, Nathy Peluso, Nicki Nicole y Flor Torrente, entre muchísimas otras chicas que agotan los stocks durante la misma semana de los lanzamientos. “La ropa de Blackmamba siempre tuvo el diferencial de ser para momentos especiales: para salir, para tu cumpleaños o una fiesta, y, más que un cambio estético drástico, lo vi como una transformación natural de mi estilo como diseñadora, más luminoso, y que tuvo muy buena respuesta por parte del público”, comenta Siconolfi desde su casa en Belgrano, en la ciudad de Buenos Aires, a través de la videollamada. 

  • ¿Cómo fue evolucionando el estilo de la marca? 

Al principio, la estética fue marcada por la materialidad. Estas prendas cancheras que hacíamos en cuero nos tiraban una paleta oscura, principalmente en negro, azul marino, marrón, y a eso le sumamos estampas oscurantistas, prints de reptil y el logo de cruces invertidas. Esto nos sirvió un montón para posicionarnos, porque era un diferencial en ese momento, pero con el tiempo me di cuenta de que no me representaba. En el camino me amigué con mi propia sensualidad para empezar a plasmarlo en la etiqueta, y resulta que fue todo un éxito. En la Argentina la ropa sexy está mal vista. Se cree que es grasa o cero cool, pero a mí el branding [construcción de marca] y lo sensual me sale espectacular, y es lo que más me gusta hacer: ropa ajustada, que deja ver la piel, con la que te sientas una bomba y que quieras usar y presumir. 

  • En esa transformación del estilo y el branding, te sumaste a la ola de las estampas con un nuevo monograma…

Pienso más como directora creativa que como diseñadora y priorizo el producto y la comunicación por sobre la morfología de las prendas. Hace un par de años tuve esta necesidad de darle una vuelta estética a la marca, que ya no me entusiasmaba ni representaba lo gótico y oscuro, y empecé a crear nuevos isologos. Cuando llegué al logo de las “B” invertidas se me generó una nueva pasión que me inspiró a crear un montón de cosas nuevas: la aplicación en las etiquetas, en bordados, o estampas infinitas. Me gusta diseñar a partir de algo icónico y preexistente, como el print de Fendi de los 70, que fue el punto de partida de nuestros prints. No quiero inventar algo disruptivo, porque creo que en la moda ya existe todo, pero quiero poder transformar eso desde mi marca. Cuando diseño un vestido de noche, pienso en un vestido de fiesta de Versace y cómo sería la versión de Blackmamba.

  • ¿Por qué decidiste cerrar los locales físicos? 

Empecé la marca hace nueve años en un showroom; después de dos años me asocié con Julia Ramos, que es mi amiga, mi hermana y fue mi socia administrativa, y estuvimos juntas ocho años. Con ella abrimos el local de Palermo y el de Alcorta Shopping, y aprendimos muchísimo en este camino: a leer informes de venta, hacer crecer la identidad de la etiqueta, consolidar una marca en la Argentina y migrar el negocio hacia uno digital, pero en 2019 Julia se fue a vivir a Córdoba y me pesaba mucho la estructura física para hacerlo sola. Estábamos creciendo mucho en el canal digital y el centro comercial no era una vidriera que necesitáramos, además de que, como consumidora, tampoco iba a shoppings, así que sentía que no pasaba por ahí. Decidí concentrarme en el e-commerce y anunciamos en las redes que nos tomábamos un descanso para reorganizarnos. ¡Nuestras clientas se volvieron locas! Me acuerdo de que en una fiesta de Año Nuevo iba vestida de pies a cabeza de Blackmamba y me encontré con muchas chicas, todas vestidas por la marca, que me reconocieron y me pedían por favor que retomara. Se sintió como un club, ese es el nivel de comunidad que tiene la etiqueta, y me enorgullece.

  • Además, durante la cuarentena, sumaste una estrategia de venta por pedido anticipado. ¿Por qué?

Había mucha demanda y fueron meses difíciles de producir, pero las clientas querían tener sus prendas y pagarlas, aun cuando tuvieran que esperarlas. Entre eso y la conciencia ambiental de no tener un stock de prendas parado, me pareció lo mejor que podía hacer. Me gusta la idea de diseñar y producir sobre la base de las necesidades y opiniones de nuestra clientela. 

MAMBA INTERNACIONAL

Al momento de decidir cerrar los locales físicos a finales de 2019, la diseñadora egresada en la Universidad de Palermo empezó a viajar a Ciudad de México de vacaciones y descubrió las oportunidades laborales que la ciudad podía ofrecerle. “Tenemos clientas mexicanas a las que les vendemos on-line, pero ahora estamos dando nuestros primeros pasos en tiendas de diseño multimarca”, comenta Bianca Siconolfi, quien además agrega que en sus visitas al país azteca notó que allí el principal consumo de indumentaria proviene de productos oriundos de Europa y Estados Unidos, por lo que el mercado argentino tiene un gran potencial de desarrollo. “Cada vez que viajo con mi ropa puesta y recorro los principales locales de diseño, las dueñas me quieren comprar las prendas, pero prefiero ir lento y elegir las tiendas de forma selectiva”, concluye, con una sonrisa que irradia felicidad.